Desde hace tres años, un grupo de periodistas -es un eufemismo generoso- cada vez más numerosos, se ha lanzado a una cruzada que coloca al Real Madrid como víctima de los colegiados. Su propuesta consiste en debates mezquinos donde la audiencia manda y donde resulta barato tirar la piedra mientras se esconde la mano. Allí donde la cloaca vende más que el rigor, se acusa al Barça de tener el favor de los árbitros. Lo curioso es que, a pesar de horas y horas de tertulias insoportables, los cruzados del contubernio aún siguen sin aportar ni una sola prueba de que los árbitros remen a favor del Barça. A día de hoy, nadie ha podido probar que Victoriano Sánchez Arminio, un mal dirigente, haya sido jugador, socio, simpatizante o directivo del Fútbol Club Barcelona. Debe ser frustrante para las marionetas mediáticas que escriben y hablan al dictado de su amo, que todavía no hayan sido capaces de certificar que el cántabro tiene o ha tenido vinculación con el Barça, presunto protegido arbitral. En cambio, la hemeroteca de los periódicos de la época, sumada al archivo del magnífico historiador Bernardo Salazar, refleja otra realidad bien distinta: una realidad necesaria e higiénica que concluye, de manera inequívoca, el historial del Colegio Nacional de Árbitros. Pasen y lean:
 
Alfonso Albéniz Jordana, primer presidente Colegio Nacional de Árbitros. Fue jugador del Real Madrid (1911-12), socio desde 1912 y también directivo del club de Chamartín durante ocho años, de 1913 a 1921.
 
Carlos Dieste Vega, segundo presidente Colegio Nacional de Árbitros. Jugador del Real Madrid en la campaña 1914-15 y posterior directivo merengue de 1914 a 1921.