Era previsible, en cierta manera, que Simeone acabase en esta encrucijada. Se comentaba algo por ahí la semana pasada acerca de la funcionalidad de Tiago en este tipo de partidos, así como en los que viniesen marcados por un ritmo de partido alto. En definitiva, que nos hemos tragado el anzuelo hasta las tripas. Y Simeone el primero. Así las cosas, y dado que la competencia ahora se cifra por el tercer puesto, sería momento de volver a la idea matriz de este curso. Con la entrada de Tiago se ha logrado el desnortamiento definitivo de Gabi y Koke. Fue engañoso asimismo el partido de Pamplona de la pasada semana. Mucho. No tengo duda de que el lugar del medio centro ha de ser para Tiago o Gabi. Tan solo uno de ellos. Habrá partidos más específicos para uno que para otro. Sin duda. Ya vimos además el sábado que, aun estando los dos en el campo, nuestro equilibrio defensivo (especialmente el balance ataque-defensa), no es el de años atrás. Cada contragolpe que enhebraba el Espanyol era un dolor de cabeza. Es momento ahora de que, además, por delante de nuestro "cinco" trabaje Koke. Y Saúl, llegado el caso. Irnos con Carrasco por uno de los flancos (incluso habiendo dicho arriba lo de su lugar como segundo punta de seguir en el 4-4-2) y el otro que se lo disputen Correa y Gaitán. Entendiendo que Griezmann ha de ocupar la punta de ataque. Probar por fin un sistema de juego más próximo al 4-3-3 y que pueda asimismo redibujarse como un 4-1-4-1 en función del rival. Los pasos atrás ya son estériles. Toca mirar adelante y, especialmente, otorgar definitivamente los galones del juego a Koke y Saúl. Para mí el primero artífice -hasta el bajón que apuntáis luego del Granada- de que el equipo manejase una verticalidad hasta entonces inédita en los nuestros, y no tanto así la superpoblación ofensiva de la que se hablaba (y elogiaba) en medios y que, con el tiempo, ha resultado tramposa.