Más vale tarde que nunca.
Disfruté en Mónaco como una zorra en un gallinero. He visto al mejor Aleti en muchos años. Y ante un contrario que no es moco de pavo, como lo acredita su trayectoria, histórica y reciente, que además llegaba en teoría más rodado.
¿Torneo menor? Sí, claro, porque no lo jugó el Barça o el Madrid, ¡no te jode! Pero ¿estamos piraos o qué?
Todo esto, adobado con un viaje estupendo.
Rodeado de buenas gentes. Hubo quien se puso los zapatos que pitan en los arcos de seguridad, para asegurarse un buen magreo, de ida y vuelta. Encajonado en el centro del asiento trasero de un Picasso desde Marsella a Mónaco, flanqueado por dos jovenzanos ansiosos de alcohol, que, eso sí, fracasaron en sus repetidos intentos de bañarme con un calimocho elaborado arduamente, ante el estupor de empleados y clientes de un área de servicio provenzal. A la carrera por el laberinto monegasco hasta dar con el acceso al estadio -una castaña pilonga, por cierto. Padres colchoneros y fumistas con sus hijos, instilándoles el veneno de la feliz infelicidad -¡vaya padres! Inenarrable salida del parking, digna de peli de acción de las buenas: acojonados debieron quedar los dos que estaban en la garita de la entrada, cuando oyeron rugir el motro del Picasso por aquella rampa de caracol y el chillido de puro dolor de sus ruedas. Espectáculo tremendo el que daba el personal habitual de la zona del casino. Qué decir de la entrada en escena del Cholo Simeone. Un grande este tipo -espero que se puedan ver las fotos con él en el foro. Tremenda la carretera costera hasta Niza, que ya tenía casi olvidada. Para que luego hablen de las viejas carreteras del norte peninsular. Gran espectáculo de uno de los calimocheros a la puerta de una discoteca en el Paseo de los Ingleses, justo al lado del Negresco. ¡Mira que enzararse con aquella zorra negra! -bien es cierto que estaba como Dios. Si no llega a ser porque iba nuestro primo de Zumosol, no sé cómo habría acabado aquello, si en comisaria o en el hospital. Luego, eso sí, el mozalbete auxilió, cual buen samaritano, a una pobre e indefensa chinita, ebria en la madrugada playera de Niza (buen cuerpo el suyo ¿eh?). Claro que entremedias de una acción y otra se había zampado un kebab que no se lo salta ni el nieto de Cerezo (felicidades, por cierto, a nuestro amado y nunca sufientemente ponderado presidente). Y mis disculpas a los colegas que originaron el pequeño retraso del vuelo de vuelta: mis altisonantes palabras en el avión, las pronuncié ignorando que ellos eran a quienes estaba poniendo verdes.
Os quiero tanto casi como al Aleti, compañeros ya del alma.