Artechembauer
mié oct 13 11:29
Años ochenta, noche de perros en la ribera del Manzanares. Campo
embarrado, verde convertido en fango y el Betis de Gordillo, Ortega y
Cardeñosa está a sólo cinco minutos de llevarse la victoria del Vicente
Calderón. Los del "manque pierda" dominan 2-3 y están jugando bastante
mejor que el Atlético. Desmoralizado y en previsión de evitar el atasco
de costumbre cerca del río, un padre coge del brazo a su hijo y le insta
a levantarse de su localidad. "Pero papá, que todavía quedan cinco
minutos", advierte el niño, contrariado por tener que salir siempre del
estadio antes del pitido final. Pero Uría padre insiste y, viendo la
desbandada general en tribuna lateral, Uría hijo accede. A la carrera,
por aquellos escalones de cemento enfermos de aluminosis y recubiertos
de restos de pipas, palomitas y vasos de plástico con el logotipo de
Coca-Cola, los Uría alcanzan la salida y se deciden a cruzar el puente,
bajo una manta de fina lluvia. Antes de abrir las puertas de un Chrysler
rojo aparcado en doble fila, un estallido de júbilo consigue llamar la
atención de padre e hijo. Gol del Atleti. Con ánimo renovado, Uría
senior arranca, apaga el cigarro y busca el sonido incofundible de
"Antena 3". Entre la lluvia y la jungla de la M-30, la tarea no es
fácil, porque en aquellos tiempos no existía el formato digital para
sintonizar las frecuencias. A los pocos segundos, las tripas del
Manzanares descargan otro trueno, mucho mayor que el primero. Uría
senior mira a Uría junior. Al fin, a los pocos segundos, aunque con
interferencias, el radiocasette consigue que suene de fondo José María
García, repasando la quiniela. Se confirma. El Atlético, el rey del
suspense, en un partido "no aptro para cardiacos", le ha dado la vuelta
al partido en sólo cinco minutos. García avanza: "Hay que verlo para
creerlo. Juan Carlos Arteche ha marcado el empate de cabeza y en el
último minuto, le ha dado la victoria a los colchoneros, con otro
testarazo marca de la casa". En un semáforo cercano de Avenida de
América, a punto de enfilar la Nacional-II, Uría padre detiene el viejo
Chrysler y se dirige a su hijo: "Es que Arteche los tiene bien puestos.
La que tiene que estar contenta es su mujer, que se sienta dos filas
detrás de nosotros y el otro día sufrió mucho cuando le pitaron por un
fallo". Uría Jr. asintió, trató de recordar dónde se sentaba esa señora y
se puso a imaginar, camino a casa, cómo habrían sido los dos goles de
"Artechembauer", que después vería en el mítico "Estudio Estadio".
Muchos
años después de aquellos dos truenos de Arteche ante el Betis en una
noche de perros, Uría senior había retirado su carnet de socio por la
nefasta gestión "gilista" y Uría Jr. intentaba ser periodista. De esa
guisa, durante una cena familiar y después de un programa televisivo, el
hijo charló con su padre: "¿Sabes con quién he estado hoy en el
programa de María José Navarro? Pues con Juan Carlos Arteche, el mítico
"Artechembauer". Está como siempre, hecho un fenómeno y sin pelos en la
lengua. Ha vuelto a pedir un Atlético sin Giles, limpio, honesto. Un
club que sea de todos y no de dos". Mi padre me miró fijamente y no dudó
en sentenciar: "Rubén, ya no quedan tíos como Arteche. Con este, el
molde se rompió. Si hubiera más Arteches en la vida, habría menos Giles
en la vida". Juan Carlos Arteche llegó al Atlético en 1978, procedente
del Racing de Santander, ganó la Copa del Rey de 1985 ante el Athletic,
la Supercopa de España ante el Barça y fue miembro de aquel pedazo de
Atleti que sucumbió en la final de la Recopa ante el Dinamo de Kiev.
"Artechembauer" era un defensa a la antigua usanza. Un seguro de vida
por arriba, un central durísimo pero noble y un hombre que miraba a los
ojos. Dejó su huella en el Atlético, siempre tuvo el cariño de la grada y
fue un líder en el vestuario.
Después de diez años partiéndose
la cara por el Atleti, en 1988, Arteche, Landáburu, Quique Ramos y
Setién fueron despedidos por Gil. Arteche no se arredró, defendió un
club más limpio y siempre dejó claro que el estilo de aquellos
dirigentes poco o nada tenía que ver con las formas señoriales del
Atlético al que él llegó. Denunció ante Magistratura y ganó por despido
improcedente. Se retiró en 1989, a los 32 años, después de jugar 308
partidos (304 como titular), marcando 18 goles. Fue el cuarto jugador
con más partidos en la historia del Atlético por detrás de Adelardo
(401), Tomás (367) y Collar (338). Esta noche, Arteche falleció en
Madrid, en la Fundación Jiménez Díaz, a los 53 años. Luchó como un
jabato contra una larga enfermedad, pero acabó comprendiendo que en esta
vida, la muerte es el único partido que no se puede ganar. Como central
del Atlético fue un titán. Como opositor al Gilifato fue un referente. Y
como persona, fue un 10. "Artechembauer", descanse en paz.
Rubén Uría / Eurosport
http://es.eurosport.yahoo.com/futbol/ruben-uria/article/15100/