De verdad que no sé que fútbol veis algunos. Cuando hay que cabrearse con el equipo soy el primero en hacerlo pero lo de ayer sólo te puede llevar a cabrearte con el árbitro. Sales dominando el partido, a las primeras de cambio te hacen un penalty. Bueno, va, seguimos. Haces un gol, que es tan dudoso el fuera de juego que el reglamento dice que hay que darlo, porque en caso de duda extrema, se da. Venga, va, seguimos. A la primera que te llegan te hacen gol. Bueno, venga, va, seguimos... Termina la primera parte que has dominado y te birlan otro penalty más claro que el anterior. Y luego en la segunda parte otros dos. Así es imposible ganar un partido importante fuera de casa contra un equipo que hoy por hoy está muy parejo al tuyo. Por no hablar de varias faltas concedidas al Villarreal más que dudosas al borde del área y de varias faltas a Reyes, Simao, Aguero y Diego Costa no sancionadas en las mismas condiciones en el otro campo. Generalmente hablar de los árbitros como justificación para un resultado no me gusta, pero ayer es imposible no hacerlo.
El partido sólo se justifica en función de la actuacióna árbitral. Son demasiadas acciones decisivas para que no tengan más peso que ninguna otra cosa, incluida la lamentable actuación de Perea, que no sería el máximo responsable en los dos goles, aunque compartió culpa, ni fue culpable de la derrota, pero que tuvo una actuación, una más, lamentable, indigna de un profesional. Sinceramente, si no os da pena, o risa en el peor de los casos, verle sobre un terreno de juego no entiendo nada de este deporte. Que corre, que te corta tres balones apurados, sí, puede, pero es que el resto es tan lamentable que muchas veces me entran ganas de que le peguen el tiro de gracia, como a los animales que se han roto una pata. De pura pena. No entiendo como alguien puede soportar ver a este tío jugando al fútbol sin que le entren los siete males.