Mientras los colchoneros braceamos entre dudas posmodernas y nos perdemos en debates de sala de espera, el Atlético de Madrid
se coloca por encima de la gloriosa galaxia a cuatro puntos del mejor
equipo de Europa. Es un dato tan contundente y revelador que quizá
debería dejar aquí mi reflexión y dedicarme a buscar calzoncillos largos
y gorro de lana para el partido de Champions del miércoles.
Un par de comentarios nada más.
Vi el Betis-Atleti a través de “Abono Fútbol”
(no se me ocurre un nombre más feo y desafortunado para un canal de
televisión) y al acabar, cuando todavía estaba recuperándome de ese beticismo
gratuito del risueño señor que hacías las veces de narrador (y del que
afortunadamente desconozco su nombre), uno de sus compañeros a pie de
campo le preguntó a Koke la original pregunta de moda: “¿pero vais a poder competir la liga al Barça?”. El muchacho del micrófono no era
más que un soldado raso, el perrito faldero de la voz de su amo, pero
la pregunta no era inocente ni baladí. Tenía trampa. Me recordó a ese
ser miserable que ante la perspectiva de que un amigo pueda haber
conquistado a la chica de sus sueños (y él no) lo único que se le ocurre
decir es: ¿pero vas a ser capaz de hacerla feliz? Es el recurso del pataleo. Esa manifiesta incapacidad para digerir la frustración que pretende aparecer disfrazada
de rigor periodístico. Cualquier ser vivo con algo de cerebro sabe que
es una pregunta sin respuesta. Que cualquier contestación no pasará de
ser un brindis al sol o un intento chungo de adivinar el futuro.
Cualquier profesional sabe que en el fondo es también una pregunta
absurda y fuera de lugar (sobre todo cuando hace 15 segundos que acaba
de terminar el partido) pero estos tipos risueños no son profesionales. Son soldados del rodillo.
Técnicamente
hablando el Betis-Atleti fue un partido fácil para los de Simeone. Si
el equipo hubiese acertado un tercio de las oportunidades que tuvo
estaríamos hablando de una gran goleada y de un gran encuentro por parte
de los rojiblancos. Controló el partido, jugó muy bien por momentos y
el rival apenas tuvo una ocasión que, como siempre, desbarató ese tipo
tranquilo que tenemos en la portería. Se pusieron muy pronto por encima
en el marcador, gracias a una jugada de acoso y derribo en la que el
equipo presiono como alimañas la salida del balón del rival, los errores, los rebotes y todo lo que se ponía delante. Parecían el paquete de delanteros de los All Blacks.
Marcó Koke (recogiendo el rechace de un tiro de Torres) pero podría
haber marcado cualquiera. El Atleti siguió jugando (muy bien, insisto)
con un Tiago excelso, un Filipe recuperado para la causa, un Carrasco
espídico y un Koke que poco a poco coge el tono. Griezmann y Carrasco
pudieron poner el 0-3 ya antes del descanso. El francés pude haber hecho
incluso triplete en la segunda parte pero las malas decisiones de cara
al gol (y un poco de mala suerte) lo impidieron. Hubo algo de nervios en
los momentos finales pero tengo la sensación de que todo estaban más en
la cabeza de los colchoneros (y en las ganas de ese Hooligan de “Abono Fútbol”) que en otro sitio.
El Atleti sigue teniendo una preocupante falta de gol y eso le impide
poder quitarse la mochila de las dudas pero en mi opinión el partido
fue bueno y las sensaciones que transmitióen cuanto a juego, control,
personalidad y creación, fueron bastante mejores de las que venía
transmitiendo últimamente. Como único pero, y más allá de la falta de
acierto, destaco ese juego absurdo que el equipo tiende a practicar en los últimos minutos cuando el marcador está muy
apretado. Esos pases sin tensión, horizontales, fofos y de espaldas a
la portería rival que pretenden ser fútbol control pero que lo único que
provocan es aumentar el riesgo de error entre los nuestros.
Creo
que estamos bien. En buena línea, al menos. El único peligro de
inestabilidad que veo viene provocado precisamente por los soldaditos
del micrófono y la plumilla. Ese estilo filibustero de periodismo que es
como preguntar algún tema estúpido y en castellano a un turista que
desconoce el idioma para que su respuesta resulte siempre ridícula. Ya
nos conocemos. Nadie sabe si el
Atleti será capaz de disputar la liga o no. Nadie. Lo diga Simeone, los
jugadores, Roncero, el Cuñao de Siro López o Dany Amatulo.
Nadie. Lo que sabemos todos (menos los soldados del rodillo y sus locos
seguidores) es que a los aficionados colchoneros no necesitamos saber lo
que va a pasar dentro de cuatro meses para levantarnos hoy enamorados
de nuestro equipo. Entiendo que no lo entiendan, especialmente los que
venden caspa y los que compran crecepelo, pero ese es su problema y no
el mío.
De
todas formas, por si alguno de los del micrófono se pasa por aquí (que
lo dudo) vuelvo a explicar lo del partido a partido. Otra vez.
El Atleti de Simeone quiere ganar todos los partidos que juegue. Punto.
La diferencia es que el único partido que preocupa hoy es el siguiente y mañana ocurrirá lo mismo.
Independientemente de dónde vengamos e independientemente de a dónde
vayamos. Así de sencillo. Los vaticinios a la bruja Lola. Las apuestas a
las casas de juego. Las tonterías al cerebro de quién las quiera leer.
@enniosotanaz
Ennio Sotanaz
Fernando Torres. En su despedida.“Cuando lleguen los malos momentos, cuando desde fuera quieran dividirnos y decir que las cosas van mal, en esos momentos que seguro que llegarán, me gustaría que recordarais el orgullo que sentís ahora. Todos somos uno. Eso es ser del Atleti”.