Pregunta. ¿Qué hace ahora en su tiempo libre?
Respuesta. Devoro libros. He acabado El imán y la brújula y estoy con El jardín encantado. También veo fútbol, es mi profesión.
P. ¿Le da miedo no recibir ofertas o que solo sean para salvar a equipos de la quema?
R. No soy una persona ansiosa o que me agobie. Hasta ahora he tenido
ofertas durante 13 años, que son los que llevo en Primera. Lo que llegue
se estudiará. Está claro que esto tendrá un final porque empecé en el
82, en un equipo de Regional. Pero, de momento, hay ilusión y energía
por seguir.
P. ¿Usted, como alguno de sus compañeros, no tiene
la curiosidad de ver in situ a Guardiola y Mourinho para tomar nota de
sus métodos de entrenamiento?
R. No. Pero sus equipos no tienen rival en la Liga
ni en Europa. Llevan dos años escandalosos. Su poder económico es
brutal. Y este Barça, por su filosofía autóctona, pasará a la historia.
P. Con el Atlético propuso una idea de juego similar, ¿verdad?
R. Sí. El Atlético es un equipo grande y tiene que
jugar como tal. Pensamos que debía desplegar una fórmula atractiva para
el público que no estuviera exenta de calidad. Hay otros esquemas más
fáciles que darían resultado inmediato, pero pensamos que eso sería
mejor a la larga. No era una locura. Intenté cambiar el contraataque
puro y duro porque antes se dependía solo de Agüero y Forlán y nosotros
pretendíamos que fuera algo colectivo.
P. ¿Qué falló?
R. En lo ofensivo, cuando robábamos el balón,
teníamos mucha gente en campo contrario. Iba bien. Pero en lo defensivo
solo había un medio de contención y se exigía una gran basculación...
"No tuve la fortuna de ser un jugador de élite, de tener un nombre. Lucho contra ello”
P. Es decir, que los medios no corrían lo que debían.
R. El factor de no defender en el centro del campo
era peor fuera de casa, donde nos faltaba ese punto de intensidad. En el
Calderón dominábamos mucho y teníamos números parecidos al Barça y el
Madrid. También nos falló el no ganar fuera. Asumiendo lo errores que
tuve, hubo partidos que no debimos perder. Con datos objetivos, faltó
suerte. Con cuatro o cinco puntos más, habríamos estado en Europa. Eso
significaba no crear inquietud ni nerviosismo.
P. ¿Cree que, a nivel institucional, nadie le tiró un cable?
R. Llegué porque me quisieron y me despidieron al entender que no cumplíamos los objetivos. Estaban en su derecho.
P. ¿Se le rebeló el vestuario?
R. Lo niego categóricamente. No miento, sería
absurdo. Podría responder con evasivas. Era y es un grandísimo vestuario
de profesionales y personas.
P. ¿Qué le ocurrió con Reyes?
R. Nada anormal en la relación entrenador-jugador,
que es impartir justicia entre rendimiento y efectividad. Reyes empezó
como titular, pero luego fue un inconveniente porque el público le pedía
en el once y no podía jugar con 12. Pero solo eran números sobre la
mesa. No he tenido problemas. Es un chaval magnífico.
P. ¿Le gusta el Atlético de Simeone?
R. La transformación es positiva. El fútbol no tiene
patentes de que por un camino se gane siempre. Es obvio que es otro
estilo, un juego mucho más conservador que el mío: futbolistas por
detrás del balón, con una medular más física e intensa. Pero nosotros
también lo habríamos conseguido. No me equivoqué.
P. ¿La diferencia es que Simeone no debió convencer a nadie?
R. Eso es una gran ventaja. Pero siempre he luchado
contra esa variable. No tuve la fortuna de ser un jugador de élite, un
nombre para que no se me ponga en duda. He trabajado con resultados. Y
con el Mallorca gané la Copa de 2003. Pero eso de los títulos está
sobrevalorado. Más que nada porque ahora solo están al alcance de dos.
Por eso quise consolidar un proyecto en el Atlético, un sello que fuera
recordado.
http://deportes.elpais.com/deportes/2012/03/24/actualidad/1332616753_244573.html