Radamel Falcao, máquina de rematar
Radamel es el nombre de moda en el fútbol español. No sé qué significa. Es más, ni siquiera sé si existe ese nombre en el santoral. Unos me han dicho que le suena a nombre de ángel y otros me dicen que, posiblemente, sus padres se lo pusieran, simplemente, porque sonaba bien. Colombia es una tierra de son. De música. De vallenato. Y eso lo mueve todo. Por curiosidad, he buscado en Google el significado de Radamel y no lo he encontrado. Y eso que han aparecido 2.290.000 referencias sobre él. Pero, curiosamente, 2.290.000 referencias sobre la misma persona. Todas sobre Radamel Falcao. El nuevo nueve del Atlético de Madrid.
¿Quién es este colombiano que vino de Portugal y que en el área se eleva sobre los demás jugadores como si estuviera en una melé de rugby, levantado por sus compañeros? No se sabe bien. Se sabe que también jugó en Argentina. Pero ha debido de estar escondido porque, por lo que ha demostrado en España en tres partidos, tenía que haber sido fichado en subasta pública con los grandísimos equipos del mundo pujando por él. Jamás vi a nadie con tanta facilidad para rematar. Y eso tiene que deberse a algo. A qué sabe ponerse en el sitio justo para rematar o a que una goma tira de él desde el cielo y le hace llegar a donde no llega nadie.
Es igual. Posiblemente, esté buscando una explicación a su portentosa actuación en los dos últimos partidos del Atlético y eso sea imposible. Los espectáculos no se explican, se ven, y Radamel es una espectacular máquina de rematar balones.
Dicen que su juego es un compendio de todos los delanteros centros que ha tenido el Atlético a lo largo de su historia. Y son más de cien años. Dicen que tiene cosas de Silva, y de Carlsson, y de Escudero, y de Vavá, y de Mendonça, y de Gárate, y de Baltazar y de Hugo Sánchez. Incluso de Penev y de Hasselbaink.
Creo que exageran. Yo sólo puedo afirmar que ha puesto de pie al viejo y ajado espíritu del Atlético de Madrid y que a mí me ha reconfortado con el número 9. Con él he descubierto que el delantero centro aún tiene sitio en el fútbol moderno. Un fútbol moderno en el que los jugadores se limitan a llegar al área para marcar. Radamel Falcao, en cambio, vive en el área y entra a por todas. Y lo mejor es que las remata todas. Y eso es la esencia del fútbol eterno.
Algo que no pasaba en el Atlético de Madrid casi desde que jugaba en el Metropolitano.