Que el canto está hecho pa las alegrías y las penas. Pena, de no rematar la faena. Alegría, de haber construído una de las mayores dichas: el Atleti, ha vuelto. Empezó de poquito, como nos dijera nuestro Luis, ganando una Uefa aquí, una Supercopa allá, una Copa acullá… Hasta hacernos con una Liga. En mitá del jerón de Rockefeller y Onassis. Ganándola como los grandes, en el propio Wall Street, y sobre la campana de cierre. Y todo esto, con la mochila que padecemos durante más de un cuarto de siglo, socavando el bolsillo y los cerebros. Tuvo que llegar un Menda reclamado por la Grada, para salvar su culo. Meter en vena, puerta por puerta, un catecismo que teníamos olvidado, dejado, como una cosa de viejos o de tiempos de UHF. No sólo decirnos “sois el Atleti”, sino demostrarnos que lo somos. Que aquí la mortadela no ha tenido ni escaparate, ni tendero que la corte. Que tenemos el puesto una calle más abajo del barrio de Salamanca, pero que vendemos JAMÓN. Del guapo. Y que aquí no se canta más un “todos a una, pvta Osasuna” ni un “pvta Sevillá” como estribillo. Que tenemos que buscar a nuestros enemigos naturales. Y ganar una Copa a uno en su jodida casa y ponerle los huevos de corbata si nos los encontramos por las Europas, y al otro levantarle la Liga en pleno centro de Barretinas Land. Y lo cumplió. Y lo tenemos. Pero ya no es necesario fijarnos en su figura, siempre bendecida, sino en su mensaje. Con el Atleti de vuelta, despojado de ese disfraz que tantos y durante tanto hemos padecido, la orejona, y cualquier otra meta deportiva, caerá de puro madura. Cantar al Atleti es una maravilla, una liturgia. Y defenderlo, una obligación y un derecho. En modo alguno son excluyentes. Así es que, enhorabuena CAMPEONES de Liga y SUBCAMPEONES de Europa. Tenemos a un Atleti tan grande como el del 74. No lo dejemos caer. No permitamos que nos esquilmen por más tiempo estas finales y campeonatos DISPUTADOS. No más ausencias durante años de Europa en cualquier competición. No más suspiros por Intertotos. No más agradecimientos por jugar la Europa League. JAMÁS OLVIDARÉ cómo hurtaron el Club a sus legítimos dueños y depositarios, los socios; pero puedo llegar a tolerar su repelente presencia si mantienen ahí, en su sitio natural, al Atleti. Me acojona el mañana inmediato. Y me sería mucho más insoportable que perder esta final, barruntar que ya nunca la jugaremos más. Que se acabó el jamón, porque somos el pupas y hay que sufrir una jartá. Eso, sí que jodería.
Hoy, ni más ni menos que ayer, ¡aúpa Atleti!