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La parte invisible (o repintada)

Último artículo 10-06-2008 9:58 escrito por cochise. 2 respuestas.
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  • 07-06-2008 1:22

    La parte invisible (o repintada)

     

    Dicen que, lo que no se cuenta, no existe. Para confirmarlo, tenemos, por poner un ejemplo, la fabulosa historia de Pinocho. Este maravilloso personaje, es y se representa en el imaginario de hoy, precisamente, porque su historia fue contada. Pervivió hecho cuento, merced al boca a boca. Oído a oído. Sin ellos, actualmente sería un trozo de madera más, carcomida por los años. Sin más reseña que el anonimato de la putrefacción.

     

    Para los millones de ojos y orejas contemporáneas que están allá afuera, sólo es real aquello que figura en los rotativos matutinos, las ondas nocturnas, o los partes de sobremesa. Así, podemos montar en cólera sobre el último despido a una trabajadora que queda embarazada, mientras una mayoría silente trabaja en condiciones precarias, o pierden la misma vida en otros planos más cotidianos o soterrados. Da, relativamente, igual. Si esos sucesos no pasan por el tamiz de los medios de comunicación, su realidad, sencillamente, no existe ni en el consciente ni en el subconsciente de la ciudadanía.

     

    Hace algo más de cuatro años, un Tribunal Supremo de justicia, dictaminó que los actuales dueños de un Club que a algunos parecerá cualquiera, y a otros único, se apropiaron indebidamente de Él. En lenguaje cheli, lo birlaron. Levantaron. Jodieron. Se rieron de su Historia, sus simpatizantes, socios y, sobre todo, accionistas. SUCEDIÓ. Así lo atestiguó la sentencia. Culpables. Del delito de apropiación indebida de todo un Club. Con primeros actores inculpados directamente, y secundarios en papeles de cooperador. Y unos y otros, se aferraron como lapas a la prescripción. Según comentaba un viejo jurista, “la excusa del ladrón”. Y por la prescripción, evitaron la condena. Y... se les “devolvió” el Club. Como si a un okupa se le volviera a ceder el piso al que ha dado una patá en la puerta.

     

    A ojos del mundo futbolero, nada de esto ocurrió. Nada. Los que se vanaglorian de representar el ojo triangular por el que mira la objetiviada, imparcialidad y veracidad, andaban ocupados con la mujer embarazada que perdía su puesto de trabajo. Echandose las manos a la cabeza porque se le había roto una uña al pegar el portazo. Otros, cogían setas. Y los había, que las merendaban juntos en una orgía de compadreo con patrones de yate, kashoguis frustrados o aspirantes a spilbergs... ¿Nada?. No, fue aún peor. Sí se contó. Se contó que los que delinquieron, y estafaron a toda una masa social, eran poco menos que el quinto ángel de Machín. Los pobrecillos. La justicia en pleno, estaba equivocada. Y era de ley que “devolvieran” el Club a quien tanto hizo por Él. Prefirieron anteponer la prescripción al mismo delito. La inmoralidad subyugada a ese aborto de ley llamado “prescripción”; que te permite ser culpable el día anterior, e inocente al siguiente. “La audiencia devuelve las acciones”. “El supremo dá la razón a la familia Gil”. “El supremo devuelve el Club a los Gil y Cerezo”. “La estabilidad añorada”... Para toda la masa que consume prensa, radio y TV, la “feliz” noticia, a rasgos generales, fue vendida por los grandes trust mediáticos, como que la injusticia sobre los Gil volvía a la normalidad. Y no, señor Iñako, un tocho en terminología judicial que no se lo leen ni los propios juristas, insertado en su periódico como la jofaina de Pilatos, no les deja las manos como la patena. Las biblias, saben que no se abren en párvulos. Voacedes, que han desmenuzado tantas banalidades en lenguaje preescolar... Las que ustedes llaman “líneas editoriales”, y un servidor “censura selectiva”, no lo contaron. Así es que, para el gran público, no existió.

     

    Todo esto, desde una voz en clave baja. Sin vocinglerías. Pero con la rabia contenida de haber sido engañado. Primero, por los Gil. Después, por ustedes.

     

    Sus lazos, o los de sus jefes, no son ni por asomo los míos. Entiéndanlo, al menos.

     

    S I E M P R E   A T L E T I.- 

    Diles que se vayan
  • 07-06-2008 2:44 en respuesta a

    Re: La parte invisible (o repintada)

    Tenemos 2 problemas de periolistismo.

     1-La forma de hacerse los "orejas"

    2-Titulares como los que has puesto.. ¿Cuanrta gente se queda en el titular y no sigue leyendo? Pues eso... 

  • 10-06-2008 9:58 en respuesta a

    Re: La parte invisible (o repintada)

     

    Los procuradores, allá por las Guerras de las Comunidades, eran gentes de derecho que representaban en Cortes a los lugares y villas castellanas. Cuando marcharon a Santiago, donde se había convocado audiencia real, llevaron cada uno en papel y memoria las noticias que se habían producido en cada población que representaban, con objeto de así exponerlas al soberano. La situación general de rechazo al mismo rey, por cuestiones foráneas, y las reformas que pretendía acometer, hizo que muchísimas de esas villas representadas por medio de la figura del procurador, les mandaran un mensaje con cierto calado de insumisión.

     

    El rollo este, viene por tomar la figura de los ayuntamientos, como el origen o foco de la noticia, extrapolado a la actualidad. En un titular, quedaría algo así como: “El pueblo no transige con las disposiciones del emperador Carlos I”. Bien. Para hacer llegar esas nuevas, en las condiciones y pormenores debatidos en ajuntamiento popular de cada comunidad, se toman los cauces legales para hacerselo saber al rey: los procuradores. Figuras del derecho, con la misión de hacer de mensajeros de la noticia. Digamos que, en la metáfora, representan a los medios de comunicación. Como se produce, se lo digo, majestad.

     

    A la vuelta de las cortes de Santiago, hubo procuradores que jamás volvieron a sus villas. Otros, fueron desmembrados de calle en plaza, o arrojados por alturas; cuando no apalizados o salvados in-extremis por fuerzas piadosas o imperiales, como mal menor.

    Pues, los que no se vendieron directamente allá en la audiencia por terrenos, prebendas o promesas; pactaron otras condiciones distintas a las expresadas por la villa representada. Y el titular, que nunca se puso, pues las imprentas las controlaba el soberano, sin poner un “línea editorial” por medio, simple y llanamente porque le salía de los cojones y el monedero, sería algo así como: “Los procuradores venden a las villas por treinta monedas”.

     

    Desde luego, lo que no hizo procurador alguno, a no ser que se halla perdido su crónica, fue plantarse en el pueblo que se supone representaba, y amonestar desde la plaza pública a todos los ciudadanos y ciudadanas, por no haber consensuado un mensaje de corte más imperial. Que es lo que le hubiera gustao a su, a la postre deducido, dueño.

     

     

    Pero claro, a esos castellanos de entonces les importaba más sus derechos que a estos de ahora el Atleti. Cuando muchos de aquellos perdieron su vida por ello, y muchos de estos no perdemos ni cinco minutos más allá de la hora y media. Y alegrón. Ni leemos más lo que nos dá masticao manolete, antoñito, de la morena y abellán. Apóstoles todos.

     

    Ahí, si creo que está el verdadero debate, señor procurador.

     

    Diles que se vayan
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