Pero ¿por qué hemos de tener nosotros cuidado de no endiosarle? ¿Somos sus padres, sus hermanos o su novia? ¿Somos, siquiera, un primo segundo suyo? Cuando ves a una mujer bonita, ¿dejas de mirarla por no alimentar su autocomplacencia? Lo que tal vez hagamos es dejar de hablarla por no poner en peligro la nuestra, que es lo que nos recomiendas con Óliver, pero yo no estoy de acuerdo. Comparto contigo, Axtéris, el afán desmitificador y la retórica prudente pero con aquello que nos apasiona no podemos emplear un lenguaje de psicólogos en acto de servicio. Y, contra lo que pretendan sugerir las insidias de Duarte, a quien tanto queremos, ciertas habilidades y ciertas intuiciones de Óliver yo no las he visto en jugadores de su edad, aunque se llamen Koke, mucho menos de la Sagra u otros. Si al final acaba en el Indauchu diremos que ha sido una pena y, francamente, más que por él lo sentiremos por nosotros.