Es difícil enjuiciar futbolísticamente un partido y a un equipo, y puede que hasta injusto, cuando se produce un arbitraje como el de hoy, que condiciona por completo los acontecimientos con dos decisiones tan injustas y asquerosas en dos momentos clave: el primer y el último minuto de la primera parte. Con relación a esto, quiero señalar otra cuestión: dejando a un lado que nuestros apropiadores indebidos pintan menos en la Federación que la Tomasa en los títeres, me cabrea la incapcidad de este equipo para presionar a los árbitros en el campo. En la jugada del primer penalty hay que comérselo vivo ya, aunque despache dos o tres tarjetas amarillas, porque si no lo haces y te quedas como si te hubieran pitado un saque de banda al revés, ya das una señal al hijo de *** de turno de que hay barra libre.
Pese a todo, hay algunas cosas que no me resisto a comentar. Nuestros medios centros no sacan un balón jugado con decencia ni sin querer. Este equipo sólo sabe jugar desde el máximo esfuerzo (imposible de sostener mucho tiempo) o desde el cierre a loa numantina y con pelotazos, porque, aparte de la baja calidad de su centro del campo, lleva años jugando como un equipo de futbolín: rígido, sin movilidad, sin facilitar la circulación fluida de la pelota, y da igual quién lo entrene. Reyes es un caos absoluto, jodiendo una jugada tras otra con esa chuponería desesperante e infructuosa. Y poner a Costa en la posición en la que ha jugado hoy es propio de un indigente técnico-táctico.
No es extraño, por tanto, que un equipo bien plantado, con orden, movilidad y buen nivel técnico nos dé un repaso como el que nos ha dado. Pero insisto, quizá todo esto sea muy injusto.
Y a todas estas, ya hemos jugado con todos los de arriba menos el Trampas y hemos sacado un punto, además de dejar el gol average muy jodido con dos de nuestros tres téoricos rivales directos por un puesto en Champions. Mala cosa.