Hoy parece tan lejano… Apareciste en Madrid en el verano de 2011, con discreción, sin barba y con cara de niño.
La verdad es que no nos emocionabas demasiado, muchos ni siquiera te
conocían, otros te recordábamos de algún partido europeo del Galatasaray
y, especialmente, de aquella Eurocopa de 2008. La mayoría estaban
escépticos con tu fichaje; más pendientes de otros nombres de mayor
lustre como Falcao o Diego Ribas, no
fue la tuya una llegada avasalladora, de camisetas y presentación
televisada. Pero pronto cogiste la pelota, te presentaron a la grada del
Calderón y comenzaste a jugar. Te costaba correr al principio, con Manzano remoloneabas más de lo conveniente, como todos por otra parte, pero luego llegó el Cholo y te explicó que también se puede correr hacia atrás, tú lo entendiste y, poco a poco, te fuiste haciendo mayor. Crecían los rizos y la barba, a la vez que aumentaba el cariño de una hinchada
que comenzaba a decir que eras distinto, que sonreías cuando otros se
enfadaban, que frenabas donde los demás arrancaban, que pisabas el balón
y lo escondías el tiempo que a ti te parecía bien. De repente,
decidimos convertirte en el símbolo de un movimiento contracultural: el ardaturanismo.
Hoy creo que nunca entendiste muy bien de qué iba, pero te hacía gracia
y cuando te hablábamos de eso, nunca decías que no. Aprendimos a
pronunciar Bayrampasa y todas esas historias del agua y la luz.
Mientras leíamos sobre ti, tú siempre
tenías un regate más y aquel antiguo escepticismo se disolvió en noches
mágicas, inolvidables, como aquella de Bucarest, cuando levantaste tu
primer título de rojiblanco. Qué bien sabía la Europa League. ¿Recuerdas cómo llorabas en el vestuario?
Parecías un niño envuelto en su bandera de Turquía mientras te
emocionabas pensando que te pasaste todo el año insistiendo en que
ganaríamos ese título. Parecía que seríamos eternamente jóvenes, que no
se nos gastaría el amor. Ya eras uno de los nuestros. Qué raro suena eso
ahora.
Inventamos para ti una religión,
te hicimos símbolo de un movimiento contracultural, nos dejamos barbas y
aprendimos dónde carajo estaba Bayrampasa.
La luna de miel continuó en la temporada
siguiente. Tú te empeñabas en hacer como que no hablabas español y
nosotros te reíamos las gracias. “Cómo mola el turco”, repetíamos a quién quisiera escucharlo. El “Arda mola” llegó a ser una prueba de buen gusto. No se podía ser hípster en Madrid si no eras ardaturanista.
Hasta las chicas te miraban mejor si te gustaba Arda. Cuando al final
del año, levantaste la Copa en el Bernabéu y te rapaste la cabeza
mientras gritabas “slowly, cabrón”, entraste definitivamente en el Gotha rojiblanco. O eso creíamos. Pensábamos que estabas entendiendo de qué va esto del Atleti. Cómo nos gusta engañarnos. Supongo que el fútbol también es eso: abdicar de la realidad para ser un poco más felices.
“Estoy muy feliz. En España y en el
Atlético. Somos un buen equipo, con buenos jugadores y eso está bien,
pero lo realmente importante es que en este vestuario hay buenas
personas: los compañeros, el staff médico, los utilleros, los empleados…
Me siento como en una familia. No paro de sonreír. Se ve ¿no?”, eso
decías el verano de 2013 ante los rumores de tu marcha. Te creíamos,
Arda. Y más aún te creímos cuando en noviembre renovaste hasta 2017. El ardaturanismo se consolidaba: “Me
siento muy feliz por haber ampliado mi contrato con el Atlético.
Después de estos dos años con la camiseta del Atlético me siento como
parte de esta gran familia que es el club. Si yo estoy tan
contento como para que el club quiera que siga es gracias a mis
compañeros y a todo lo que estamos consiguiendo juntos. No sólo
quiero agradecérselo a mis compañeros sino a los directivos y a todos
los que trabajan en el club porque entre todos formamos esta gran
familia”. Nosotros te escuchábamos sonrientes decir esas cosas tan
bonitas de la familia atlética y te aplaudíamos hasta los errores.
Demasiadas veces estabas con alguna molestia o pequeña lesión que te
dejaba fuera alguna semana pero nos lo tomábamos con paciencia y cuando
volvías tuiteábamos que los niños ya sonreían y que los pájaros volaban
otra vez en Bayrampasa. Hasta ese punto nos llevaste.
No sabíamos ya cómo agrandar más la admiración por ti así que decidimos dejarnos barba. Todos, mujeres incluidas. De repente, el mundo rojiblanco era una inmensa barba. Qué lejos estábamos de imaginar que la barba era postiza,
que los corazones que enseñabas a la grada eran de quita y pon. Ganamos
juntos la Liga y luego la Supercopa, por el camino te olvidaste de
jugar la final de la Champions. Tú y tus malditas lesiones. Desde
entonces vivimos convencidos de que contigo aquella noche, hoy
tendríamos una Champions. No pasa nada, también eso te lo perdonamos,
los atléticos sabemos querer a los nuestros. Pero este último año, se fue instalando la sombra de la duda en una relación que creíamos perfecta…
De repente, decidimos convertirte en el símbolo de un movimiento contracultural: el ardaturanismo.
Dicen que el amor es una decisión que se
toma cada día. Yo añadiría que, cuando es verdadero, se toma sin
esfuerzo. Uno no se levanta cada día con miedo a que le dejen ni
pensando en dejar. Uno no se despierta haciendo esfuerzos para querer a
su hijo o a su madre, simplemente sucede, fluye. Hacía ya tiempo que nos estábamos levantando con la sensación de que algo no iba bien,
pensando que esto podía acabarse, con una extraña sensación de lunes
metálico. Que si una bota a destiempo por aquí, que si una expulsión que
no toca por allá, que si es bueno pero no decisivo, que si te conviene
otro con mejor trabajo, uno con oposiciones y no ese artista sin oficio
ni beneficio… Por ambas partes íbamos siendo conscientes de un runrún
creciente. Fingíamos ante la gente que todo iba bien aunque en los últimos tiempos ya no era así. De alguna manera lo sabíamos, aunque no quisiéramos hablar de ello.
Pero hay muchas formas de acabar y, seamos sinceros, tú no has sabido hacerlo. Cuatro años juntos merecían algo más que un par de tuits y una carta. Casi me mandaste a otros a decírmelo, en vez de tener la gallardía de venir a casa, apagar la tele y decirme “tenemos que hablar”.
No, tú te fuiste a casa de tu madre con la excusa de las vacaciones, me
dejaste a mí en este Madrid que se derrite en cada esquina y cuando
quise darme cuenta, ya habías mandado a los del camión a recoger tus
cosas. El Atleti, el verdadero Atleti, el de la grada, no ese obsceno de
despachos y moquetas, no merecía esto.
Inventamos para ti una religión,
te hicimos símbolo de un movimiento contracultural, nos dejamos barbas y
aprendimos dónde carajo estaba Bayrampasa. Nada de eso te ha
servido. Has cambiado, Arda, has cambiado. O quizá nunca fuiste como nos
gustaba pensar que eras. Quizá solo eras uno más y entre todos creamos
la ficción de que eras distinto. Quisimos ilusionarnos y lo hicimos.
Molaba eso de Bayrampasa, resultaban evocadoras esas resonancias
orientales y tú, para qué negarlo, siempre fuiste un tío simpático,
cercano, con la sonrisa a punto y ese “slowly cabrón” con el que tanto nos reímos. Teníamos ganas de que nos conquistara alguien distinto y en el fútbol rocoso e industrial de este Atleti de Simeone, tú ponías la nota de color.
Nos entregamos sin preguntas a tus regates de cadera, a tus
desconexiones y a tus dedos (hoy tan falsos) formando corazones que
entregabas a la grada. Hoy recuerdo todo eso con media sonrisa amarga y
un inexistente cigarrillo columpiándose en mis labios. Me has hecho un
poco más cínico.
Pudiendo ser distinto, no lo has sido.
Ya eres uno como tantos que acaba sacrificando el amor de su gente por
algunos ceros más. Parecías especial, con tanto tirante y tanta foto en
blanco y negro. Pero no. Enhorabuena, ya lo has conseguido, ya juegas en
el Barça, ya puedes repetir todas esas aburridas frases que hablan de
sueños cumplidos y demás sandeces que se dicen en estos casos. Ya eres uno más, que te aproveche.
Profesor
UCM. Consejero editorial de Al Poste. Autor de El genio de Bayrampasa,
Leyendas de la Premier y Maltrato de la Hª de España. Tertuliano en
Punto Pelota.
@JuanesPREMIER
Como es una carta de despedida, escrita por el autor de su libro, pienso que deberia ser el ultimo post del judas turco.Saludos
Fernando Torres. En su despedida.“Cuando lleguen los malos momentos, cuando desde fuera quieran dividirnos y decir que las cosas van mal, en esos momentos que seguro que llegarán, me gustaría que recordarais el orgullo que sentís ahora. Todos somos uno. Eso es ser del Atleti”.