Van pasando los dias y yo no me bajo de la nube. Somos, sin duda, los mas grandes porque somos, sin duda, capaces de crecernos en las adversidades. Cobran en estos dias especial significado los versos del Cantar del Mio Cid: "¡Dios, que buen vassalo si oviesse buen señor!". ¿Que sería de nosotros con una directiva decente y preocupada por el Club y no por sus intereses?.
El viernes quise acercarme a saludar a tanto buen atlético. Me desvié de la ruta y me comí un atasco de entrada de padre y señor mío, con lo que me conformé con pasar con el coche por la Castellana, ver el escenario de la final, maldecir a la Cibeles y saludar antes que nadie a Neptuno, que esperaba paciente y con sonrisa socarrona ante la parafernalia que tan inútilmente estaban montado un poco mas arriba, hasta salir por Atocha en dirección a casa. Dos horas, oigan, dos horas desde Alcobendas hasta salir de la ratonera. Ya se me había olvidado como se la gasta la capital en dias de lluvia. Asi que me quedé con las ganas de saludarles personalmente. Otra vez será.
Eso si, gracias a D. Pasaba y a D. Van Basten que se acordaron de un servidor, me acercaron un poco a la grada y me permitieron mandar un abrazo virtual a todos, cuando a lágrima viva, descargaba toda la tensión acumulada. Lágrimas que, esta vez si, salían como un borrador de duros recuerdos.
El partido requeriría por mi parte un visionado de nuevo, porque ver a Gabi levantar esa Copa me hizo perder cualquier capacidad de analítica. Todos fueron enormes. Los jugadores y el cuerpo técnico. Y la afición, ¡ay la afición!. Un sobo absoluto desde muchos minutos antes de que empezase el encuentro. Hasta el árbitro estuvo mas que correcto y no lo tuvo nada fácil. Me alegro por el, porque es un tipo al que conozco personalmente y se lo merece.
En fin, que seguimos sufriendo. Porque no diran ustedes que no es un sufrimiento tener que disputar Supercopas en agosto, con esos calores. Enhorabuena a todos, señores CAMPEONES.
A lo que yo veo, amigo Sancho, estos no son caballeros, sino gente soez y de mala ralea. Dígolo, porque bien me puedes ayudar a tomar la debida venganza del agravio que delante de nuestros ojos se le ha hecho al Atlético de Madrid. (El ingenioso hidalgo D. Quijote de la Mancha. Versión libre adaptada).