Llevo todo el día con el cabrón del escáner y no le ha dado la gana funcionar, así que... (respiro hondo)
En el ABC de hoy:
A LA ORILLA DEL RÍO
El día de la marmota
El Atleti no mereció perder ayer. Debió ganar, pero poco importa. Felicito a los atléticos, a los pseudoatléticos e incluso a los dinamiteros que quieren ver derrotas rojiblancas solo para llenarse la boca, señalar e incendiar. A los que han matado a Manzano antes de firmar su contrato, a los que le han ido matando por su amiguismo con jugadores descontentos o de entrenadores sin trabajo, y a los que le han ayudado a caer, por falta de confianza o por se un conejillo de indias de una guerra absurda.
Desde luego que el míster tiene parte de culpa, pero no toda. Ayer no fui al campo. Me niego a ser partícipe de la caída de los míos. Y es que el jueves contra el Rennes lo pasé mal. Muy mal. La gente es libre de expresar su opinión, de mofarse y reírse de sus jugadores, de decidir no apoyar sino todo lo contrario. Pero no estar al lado del equipo en los malos momentos no es propio de la afición que yo conocí cuando pisé por primera vez el Calderón allá por 1986. La afición está cansada, pero ya no sabe contra quienes dispara y, entre tanto caos de identidad, algún inocente cae por el camino.
Por el Atleti y su historia urge encontrar una solución, pero la confianza no se compra y solo un valor tan cotizado aportaría la paciencia suficiente para formar un equipo. Pero ¿quién cuenta con la confianza y el dinero suficiente para revertir esta situación? Nadie. Así, mientras aparece El Elegido, que la prensa siga incendiando, pues el drama en el Manzanares cotiza al alza, que la afición siga pensando que cuanto peor vaya el el equipo antes habrá un comprador para el club, y que los responsables directos sigan sin confiar en los proyectos que emprenden. Flaco favor le hacemos todos al equipo, pero ¿a alguien le importa?
Gonzalo Miró