"Madrid me mataba"
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Mira a los ojos cuando habla y lo hace de forma pausada, pero con un
discurso elaborado, que deja más poso que frases hechas. A los 25 años,
Fernando Torres quiere que el de esta tarde contra Suráfrica sea el
último partido del año. "El míster manda, pero si quiere, juego
encantado", avisaba el pasado jueves, un día después de la derrota ante
Estados Unidos, la que le impedirá copar el mismo protagonismo que en
la final de hace un año en Viena, cuando un gol suyo dio a España el
título en la Eurocopa.
"No podía ir al cine, ni de compras. En Liverpool he ganado calidad de vida"
Pregunta. ¿Qué queda de El Niño?
Respuesta. ¿Qué
envuelve la palabra? Cuando llegué al primer equipo del Atleti era un
niño, como todos los que suben, supongo. Pero me tocó quedarme con lo
del niño, tal vez porque a los 18 años ya era capitán. Fue un excesivo
cargo de responsabilidad innecesario. Un club histórico no puede
permitirse esos lujos, pero la situación, económica y deportivamente,
era complicada y eso distraía la atención a otros focos y no dejaba que
se cuidaran los detalles.
P. Ahora, con 25 años, está en el grupo de capitanes de la selección, pero cuarto o quinto. ¿Lección aprendida?
R.
En la selección he tenido ese tiempo de progresión. Hay compañeros más
veteranos y aprendo de ellos. Sigo compartiendo vestuario con gente que
estaba cuando llegué. En el Atlético, a los tres años no quedaba nadie
de mi primera plantilla.
P. ¿Tan complicado es el Atlético?
R.
Muy difícil, un club difícil. Viven de la historia y si es un grande es
por esa historia. Pero hoy en día no lo es, Madrid y Barça están muy
por encima. Hasta Valencia y Sevilla se han puesto a la altura. La
gente sigue viviendo de las ilusiones que el club genera, pero la
realidad no es esa. Me acuerdo que Luis, cuando cogió al equipo el año
del ascenso, avisó: "Para recuperar el tiempo perdido necesitamos al
menos cinco años". Justo, cinco años, es lo que tardó en volver a la Champions.
Pero es muy difícil meter a la gente en la cabeza que ya no somos el
Atleti de antes, que necesitamos cinco, seis, siete años para volver a
serlo.
P. ¿Le ha servido esta Copa Confederaciones para ser consciente de su fama?
R. Basta con ir a Anfield y verlo. Fuera de España estoy acostumbrado a notar el cariño de la gente. Me lo dan el Liverpool y la Premier.
La dimensión del fútbol inglés es enorme, pero no por los jugadores,
sino por organización, seriedad, repercusión, orden... Los campos están
llenos, en perfectas condiciones, el reparto de los derechos de
televisión entre todos los equipos es por igual... De todo eso hay
mucho que aprender. Otras competiciones tendrán muy buenos jugadores,
el Madrid ha fichado a Cristiano por ejemplo, están Messi, Xavi... Pero
en organización y en cómo lo enfocan al mundo están muy por encima de
la Liga y el calcio.
P. ¿Le sorprende la decisión de Cristiano Ronaldo?
R.
Tendrá motivos personales, buscará nuevos retos, nuevas experiencias.
Lo ha hecho todo en Manchester, no le quedaba mucho margen de mejora.
P. Como jugador del Liverpool, ¿asusta que el United disponga ahora de 94 millones de euros para fichar?
R.
Hubiera preferido que lo invirtiera en España, pero supongo que evita
que otros equipos españoles se refuercen. Por lo que a nosotros
respecta, el gran rival tiene mucho dinero para reforzarse, pero le
será difícil conseguir gente del nivel de Tévez o Ronaldo.
P. ¿Se puede permitir el Liverpool vender a Xabi Alonso?
R.
Sería una gran... Una mala jugada, vamos. Pero yo pienso en Xabi
primero que en nada. Es muy hermético y, la verdad, no sé qué pasa.
Tiene tres años más de contrato y me gustaría que continuara con
nosotros. Sería una pérdida grave.
P. Usted dijo que Luis le apretaba las tuercas. ¿Qué pasa con Benítez?
R.
Benítez toca menos lo personal que Luis. Luis es un motivador que te
exige por su forma de ser, porque si no espabilas le vas a tener
detrás. Rafa toca más lo profesional, intenta que mejores en cada
detalle y en cada movimiento, en explicarte por qué. Está obsesionado
en que hagas las cosas porque las entiendas, que entiendas la razón por
la que te pide algo. No se trata de que te diga 'haz esto porque lo
digo yo'. No, no es eso. 'Hazlo así, por esto, ¿lo entiendes?, ¿no?,
pues te lo vuelvo a explicar'. Ese es Benítez. Recuerdo que cuando me
fichó se me cuestionaba mucho como goleador, era muy criticado porque
no metía goles. Lo primero que me dijo es que me había fichado para
meter goles. Benítez está empeñado en que viva en el área porque dice
que los goles se meten en el área. Eso fue lo primero que me dijo, que
la banda es para los de banda y que el delantero debe fijar a los
centrales. En la selección es todo al contrario, hay que moverlos. Allí
debo fijar al central para que llegue Gerrard.
P. ¿Son muy duros los defensas ingleses?
R. No,
son duros en lo físico, pero más indisciplinados. Es más difícil crear
ocasiones, pero cuando los sacas de su sitio son más vulnerables. Por
eso equipos como Manchester o Chelsea son tan competitivos, porque a la
fuerza de sus defensas suman orden. A cualquier equipo inglés que le
pongas un poco de calidad delante es supercompetitivo.
P. ¿Eso le falta al Liverpool?
R. Nos
faltan jugadores desequilibrantes entre líneas, como Tévez o Rooney en
el United. Jugadores que en casa te desatascan los partidos. De hecho,
el Liverpool pierde las Ligas en casa contra equipos de media tabla.
Necesitamos gente como Iniesta, Silva, Cazorla, Mata... Necesitamos
calidad y desequilibrio entre líneas.
P. ¿El mayor problema de adaptarse a Inglaterra fue entender a Benítez en inglés?
R.
Con gente delante, siempre me hablaba en inglés. A solas, en español.
Al principio no entendía los horarios, no sabía dónde tenía que ir...
No entendía nada. Menos mal que estaban Álvaro [Arbeloa], Xabi y Pepe
[Reina]. Recuerdo que Pepe me dijo al llegar que me preparara para
disfrutar.
P. ¿Y tenía razón?
R. Yo le
preguntaba por Anfield y él me decía: 'Hasta que no lo veas, da igual
lo que te cuente'. El día del debut, contra el Chelsea, mientras
estábamos saludándonos y la gente cantaba el You'll never walk alone,
se me acercó y me dijo: 'A esto me refería, disfrútalo'. Ya ni le
cuento el día que descubrí que se inventaban una canción en mi honor...
P. ¿Cómo ven los ingleses la Liga española?
R.
Con mucho interés y en lo referente al Barcelona, este año con suma
admiración. Todo el mundo ha visto que han sido superiores al
Manchester. La Liga española no se mira con envidia, se da por hecho
que la Premier es más fuerte, basándose en el dato de los resultados de sus equipos en la Champions, claro.
P. Hemos hablado de Luis y de Benítez. ¿Cómo es Vicente del Bosque?
R.
Tengo muy buena relación con él. Le vemos como uno más de la plantilla.
Luis ya era un poco así, pero había una parte que no rompías: él era el
que mandaba y en cualquier momento te separaba la relación. Del Bosque
es más cercano. Es un ambiente mucho más calmado.
P. ¿Qué les dijo en el descanso contra Estados Unidos?
R.
Como ya nos había avisado antes del partido... Se dio todo como él nos
dijo: un equipo peleón, que nos iba a presionar arriba, que saldría a
buscarnos... No podemos decir que no estuviéramos avisados, así que no
había excusa. Pasó lo que nos dijo que iba a pasar. Fue una crónica
anunciada, así que Vicente nos levantó el ánimo y nos pidió paciencia.
P. ¿Por qué perdió España?
R.
Porque ellos marcaron dos goles en dos ocasiones y nosotros creamos 29
y no pudimos. Es uno de esos partidos que se dice: de diez, ganamos
nueve. Pues hay que ganar los diez. Si esto pasa en un Mundial, estamos
hablando de otra cosa. Así que nos debe servir de experiencia. Tenemos
que aprender estas cosas. No hicimos algo mal, pero si perdimos es
porque algo no se hizo bien.
P. ¿Usted es de los que piensa que mejor perder ahora?
R.
Pienso que mejor no perder nunca. Me pone de muy mal humor. Además, me
cuesta mucho recuperar. Hay compañeros que a los cinco minutos ya están
animando al grupo, tirando de la gente... a mí me cuesta mucho
recuperarme de una derrota. Cada uno es de una pasta. Yo cuando era
capitán me decían: 'Tienes que tirar de los compañeros'. Pero no podía,
no me gusta perder y paso tres días fatal. Y más en la selección.
P. Pues dicen que es frío.
R.
No sé, depende del sentido. No suelo exteriorizar los sentimientos, no
me sale. No es algo premeditado, que haga aposta. Me cuesta abrirme, la
verdad. Me lo guardo todo para mí, no quiero contagiar a los que me
rodean de mis problemas.
P. ¿Supersticioso?
R. Cada vez menos. Sigo cumpliendo ciertos rituales si las cosas van bien, pero cada vez menos. Antes era mucho más.
P. ¿Y Luis qué le decía?
R.
¡Qué me va a decir, si lo era mucho más que yo! Me acuerdo una vez que
le hizo cambiar al utillero todos los conos del campo porque eran
amarillos. Y el año del ascenso, que la segunda equipación era
amarilla, no vea. ¡La cara que puso cuando nos vio vestidos de amarillo
en el vestuario! Ganábamos 0-1 en El Molinón en el minuto 89. Nos
empataron en el 90 y terminaron ganando ellos, los dos de Ledhiakov. La
culpa, claro, la tuvo la camiseta. Creo que eso de las manías es muy de
futbolista. Más que supersticiones son hábitos, costumbres. Al final
son tonterías pero te quedas más tranquilo. En el fondo, el fútbol es
una cuestión mental y lo que busca el jugador con eso es confianza,
seguridad.
P. Y mentalmente cómo está una persona como usted, a punto de ser padre...
R.
Digamos que la perspectiva de las cosas ha cambiado mucho en los
últimos dos años. Desde que estoy en Liverpool disfruto mucho más, me
he quitado de encima una responsabilidad tremenda que me perseguía en
el Atlético a cada paso que daba. Era aficionado y capitán del mismo
equipo y eso se convierte en insoportable. Pero, básicamente, en
Liverpool he ganado calidad de vida. Ahora puedo hacer cosas que en
Madrid me resultaban imposibles. Parece que como eres de allí lo tienes
todo para disfrutar y ser feliz pero no es así. Madrid me mataba. No
podía ir ni al cine, ni de compras; el equipo no iba bien, era una
angustia permanente. En Liverpool es todo lo contrario: te acostumbras
a ganar, puedes salir a la calle, la gente te respeta...
P. El fútbol le ha traído a Suráfrica. ¿Qué tal la experiencia?
R.
Tenía mucha curiosidad por conocer este país. Me ha sorprendido para
bien. Pensábamos que iba a ser un desastre, que no podríamos salir a la
calle, que las instalaciones serían malas. Tienen que mejorar algunas
cosas, pero la base está hecha. Para mí es importante que África pueda
organizar el Mundial, estoy encantado de que este continente, a menudo
maltratado, tenga una oportunidad de demostrarle al mundo que es capaz
de hacerlo como cualquiera. Recuerdo viendo el primer partido contra
Suráfrica que me entristeció ver que la grada abucheaba a Booth, no me
lo podía creer.
P. Nos pasó a muchos...
R.
Claro, que un país como éste, que ha sufrido tanto por el tema racial,
tratara así a un jugador blanco, me asustó. En seguida me informé,
entré en internet y fue un alivio descubrir que no le criticaban por su
raza, sino que es blanco y es un ídolo. Me parece fantástica la
capacidad de los surafricanos para cerrar las heridas del pasado. Es
una lección. Me ha gustado la gente, los niños sobre todo, que se
quedaban helados al reconocerme, con la boca abierta. Suráfrica me ha
dado mucho cariño; la gente ríe, es optimista... me llevo una
inmejorable sensación del país y de sus gentes.