Cualquier atlético con cierta veteranía, y sin una escafandra por disfraz, sabe que la afición del Atlético de Madrid no es la mejor afición del mundo ni nada que se le parezca. Eso sí, hay una buena parte de la afición que es digna de elogio: los socios que han seguido yendo al estadio a pesar de los huracanes Cabeza o Gil, que cuando hay que exigir exigen, y cuando hay que animar animan.
Salíamos de la época dorada de los 70, cuando Vicente Calderón abandonaba la Presidencia del club. Ocupó su sitio un forense llamado Doctor Cabeza. En su primer año a punto se estuvo de ganar la liga si no fuera por un terrible bache que abdució al club tras el robo de aquel desgraciado (por no llamarle hijo de la gran prostituta) llamado Álvarez Margüenda. El Atleti sacaba 8 puntos (cuando las victorias valían dos) a sus seguidores, y a falta de pocas jornadas era líder, pero tras aquel atraco terminó por ceder la liga.
Dicen que el Doctor Cabeza daba primas hasta a los utilleros, y dejó al Atleti inmerso en una dura crisis tras una breve estancia dirigiendo la entidad. El forense de La Paz abandonó la presidencia y Vicente Calderón regresó al club. El doctor, muy dado a salir en los programas de televisión y a montar números, dejó el club con una masa social bastante menor que la que tenía cuando gobernaba la nave su predecesor.
El presidente más laureado de la historia rojiblanca regresó y pronto se encontró con que tenía que asumir que Hugo Sánchez se iba al eterno rival, al Real Madrid. No fue la mejor etapa de Don Vicente, ya en plena decadencia. El fichaje del mexicano en un principio fue un fiasco. El día de su estreno, en 1981, contra aquel Liverpool que le ganó la Copa de Europa al Real Madrid en El Parque de los Príncipes parisiense, en un partido amistoso, Hugo Sánchez tiró un penalty y mandó el balón al corner del fondo norte. El Atleti a punto estuvo de echarle el primer año. Pero luego marcó, marcó y marcó, y nos dio la Copa del Rey en 1985 frente al Athletic de Bilbao en el Santiago Bernabéu. Pero Vicente Calderón no pudo evitar que se marchara, y montó un paripé para que fichara por el Pumas mejicano antes de recalar inmediatamente en el club merengue. Todo porque no fichara directamente por el Real Madrid.
Ya entonces el Estadio Vicente Calderón no se llenaba todos los domingos, los socios no llegarían a los 30.000. Tampoco se celebraban los títulos en la fuente de Neptuno. Y la animación en el Manzanares la llevaba un fondo sur con 1000 jóvenes convertidos en aprendices de tifosi. El Atleti hasta llegó a jugar una Final de la Recopa en 1986, y ni en los partidos de cuartos y semifinales se abarrotó el estadio. Eso sí, entonces la prensa no animaba a llenar el estadio como sí lo hacían con el Real Madrid, en la época donde se inventó aquello del 'miedo escénico' y las 'remontadas europeas'.
Poco después falleció Don Vicente Calderón. En 1987 llega Jesús Gil a la presidencia. El ya fallecido presidente pronto se dio cuenta de que las arcas del club no daban para mucho y subió de manera escalofriante las cuotas a los socios, mermando la masa social hasta llegar a una irrisoria cifra de 20.000 socios. La llamada 'mejor afición del mundo' dejaba el Calderón, en un partido normal, con un segundo anfiteatro totalmente vacío, y un primer anfiteatro al 50% a lo sumo.
Esos 20.000 socios, si no eran la mejor afición del mundo, sí lo eran (y lo son) los mejores aficionados de España, exigentes pero no exclusivamente críticos como sus vecinos del Real Madrid, y animaban a muerte cuando era necesario.
Pero la mejor afición no sólo engloba a los socios del club, porque los que acuden comprando entradas, los que en su pueblo chinchan a los madridistas, los que en su oficina comentan el partido del domingo, los que compran 'el Marca', etc., también son parte de la afición. Y en aquella época, por los precios, por dejadez, por lo que fuera, no acudían masivamente al estadio.
Luego llegarían los años 90, cuando se empieza a hablar de la gran animación de la afición del Atleti, comandada por un fondo sur renovado, y la prensa empieza a hablar de 'la mejor afición del mundo'. Y al igual que sucede con los 'carrileros', los 'trivotes', los 'entrenos', etc., etc., que comentaba hace poco en un artículo, el resto de periodistas se limitó a decir lo que oían a los demás colegas. Ya se había bautizado a la afición del Atleti como la mejor del mundo, y eso 'va a misa', oiga, como diría Carlos Fuentes.
Es también cuando los chicos del fondo sur deciden ir a celebrar el título de Copa del Rey de 1991 a la fuente de Neptuno, después de una larga sequía de títulos, porque el Real Madrid llevaba cinco años seguidos bañándose en La Cibeles. Aunque la afición colchonera ya había celebrado alguna liga en Cibeles, ese año se cambia el destino de una posible celebración. Los 'iluminados', desde entonces, dicen que 'la fuente de Neptuno es el lugar donde tradicionalmente la afición del Atleti celebra sus títulos'. Vamos, ni que lleváramos haciéndolo desde principio del siglo XX...
Como la dirección del club rojiblanco tampoco se queda atrás en 'iluminación', empiezan a sembrar el club de estatuas con el Dios del mar y figuras de indios, sin parar a pensar que el calificativo de 'indio' era usado de manera despectiva por los vecinos madridistas. La mejor afición del mundo no debería usar un término despectivo para autodefinirse. Luego llegarían los chistes diciendo que a los del Atleti les llamaban indios porque acampaban al lado del río (esto se acaba bien pronto), porque iban detrás de los blancos (esto sigue), y porque su jefe era 'Caballo loco' (esto ya se acabó). Eso es falso. Los madridistas empezaron a llamar indios a los colchoneros porque abundaban jugadores sudamericanos en la entidad, como Mario Cabrera o Hugo Sánchez.
Y llegó el descenso. Después de una política desacertadísima de precios, la dirección del club se ve obligada a bajar los precios y se encuentran, sin esperarlo, y gracias a una desgracia, con un aumento impresionante de socios. Pero esos socios, algunos incluso madridistas, han conocido el club en la página más negra de su historia, y claro, acostumbrados a comer lentejas durante una década, en cuanto comen pollo asado, muchos se ponen a hacer la ola. Han visto cómo el club ha perdido todo su prestigio, cómo se ha descendido, cómo ya no hay casi niños del Atleti en los colegios, cómo se ha llegado a una deuda tan terrible que hay que derribar el estadio, cómo la dirección del club está compuesta por una bicefalia inestable de un veterinario y un productor de cine, cómo se manipula a ciertos sectores de la afición... ¿y la mayoría qué hace? Nada. Bueno sí, la ola. Eso no es la mejor afición del mundo.
Los socios que aguantan desde hace más de 15 años, los que animan pero exigen, los que a pesar de la desastrosa dirección del club conocen su historia y no olvidan, los que luchan para recuperar la grandeza del club, los que no se venden por cuatro migajas porque aman al Atleti por encima de hasta ellos mismos, no son parte de la mejor afición del mundo, pero sí son parte de los mejores aficionados del mundo. En homenaje a ellos va mi opinión de hoy.
http://www.lavidaenrojiblanco.com/Opiniones/Sin-piedad.-Por-el-Baron-Rojo/La-mejor-aficion-del-mundo-!Ja!