kikogol II: JESUSEZ: El que se crea la película de Barbero, de que Antuán no quiere saber nada de nadie por los pitidos de un centenar de desagradecidos, es que le falta cerebro para acabar el día
Respeta e informa, leche.
SALUDOS.
Ya lo hacen en el As(co)
"Animadle, que se queda". Cuando el domingo en el Atlético-Eibar Godín se dirigía a la grada del Metropolitano para que animara a Griezmann tenía razón. El francés se quedaba en
el Atlético. Una decisión que había comunicado ya al club. Lo sabía el
vestuario, los directivos. El anuncio a la afición no se hizo por
respeto a Torres, para no interferir en su despedida.
El partido, de hecho, dejaba una imagen del francés muy llamativa: cuando fue pitado, por algún sector de la grada que lo cierto es que en su mayoría le aplaudió, al francés le afectó mucho.
Le llevó hasta las lágrimas incluso. Griezmann, artífice de que el club
rojiblanco haya podido levantar el título de campeón de la Europa
League, por sus dos goles en la final y porque en todas la eliminatorias
marcó, había tomado la decisión de quedarse pero esa grada que el viernes en Neptuno coreaba "Griezmann quédate" ahora le pitaba (algunos). Algo que puede enviar al traste la decisión que tenía tomada.
En las últimas semanas desde el Barcelona han presionado para acercar al francés a aquello que tenía claro en enero: irse al equipo culé.
Pero su decisión había ido cambiado con el pasar de los meses, la
llegada de Diego Costa y el cariño que desde todos los estamentos,
vestuario, cuerpo técnico y directivos, le habían profesado. Griezmann se sentía importante y se sentía querido. Había cedido seguir creciendo en el Atleti.
Ahora desde el club rojiblanco esperan que esos pitos no hayan cambiado
su parecer. Al francés le afectaron tanto como se vio en las imágenes.
Lo que tenía decidido ya no es.
Su mujer, Erika Choperena, escribía ayer por la noche un mensaje enigmático en redes sociales:
"El que da mucho es porque mucho vale, nadie da lo que no tiene. Es
que, quien sabe de qué está hecho, sabe qué puede ofrecer". Y Griezmann es el jugador insignia de este club, del proyecto del Cholo para la próxima temporada,
esa en la que ya podrá fichar, sin castigo FIFA que lo impida. Pero una
de las máximas del francés siempre ha sido muy básica: ser feliz. Ser
feliz cuando juega. Ser feliz en el vestuario. Ser feliz en los
partidos. Pero ser feliz es un imposible si la grada para la que juega no le quiere.
Un saludín, putos desagradecidos.