Atlético: Maneras de vivir
Jugó
para ganar ante el Levante y perdió. Jugó para ganar ante el Málaga y
empató. Suficiente para que los que gustan de apelar a la prótesis del Pupas,
los que llevan toda la vida diciéndole a los atléticos que no pueden
hacer las cosas, vuelvan a ocupar su puesto natural en la venta de
aceite de ricino. A los creadores del ya caerá se les añaden los del
lirio en una mano y el resultado en la otra. Ya saben, Pacino dixit:
‘Cuando la porquería se desparrama, unos huyen y otros se quedan’. Hay
quien aplaude en la victoria y reniega en la adversidad. Llevan tantos
años invocando fantasmas, leyendas negras y fatalismos de todo a cien
que, por alguna razón ignota, son incapaces de disfrutar y ponderar la
naturaleza de este Atlético. La realidad es que no existe, en este mundo
ni en el más allá, un solo atlético que no hubiese firmado este
escenario de final de temporada, para tener una oportunidad, sólo una
oportunidad, de aspirar a voltear su historia y poder derrotar a sus
enemigos. De eso no entiende el reproche constante, ni el club del
complejo pretérito. Que si el Pupas, que si Gil. Enfrente, cholismo: cura del gilismo y vacuna del pupismo.
Más allá del disgusto puntual de dos resbalones inesperados y la
sensación haber dejado pasar una oportunidad, al fondo, a la derecha, la
realidad. El Atleti se jugará la Liga
con el Barça y la Copa de Europa con el Madrid, un guión de Hollywood.
Una historia que aún no tiene final, pero sí un kilómetro cero, Simeone.
Un señor que, con menos dinero que otros pero más ilusión que todos, ha
armado un equipo competitivo y con ardor guerrero. Podrá quedarse sin
Liga y también sin Champions, quién sabe, pero este Atlético no tiene el
corazón partío, ni necesita tiritas. Lo dijo Luis y lo demuestra
Simeone: si el Atleti es el Pupas, otros son el costras.
Los atléticos tienen derecho a sentir su equipo con plena libertad,
pero pueden elegir de qué modo quieren afrontar su destino. A un lado,
el miedo, las pupas y los fantasmas. Al otro, licencia para creer y
disfrutar del orgullo de un equipo que demuestra que, si ser campeón es
una actitud, ya ha ganado. Maneras de vivir.
Rubén Uría / Eurosport