Y disculpa que te diga Cholo, cuando debería lavarme la boca para pronunciar tu nombre, aunque lo grite constantemente desde la grada. Pero debes saberlo, (y disculpa que te hable de tú, cuando debería reverenciarte), porque aún sabiendo el resultado de antemano, aún sabiendo la crueldad infinita de lo que íbamos a vivir, allí estaría, para estar contigo y con los muchachos, porque jamás me perdonaría a mí mismo el saber que íbais a pasar por eso y no estar con vosotros, hermanos. Si hubiera sabido que íbamos a ganar seguro, me hubiera gustado estar, claro, pero me hubiera importado mucho menos.
Tú dijiste, y te sigo tuteando, porque es como le hablaría a un hermano, después de la final que tenías que pensar, y es normal, estabas cabreado, jodido y hundido, como lo estaba yo, por todos nosotros, por ti, por el Mono, por el Profe, por todos los muchachos. Yo le metí una hostia a una mampara de seguridad, de esas transparentes, de ésas que parecen de plástico y que se pueden romper, y cuando golpeé, con toda mi rabia, entendí que ni era de plástico, ni se iba a romper, pero le di con tales ganas, con tal fuerza, que en mi interior pensaba que lo haría, pero no, no se rompió. También es cierto que retumbo como si fuera hacerlo, y que ella se hizo más daño que yo.
He golpeado y me han golpeado tantas veces que ya nada me hace daño, pensé. Y esto cada uno se lo puede tomar como quiera, pero en el fondo, aunque no miento en nada de lo que digo, testigos hay del hecho, es una metáfora. Nos han golpeado tantas veces que ya nada puede hacernos daño, ¿y sabes por qué? porque nosotros ya hemos ganado antes de ir, porque disfrutamos del camino, del cómo y no del qué, ni del que otros piensan que es el único objetivo. No necesitamos saber de que lado caerá la moneda, o una tanda de penals, que en el fondo vienen a ser la misma cosa, para ser felices y para triunfar. Esa cosa de hojalata con orejas parece que no nos quiere con ella, y se empeña en cada vez escribir un guión más rebuscado, más cruel, más perverso para demostrárnoslo. Y tal vez tenga su lógica, ¿sabes? porque está tan impregnada de ellos, los otros, que tal vez para nosotros sea insana.
Pero allí estamos nosotros, una y otra vez, levantándonos y llamando a su puerta. Ya pueden pasar 40 años o 2, siempre volvemos, y nos plantamos frente a ella, y entonces es cuando vuelve a imaginar una forma de tumbarnos más cruel e inhumana que la anterior. Pero nos da lo mismo, la miramos con desprecio, sonreímos con esa sonrisa que sólo puede tener un outsider, alguien que no está invitado a todo este circo, pero le da igual, se presenta en cualquier caso, y nos abrazamos a nuestros hermanos, porque ellos son nuestro triunfo.
Supongo que a ti te pasó lo mismo en la rueda de prensa que a mí con la mampara, que quisiste que algo se rompiera para hacer estallar en mil pedazos tanto dolor. A mí se me puso en medio una mampara y a ti un micrófono. Pero ninguno de los dos rompimos nada, porque lo nuestro es irrompible, lo sé, y lo sabes, No puede romperse el vínculo que nos une a todos nosotros, es irrompible y de por vida, más allá de la vida (que se lo pregunten al maestro, a Don Luis). Es más, me apuesto lo que quieras contigo, que antes rompo yo esa mampara que tú el vinculo que nos une a todos, porque eso hermano, es irrompible.
Y me alegro de haber estado allí con vosotros, compartiendo ese dolor, Me alegro mucho. Mañana volvería a hacerlo, no hace falta que me lo pidas, lo haría yo. Como estuve en Oviedo (que es el único sitio al que jamás desearía volver), o estuve en Lyon, o en la Romadera, y volvería, seguramente, pero donde no tengo dudas que volvería es a Milán, y no porque sea más reciente, porque en todo caso la herida es peor, está fresca, sino porque siento que tú, el Mono, el Profe y los muchachos, sois mis hermanos rojiblancos, como lo son los que comparten conmigo la grada, las calles, los viajes y esta pasión que no tiene límites ni final, este amor por la rojiblanca.
Piénsalo bien, podríamos haber ganado en Bruselas, y en Lisboa y en Milán, pero ahora lo mismo podríamos ser ellos, o no, y eso sí que sería de una crueldad infinita, insorportable, el sólo hecho de pensar que podríamos ser ellos. Cantaríamos a cosas de hojalata, y no sabríamos ni cuantas llevamos, e iríamos a una final como el que va a una oficina a fichar, y vuelve con la paga en el bolsillo, haya hecho o no bien su trabajo. Y cantaríamos una sola canción dedicando nuestro amor al número de esas cosas de hojalata que tenemos, si es que por algo así se puede sentir amor, y además cuantificarlo, que yo creo que no. Es el amor del que cuenta billetes, despreciable. Realmente me asquea tanto, me parece tan cruel, que no quiero ni pensarlo. Pobres que lo único que tienen es eso, vacios de todo lo demás, de sentimiento, de pasión. Si no me dieran tanto asco me darían verdadera pena.
¿Tu crees que si hubieran sabido que iban a perder hubiera ido alguno? Yo sé que no, y no es que sea demasiado listo, es que les he visto dejar vacía su grada en el minuto 70 porque iban perdiendo. En cambio no tengo dudas de que yo hubiera estado, igual que te digo que volvería, pero tampoco tengo dudas de que al lado hubieran estado todos mis hermanos, y ahí delante sobre ese césped, ese césped intoxicado de espectáculos Disney impostados, de los artifcios del merchan y el tráfico mercantil de la UEFA de esa zona 0 secuestrada (que ocupaba más de medio estadio, por mucho que la llenaran de jeques que movian su mano saludando como un gatito de chino) y de esa megafonía de cartón piedra para robarle la palabra, el grito y el aliento al aficionado de grada, en ese césped estaríais vosotros, y nosotros detrás, y seríamos felices otra vez.
Nuestro vinculo es inviolable, y nuestra fe inquebrantable, porque no es que nunca dejemos de creer, es que nunca dejamos de vivir, y vivimos creyendo en rojiblanco, porque no sabemos vivir de otra manera.
Antes de despedirme, te quiero pedir un favor, dile a Juanfran que le queremos, que él no falló el penal, que lo fallamos todos juntos, que todos juntos nos dimos de bruces contra ese maldito poste, que como la mampara y como nuestro vínculo, no se rompió, pero que todos juntos nos repartimos su dolor, que era el de todos. Que no pida disculpas por nada, y dale las gracias por existir. Díselo también al resto de los muchachos, a todos y cada uno de ellos, pero por favor, díselo especialmente a Juanfran, porque él se lo merece todo, todo lo bueno que le pueda ocurrir, y seguramente sea ahora mismo el que más sufre, pero como en toda manada, cuando uno sufre, sufrimos todos, cuando uno aulla, aullamos todos.
Gracias Cholo, piensa, te lo has ganado, tienes todo el derecho del mundo a pensar, como no, hasta tienes derecho a pedirnos un riñón si te hace falta, y sabes que te lo daríamos, porque tú nos has devuelto la dignidad, el alma, el orgullo, la historia y la pertenencia, potenciada de tal forma que jamás pudimos ni imaginarlo. Habría que ser muy gilipollas para cambiar todo eso por un trozo de hojalata. Además tendríamos que soportar a un tipo haciéndonos posturitas y pechitos delante de nosotros, ¿te puedes imaginar algo más desagradable?, un tipo que en lugar de decir "os quiero" y pedirnos disculpas por algo de lo que no tiene por qué disculparse, nos diría: "como me quiero, que guay soy, como molo, la he ganado yo solo y ahora os dejo que me miréis". Eso sí que es cruel, no quiero ni pensar lo que sería vivir con eso.
Forza Aleti Siempre!!! Aupa!!!
P.D. El año que viene, y siempre ya mientras viva y pueda ir a seguirte a un estadio, seguiré cantando "Ole, Ole, Ole Cholo Simeone", porque ése es ya un canto eterno.