Yo creo con firmeza en que los estados de ánimo no influyen sólo en quien los experimenta, sino que se aúnan, forman bloques, ascienden hacia los cielos y caen en forma de losa sobre todos los que comparten un mismo anhelo. Hoy se notaba en la grada y los jugadores. La amarga y frustrante sensación de tiene que se ahora, y no está siendo.
Por eso: tratemos de ser lo más positivos que podamos para el partido del fin de semana que viene. Es el partido más importante de los últimos 18 años, y nuestros hombres lo merecen. Olvidemos estas cosas de la potra del barcelona, sus ligas insólitas, sus que si Messi que si Iniesta que si nosequé, que si los árbitros, que si trampes, etc, etc, etc. Confiemos en nosotros, que con eso basta.
Somos el Atleti y, como dice la frase, lo de la última jornada es la única forma en que Elvis puede salir del edificio. Era de esperar. ¿Ganar la Liga cuando toca, cuando todos quieren, cuando se pone el mundo a nuestro favor? ¿Que tenga que pinchar el rival, que lo haga, y que nosotros cumplamos el papel? Nada de eso. Sí, somos especiales, pero no con lo de pupas y esas cosas de perdedores, sino en estos ambientes. Nos tiramos 14 años sin ganarle al vecino y al final rompemos la racha cuando hay título en juego y en su casa. Pues ahora un poco de lo mismo. Lo sencillo no mola. Las ligas académicas, las de tremendo espectacular, el equipo no falla y refrenda su dominio, para otros. Nosotros sufrimos, joder, sí, pero no en el lodo, sino en la cumbre. Así que a ganar (o empatar), a entrar en el palacio del emperador, a robarle a su hija y a dejarle la marca del escudo en el terciopelo del trono.
Creamos todos, que si no creemos nosotros, nadie lo va a hacer. No, desde luego, la prensa, la opinión pública e incluso el aficionado más vulnerable a la bazofia de los mass media, que no deja de ser una víctima que no tiene acceso a otra cosa. Diría incluso, no leamos nada, no veamos nada, no oigamos nada. Citémonos para la hora del partido y se acabó.
Yo creo que la buena energía sí tiene poderes. Vamos a tratar de mandársela a los nuestros, que se lo merecen.