Silencio, entre el estruendo más atronador. Silencio. En los instantes que
una pelota vuela lejana, ausente. Silencio. Las gargantas apagadas de miles de
aficionados en una grada. Silencio. Sí, el silencio de millones de aficionados
en el Mundo. Silencio. Ese silencio que te hiela la sangre. Ese silencio que te
lo dice todo. Silencio.
La pelota dibuja una curva y la ves caer, la vez acercarse a lo inevitable. Sólo
hay silencio.
El Mundo entero quedó en silencio. Sordo esperé escuchar un uyyy, un menos mal,
pero todo quedó en silencio.
Ni las lágrimas, ni las patadas en los asientos de plástico, ni los
puñetazos al viento, ni los gritos. Nada se escuchaba. Todo era silencio.
Los corazones lloraban. Las almas sufrían. En silencio. El abrazo final desconsolado.
Ese abrazo que otras veces, no hace tanto, se dio entre saltos y gritos de algarabía,
ahora era un abrazo de silencio. Desgarrador abrazo, de silencio.
El Mundo se paró. Nuestro Mundo se paró. Silencio.
Hasta que una voz empezó a escucharse, primero muy baja, pausada, casi un
susurro, "volvereeeemos", "no lo dudessss, volvereeeemosss"
Algo hace clic. Un resorte se activa antes de la automutilación. Seguramente
el instinto, te preguntas, pero no, es otra cosa. Es una música que resuena en tu
interior y rompe el silencio. "soy un socio del Atleti..." se abre
paso en tu memoria. Se rompe el silencio.
Sólo he podido guardar silencio.
Hasta ahora sólo he podido guardar silencio. No encontraba palabras.
Silencio por los míos, por lo que vi sufrir, por los que vi llorar...
Silencio por los nuestros, los que terminaron acalambrados, cojos, mutilados en
el alma. Silencio por aquello que algunos llaman justicia, y eso que todos
sabemos que no existe, sólo vida y sentimiento. Silencio por lo que sufrían
incluso más que tú, si eso era posible. Silencio para no gritar "¡¡¡¡HIJOS
DE ***!!!"
Silencio, he mantenido silencio.
He mantenido silencio porque me resultaba difícil poner en palabras lo que
siento por este equipo. Silencio porque no sabía expresar como lo amo, como lo
siento. Silencio porque he visto como lo sienten otros, y duele, de verdad que
duele verlo.
Es en las grandes tragedias cuando el hombre muestra lo mejor de si mismo.
Puede ser cierto. Pero ahora sé seguro que es en esos momentos cuando un
hermano demuestra que es tu hermano. Ahora sé, con absoluta seguridad, que es
imposible un sentimiento mayor que el que la mayoría sentimos por este escudo y
esta camiseta. Cuando miraba al horizonte con la vista perdida comprendí que
nada podía ser tan malo, nada podía ser tan horrible... ¿como lo que estaba
sintiendo? …pero de mi propio silencio volvió una voz que me dijo: "no te
engañes, sentir lo que sientes siendo del Atleti es algo bueno, lo duro lo
doloroso, lo verdaderamente insufrible es que ahora estuvieras celebrando,
porque entonces serías de ellos".
De ellos. De la prepotencia, la soberbia, el no saber ganar, el no saber
perder. De ellos, del menosprecio, de la vulgaridad, del camino fácil, del
"Sí se puede" (hay que joderse).
Si fuera de ellos no sería de los que cantan con el corazón, latido a
latido, solamente sería vulgar, patético, insustancial, sería de ellos.
Si estos días hubiera estado feliz en mi complacencia sería de ellos. Si
estuviera celebrando, sería de ellos. Entonces comprendí...
Por muy doloroso que sea, por muy duro que sea, por muy trágico que sea, soy
uno de vosotros, no soy de ellos. Y ésa es la mayor felicidad que un ser humano
puede tener.
La primera es no ser de ellos. Eso casi te concede la cualidad de ser humano,.
La segunda es ser uno de nosotros. De los que lloran en silencio, de los que
se abrazan, de los que gritan estos días en silencio. De los que esperan a pie
de césped con la cabeza alta. De los que desde la grada, llorando, bufanda en
alto los animan.. De los que no hacen cabriolas ni se quitan la camiseta. De
los que tienen respeto, de los que dan todo.
Sí, somos nosotros. No somos ellos.
Y terminó el silencio.
Y la canción brotó en mi alma como un torrente de aguas heladas, duro,
mágico, cautivador, inundando todas las secciones de mi cuerpo, llenándome la
cabeza. Y resonó, resonó más fuerte que nunca.
"Atleti, Atleti, Atletico de Madrid, jugando, ganando, peleas
como el mejor, porque siempre la afición se estremece con pasión cuando quedas
entre todos campeón, y se ve frente al valor a un equipo de verdad que esta
tarde también debe ganar... ATLETI, ATLETI, ATLETI!!!!"
Y por fin se rompió el silencio.
Por fin rompí el silencio.
Las lágrimas cesaron. El corazón poco a poco, latido a latido, cicatriza.
Ya sólo nos queda una cosa por hacer, gritar más fuerte que nunca ATLETI,
abrazar más fuerte que nunca a los hermanos. Levantar al caído. Acompañar al
que no puede andar. Soportar sobre los hombros al que lo quiere dejar. Porque
hermanos, ya basta, hay que celebrar. El peor castigo que se le puede infringir
a un alma inocente es robarle la inocencia. Nuestro peor castigo no es perder,
ni siquiera de la forma más cruel que el destino te puede ofrecer, nuestro peor
castigo es dejar de creer.
Ya no más silencio. Sólo gritos de jubilo porque nosotros no somos ellos,
porque nosotros jamás seremos ellos, y porque aunque el sentimiento de odio más
profundo hacia ellos se había apoderado de mí (y ahí sigue sugiriéndome hacer
auténticas locuras), en el fondo, ellos, ellos sólo me dan asco, me producen
pena, porque nunca serán nosotros, los que viviremos eternamente en el minuto
92.
Forza!!!
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Primera parte de la Trilogía de Lisboa - Silencio, silencio, silencio, y más silencio.
P.D. No tengo cláusula, pero no estoy en venta. Me han ofrecido el puesto de
superhincha la mayoría de los equipos más poderosos del continente. Que les follen. Yo soy del Atleti, y lo soy a
tiempo completo, porque no puedo ser otra cosa.