No quebrantaré mi solemne promesa de no alimentar el "troll", pero debo escribir lo que sigue porque lo de este hilo, que acabo de leer, pasa de castaño oscuro.
Vamos a ver, como quiera que hace unos meses le hubiera regalado de buen grado una mortaja Lacoste (equivalente a la piel de cerdo para estos talibanes de la izquierda fascista), intenté informarme de quién era el tal Trenti. Para mi sorpresa, resultó que existía de verdad, no era un personaje “virtual”. Una vez más, la realidad supera a la ficción, incluso para demostrar que niveles extremos de estupidez no son deletéreos, y animales con tan grandes taras pueden sobrevivir e incluso medrar en la selva de esta Sociedad nuestra alimentándose de tolerancia (la misma que ellos niegan a los demás con garbo “internacional-socialista”) y, cómo no, de la siempre irresponsable transigencia. Entonces decidí postergar sine die la cosa del sudario lacostiano, porque a fuer de ser sincero, resultaba y resulta entretenido observar el especimen, aunque sea tras la reja de la jaula que él ha construido para sí.
El payaso en cuestión tiene todos los componentes tragicómicos que a su naturaleza corresponden: petulante prepotencia (ya dije una vez que el cómico circense no se resigna jamás a su papel de telonero, así tiemblen equilibristas y domadores de fieras), mediocridad, oportunismo y, en este caso en particular, una tendencia compulsiva al narcisismo voluptuoso, del tipo “dadme un espejo que me corro”. Esto es, hablamos de un magnífico ejemplar de Paranthropus masturbatorius, más conocido por sus nombres comunes de orang-onán, o parlantín pajilleru en su variedad cántabra, especie en vías de extinción que conviene salvaguardar de la presión que la Sociedad en general y las mujeres en particular ejercen sobre ellos, en su fascista y reaccionario intento de evitar que tales bestias parasiten la primera y malbaraten el tiempo y la prole de las segundas. Yo, Señores, me opongo a tales prácticas: protejamos la vida del orang-onán.
Pero claro, todo tiene un límite y a veces hay que dar un latigazo al animal para que no se salga de su papel natural. Porque equiparar sufrimiento e índole de asesinados y asesinos, como ha hecho reiteradamente en este hilo, provoca náuseas. Y es por lo que ahora escribo estas líneas, malgastando mi tiempo y el de Vds. si las leen, el mismo que podríamos dedicar a hablar de temas mucho más interesantes.
Al que bombardea este Foro con sus flatos desde hace algunos meses, y que áulicamente se presenta como “Historiador”, le huele todavía el culo a banqueta universitaria (a pesar de haberla frecuentado lo justo), porque es un recién licenciadillo en Historia, con resultados que excuso comentar por obvios. Vaya, como el que se acaba de sacar un carné de conducir de tercera y va diciendo que es “piloto”. No lo hace solamente aquí, también utiliza tal título cuando “se invita” a sí mismo a coloquios y conferencias que él mismo organiza, en forma de convocatorias de “asociaciones culturales” (?) de cuatro gatos para otros tantos, que perviven –de momento– gracias a la ayuda económica del fascista Estado Español, cuyos impuestos pagamos nosotros.
De sus logros como cuentahistorias, que no “historiador”, es destacable una carta suya al director de “El Diario Montañés” en la que criticaba con sesudos argumentos la construcción de un monumento al "gran opresor y genocida del pueblu cántabro" Marco Vipsanio Agrippa. Sí, Señores, han leído bien: Marco Vipsanio Agrippa, el mismo citado en la inscripción del Pantheon de Adriano en Roma, general y cónsul romano que allá por el 20 a.C. tuvo la pésima idea de apaciguar los salvajes de Cantabria sin contar con que más de dos mil años después un enemigo implacable, el irredento parlantín pajilleru, le atacaría sin piedad cuando ya no podría defenderse. Excuso comentarles el descojone que produjo la cartita de marras en los pocos que la leyeron.
Por lo demás, es conocido por ser un pedante donde los haya y de ejercer de cultureta wikipediano (por cierto, me pregunto qué pensaría si supiera que Wales es judío y, según dicen, al servicio del sionismo), auto-construido al calor de internet y de cuatro libros mal leídos y peor asimilados. Participa en miles de foros, donde le acusan, aparte de ser un “plasta”, de su obsesivo abuso del “copy & paste”: siempre escribe literalmente lo mismo y con las mismas citas bibliográficas tergiversadas a su antojo. Dicen de él, también, que allí donde se siente fuerte se convierte en un satrapilla de mucho cuidado, y que no soporta que le contradigan. Lo más interesante es que “los suyos”, esos cuatro gatos a los que me refería antes, tampoco lo “tragan” gran cosa: le tildan de ser un “black block” de salón (él dirá un ideólogo), sin huevos (él dirá prudente en la elección del momento propicio de la “regüelta”), y de jugar a maricón con culo ajeno (él dirá inteligente estratega), como cuando arenga “acciones de okupación” de propiedades privadas sin participar en ellas. Eso sí, llega tan puntual a las eufóricas celebraciones tras la “acción confiscatoria” como jamás está cuando la Guardia Civil expulsa a los heroicos “okupas”, quienes se “comen el marrón” mientras él se harta de sidra y aporrea un teclado para apoyarles en su “arresistencia revulucionaria” (jodó, mira que suena paleto, pero respetemos la que el pajilleru llama “llingua cántabra”). Lo dicho: ni sus correligionarios lo digieren. “Es un trepa, pero lo tenemos controlau”, dicen, mostrando cómo lo llevan en el último lugar de una lista electoral, incluso de su mismo pueblo, cuando el “partiduco” al que pertenecen y en cuya fundación ha participado se presenta a unas elecciones (con el éxito que Vds. se pueden imaginar). Como hay gustos para todo también hay quien le quiere bien, y éstos aseguran que es buena gente y, “a pesar de las sus ideas”, perfectamente inocuo.
Así que como ven, no les he engañado: la historieta tragicómica del personaje mueve más a la compasión que a la inquina, ¿verdad?
A pesar de todo, no me parece científicamente aceptable prescindir de una prueba definitiva para cerciorarnos de que no estemos todos equivocados y realmente vivamos en un Estado terrorista con sicarios dispuestos a torturar al disidente, tal y como nuestro parlantín pajilleru propugna. Les pido consejo sobre ello. Se trata de la prueba experimental: tras su reiterada apología del terrorismo etarra y de otros grupúsculos del fascismo de izquierda, bastaría denunciarlo, y créanme, las víctimas de sus defendidos (y yo mismo, por lo demás) tienen medios para hacer llegar la cuestión a la instancia judicial más indicada. Si su juicio sobre la opresora Ejpaña es cierto, le detendrán, le llevarán al cuartel de la Guardia Civil, donde será “porculizado” con una “tonfa” por su parte larga, le obligarán a cantar el “Cara al Sol” endosando un polo de Lacoste (estos sí que se lo pondrán, que los picoletos no se andan con tontunas), y quizá hasta le envíen a un “gulag” en Perejil donde le dejarán al cuidado de un guardián moro, cariñosón, y con elefantiasis genital. Si así ocurriera, deberemos entonces tragarnos nuestro orgullo de “opresores ejpañoles fascio-imperialistas”, como somos a decir del buen orang-onán, disculparnos con él, pedir el alta en el “partiduco” que él decida y hacer votos de adhesión a la “muvición revulucionaria cántabra”. Si, por el contrario, no sucediera nada de ello, el interfecto deberá abstenerse de cualquier manifestación de su imperial imbecilidad mientras siga pululando por este Foro, dedicado al Atlético de Madrid, club por el que declara "sentir cierta simpatía por tener seguidores obreros y de izquierdas” (sic) (aún sectaria, bien venga tal definición, porque el anterior mastuerzo que “cortó” la afición del Atleti “a su medida” hablaba de drogadictos y putas, pero siempre de ello se trata: sectarismo tan excluyente como superfluo). Y ni siquiera le exigiría pedir disculpas por su pertinaz coñazo, ni largarse, que en todas las cortes ha habido bufones. Mucho menos le instaría a una reflexión, porque sé que es un imposible en su limitación cefálica.
DXXXX SXX GXXXXXX LXXXX (D.N.I. nº XX.XXX.054), se llama el sujeto, aunque él prefiera responder a “DXXXX”, por cantabronizar su nombre de pila, y quizá para alejarlo del de Santiago, patrón del Estado invasor (por cierto, me ahorro un comentario sobre el origen de su primer apellido para evitarle un trauma). Todos los datos aquí reflejados son de total y absoluto dominio público por voluntad del susodicho o, en su defecto, a mayor demostración de su desmesurado grado de idiotez y narcisismo.
Entonces, Señores, ¿qué hago? ¿procedo a dar curso a la prueba empírica o nos arriesgamos a seguir todos en la ignorancia que “el DXXXX” nos atribuye? ¿denuncio o no denuncio? Vds. me dirán.
Estoy seguro que el aludido entenderá la razón de ser de estas líneas, porque convendrá con Bertholt Brecht en que el que no sabe es un imbécil (su caso), pero el que sabe y calla es un criminal, y no quiero pasar por tal.
Saludos.
EDITADO: PARECE SER QUE LA ADMINISTRACIÓN DEL FORO HABÍA CANCELADO LA PARTE FINAL DEL MENSAJE. NO HABIENDO RECIBIDO RESPUESTA A MI PETICIÓN DE MOTIVACIONES Y PARA EVITAR TAL CENSURA, OPTO POR OCULTAR PROVISIONALMENTE EL NOMBRE DEL PERSONAJE, QUE PODRÁ ASÍ, ENMASCARADO TRAS UN PSEUDÓNIMO, SEGUIR INSULTANDO IMPUNEMENTE A LAS VÍCTIMAS DEL TERRORISMO Y, NO MENOS GRAVE, A NUESTRA INTELIGENCIA.