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DEP Miguel Jones

Último artículo 16-04-2020 12:53 escrito por GaN. 9 respuestas.
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  • 10-04-2020 23:16

    DEP Miguel Jones

    He estado mirando pero no vi el post de otra pérdida reciente de una de nuestras leyendas, vaya racha... DEP
  • 11-04-2020 9:51 en respuesta a

    Re: DEP Miguel Jones

    Lo pongo aquí también

    El Mundo:


    Muere Miguel Jones, el guineano 'vasco' que se consagró en el Metropolitano
    CARLOS TORO

    Miércoles, 8 abril 2020 - 20:31

    La muerte está afectando en los últimos días a leyendas del Atlético de Madrid. Tras Peiró, Capón y Antic, ha sido Miguel Jones quien nos ha dejado. Jones era casi una figura exótica. Un futbolista negro en el fútbol español de finales de los años 50 y casi toda la década de los 60. Un "vasco" africano en Madrid, en el Atleti, donde conoció sus mejores momentos.

    Había nacido en el África colonial de Guinea Ecuatorial. En Santa Isabel de Fernando Poo (hoy Malabo) el 27 de octubre de 1938. Se trasladó en 1943 a España con sus padres (Wilwardo, que había estudiado en Deusto, y su madre, Susana) y sus seis hermanos. Estudió interno con los capuchinos en el colegio Lekaroz, en el navarro valle del Baztán. Y acudía los domingos con su padre a San Mamés.

    Rápido y coordinado, poseía innatas cualidades para el deporte. Para el fútbol. Y el atletismo. En pruebas de velocidad y en salto de altura consiguió títulos escolares. El fútbol lo reclamó desde el equipo de la Facultad de Económicas de la calle Elcano de Bilbao. Llamó la atención de Fernando Daucik, que convenció a unos padres renuentes a que el chico descuidara los libros a que, al menos, le permitieran entrenar con el Athletic, con cuyo uniforme llegó a jugar un amistoso. Pero no se quedó en el club.

    Se habló bastante entonces de racismo para explicar que aquel muchacho veloz y hábil, goleador, antecedente en cierto modo de Iñaki Williams, no pisase de pleno derecho el sagrado césped bilbaíno. Él siempre lo negó. "Yo no era vizcaíno. Eso fue todo". Williams, en cambio, nació en Bilbao y, además, son otros tiempos.
    Daucik

    Jones, en 1957, se marchó al Barakaldo, en Segunda. Cuando acabó la temporada, fichó por el Indauxu. En 1959, Daucik, que no lo había olvidado, se lo trajo al Atlético de Madrid. La plantilla de delanteros era formidable: Miguel, Adelardo, Vavá, Mendoza, Peiró, Collar... Con Vavá en el eje del ataque, el puesto preferido de un polivalente (extremo, centrocampista) Jones, el recién llegado no jugó mucho en la Liga. Pero sí, y muy bien, en la Copa, una competición sólo para españoles. El Atleti alzó el título frente al Madrid. Volvería a hacerlo con Jones dos veces más (1961 y 1965). Y también con él obtendrá una Liga (65-66) y una Recopa europea (1962), el primer título europeo de los rojiblancos.

    Empezando por un veterano Di Stéfano y acabando por un joven Marcelino, había mucha competencia para el puesto de delantero centro de la selección nacional por aquellos años. Jones llegó a ser preseleccionado dos veces por José Villalonga en la trayectoria triunfal de la Eurocopa de 1964 (y para un amistoso). Pero no debutó. Abandonó el Atleti en 1967 tras 129 partidos y 51 goles. Se marchó un año al Osasuna y colgó las botas en 1968.

    Regresó a Madrid, se sacó el título de entrenador y llegó a ocupar el banquillo del Atleti regional. La muerte de su padre lo devolvió a Bilbao, donde ejerció de agente comercial en la zona norte de una empresa madrileña. Luego de su jubilación, regresó al Indautxu para ocupar durante 15 años un puesto en la directiva.

    Era guineano y no se quedó en San Mamés. Era guineano y se consagró para siempre en el Metropolitano.

    El País:

    Muere Miguel Jones, héroe colchonero
    Jon Rivas

    Hace tiempo que no se veía pasear a Miguel Jones Castillo (Santa Isabel, Guinea Ecuatorial, 81 años) por su barrio de Indautxu, en Bilbao, donde vivió toda su vida, salvo cuando jugó en el Atlético de Madrid y Osasuna. Luchaba contra una enfermedad que se agravó por una neumonía a causa del coronavirus. Jones, un todoterreno, que jugó como colchonero desde 1959 hasta 1967, y ganó una Liga, tres Copas y una Recopa con el Atlético, no pudo jugar en el Athletic porque había nacido en Guinea Ecuatorial, aunque toda su infancia –desde los cinco años–, y su juventud las pasó en Bilbao junto a sus seis hermanos. Pese al empeño de Ferdinand Daucik, la directiva no cedió, como había hecho su padre, don Wilwardo, empeñado en que Miguel se olvidara del fútbol y acabara la carrera de Económicas en la Universidad de Deusto.

    El padre de Jones había estudiado también en Bilbao. Gozaba de una buena posición económica, y envió a su hijo a formarse al internado de Lecaroz, en el valle del Baztán navarro. Allí empezó a despuntar. Daucik lo descubrió, lo llevó a entrenarse con el Athletic y le hizo jugar un amistoso frente al Indauchu, pero no recibió el permiso para ficharlo, así que Jones se fue al Barakaldo, en Segunda División, y después al Indauchu, en la misma categoría. El equipo bilbaíno completó dos temporadas magníficas con Jones en el campo. Fue cuarto y tercero, consecutivamente, en Segunda División.

    Cuando Daucik, el técnico húngaro, cuñado de Kubala, firmó por el Atlético de Madrid, su fe en el futbolista vasco-guineano no había decaído. Solicitó su fichaje. El Atlético pagó 400.000 pesetas de traspaso.

    A Miguel Jones le pasaron factura su versatilidad y su privilegiado físico. Podía jugar en cualquier posición y así lo entendieron sus técnicos, así que nunca se hizo con una posición fija en el campo. Eso le lastró. Jugó de interior, de extremo, de delantero centro y hasta de defensa. En la temporada 1961/62, en la que el Atlético ganó la Recopa, marcó 13 goles en 19 partidos. Fue su mejor año, a pesar de la competencia con Peiró, con Adelardo, con Cardona o con Luis Aragónes, con el que conservó una gran amistad. Salió a defender al entonces seleccionador cuando a Luis le tacharon de racista por tratar de motivar a José Antonio Reyes en su época de seleccionador comparándolo con Thierry Henry: “Dígale: ¡Soy mejor que usted! ¡Me cago en su *** madre negro de mierda! ¡Soy mejor que usted”, había dicho Luis a Reyes. Ante el revuelo, Jones salió en su defensa y Luis aseguró: “Mi mejor amigo es un negro, Miguel Jones, un tipo sensacional, así que no me vengan con historias”.

    Además, los problemas físicos, en forma de lesiones, empezaron a pasarle factura a Jones en sus últimos años como colchonero. Sus tres últimas campañas no fueron demasiado prometedoras. Dejó de jugar con regularidad, así que se buscó una salida en Osasuna. Le pagaban 900.000 pesetas en Segunda División, aunque el dinero nunca fue su motivación. Siempre había vivido sin estrecheces en su hogar bilbaíno. Prefería disfrutar con la pelota.

    Sin embargo, después de su retirada cambió la situación económica de su familia con la independencia de Guinea Ecuatorial y la llegada al poder del dictador Macías. Los Jones, que se dedicaban a la importación y exportación, perdieron prácticamente todas sus concesiones. Siguieron en Bilbao, pese a todo. Miguel, alejado del fútbol, negando siempre que su fallido fichaje por el Athletic fuera una cuestión racial. “Simplemente, no era vasco de nacimiento. A Chus Pereda, que jugaba conmigo, también le pasó”, aseguraba. A Jones se le veía siempre pasear por Indautxu, por la calle Licenciado Poza, aunque hace algún tiempo que desapareció. Estaba enfermo de cáncer, aunque ha sido el coronavirus el que le ha sentenciado.


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  • 11-04-2020 14:19 en respuesta a

    Re: DEP Miguel Jones

    DEP . Jones fue buen amigo de Luis Aragonés. Vaya racha...
  • 11-04-2020 14:30 en respuesta a

    Re: DEP Miguel Jones

    DEP.
    "IT HAS TO START SOMEWHERE...IT HAS TO START SOME TIME..WHAT BETTER PLACE THAN HERE...WHAT BETTER TIME THAN NOW!!!"
  • 11-04-2020 14:32 en respuesta a

    Re: DEP Miguel Jones

     DEP

    Si se trabaja y se cree, se puede. (Don Diego Pablo Simeone).
  • 12-04-2020 1:45 en respuesta a

    Re: DEP Miguel Jones

     DEP se va otro de los ilustres 

  • 12-04-2020 11:24 en respuesta a

    Re: DEP Miguel Jones

    Momento de reencontrarse con su gran amigo Zapatones. Descanse en paz.
    "Si se cree, y se trabaja, se puede". Palabra de Dios.

    Twitter: @14Tutto
  • 13-04-2020 12:46 en respuesta a

    Re: DEP Miguel Jones

     Descanse en paz otro histórico.

    Lo malo de la Ópera es que se despierta uno sobresaltado en algunos momentos. Óscar Pin.
  • 13-04-2020 14:15 en respuesta a

    Re: DEP Miguel Jones

    El País:

    Miguel Jones, el hijo de Don Wilwardo
    Alfredo Relaño

    Acabamos de perder a Miguel Jones, delantero de gran brillo en el Atlético en los primeros sesenta. Llegó al club madrileño de la mano de Fernando Daucik, que antes había querido incorporarlo al Athletic sin éxito.

    Miguel Jones era hijo de Wilwardo Jones, un hombre de prósperos negocios en Guinea Ecuatorial y procurador en las Cortes de Franco, que era como se llamaba entonces a lo que hoy son diputados del Congreso. Guinea era provincia española. El origen de la fortuna familiar estaba en el padre de Wilwardo, un criollo, como conocían en Guinea a inmigrantes venidos de espacios anglófonos, descendientes de libertos. Llegaban allí con más mundo, más formación y prosperaban fácilmente. Maximiliano Jones, que así se llamó, procedía de Sierra Leona. En Guinea Ecuatorial se hizo con tierras y explotaciones madereras y de cacao. Mandó a sus siete hijos a estudiar a España, de donde iban regresando para cuidar las plantaciones, que se iban haciendo cada vez más extensas. Vivían un poco a caballo entre Guinea y España.

    El primogénito, Wilwardo Jones se instaló con su familia en Bilbao en 1944 cuando Miguel, el futuro futbolista, tenía cinco años. Dio a sus hijos una formación esmerada. Jones destacaba en atletismo y le gustaba el boxeo, pero al tiempo practicaba el fútbol en la facultad. Un día, su equipo se enfrentó al de Deusto, en el que jugaba Yanko Daucik, hijo de Fernando Daucik, a la sazón entrenador del Athletic.

    Daucik fue a ver a su hijo, pero se quedó fascinado por la exhibición de Jones, autor de cuatro goles en el 6-4 con el que los suyos ganaron a los de su hijo. Le habló para llevarle al Athletic. Él se mostró remiso y el padre más. Don Wilwardo, como se le conocía, quería que su hijo hiciera la carrera y se dejara de fantasías. Daucik insistió mucho y encontró un aliado en el secretario general del Athletic, Anton Gorostiaga, que había sido compañero de estudios del padre.

    Así que le incorporó a los entrenamientos del Athletic, aun con grandes reticencias de la directiva. No había nacido en Bilbao, aunque sí se hubiera criado ahí, y además en aquel tiempo su pertenencia a otra raza resultaba chocante. En todo caso, el Athletic era entonces más firme que hoy en mantenerse en sus trece de jugadores nacidos allí. En realidad, aquel Athletic no sentía mucha necesidad de gente no nacida en el País Vasco. Esa temporada, la 55-56, el Athletic haría doblete con un equipo en el que todos eran vizcaínos.

    Pero Daucik era mucho Daucik. Había llegado al Athletic desde el Barça, donde ganó tres copas, dos ligas y una copa Latina. Estaba revolucionando el fútbol español y tenía un gran cartel como descubridor de talentos o de nuevas posiciones para jugadores ya instalados.

    Así que incluso se atrevió a poner a Jones, el 6 de enero de 1956, en la delantera del Athletic para un amistoso contra el Indautxu. Ocupó la posición de Ignacio Arieta. La delantera fue: Arteche, Marcaida, Jones, Uribe y Gaínza. Marcó un gol, pero pronto le agotó el ritmo. Tenía 18 años.

    Para la directiva fue mucho. Una cosa era entrenar con todos y otra jugar en el lugar de Arieta. Daucik buscó acomodo para el muchacho en el Baracaldo, en Segunda. Funcionó. Para la 57-58, Daucik dejó el Athletic, se fue al Atlético, y Jones pasó al Indautxu, otro club vizcaíno en Segunda, pero de más pretensiones. Jugó bien, el Indautxu quedó cuarto y Daucik habló del jugador al Atlético. Pero ese año el equipo madrileño había apuntalado muy bien la delantera, con Vavá, campeón del mundo con Brasil ese verano en Suecia, y Jorge Mendonça, un angoleño de mucha clase que había despuntado en el Depor.

    Jones jugó una segunda temporada en el Indautxu, mejor aún que la anterior, con 15 goles anotados. Quedaron terceros, y eso que el equipo se había desprendido de varias figuras. Al final, Daucik obtuvo el plácet para ficharle. Aquel verano del 59 el Atlético hizo una buena pesca, pues incorporó entre otros a Griffa, Ramiro, Adelardo, además de a Jones. Todos piezas magníficas para la renovación del equipo.

    Jones empezó como suplente (seguían Vavá y Mendonça) y tuvo el contratiempo de que a la sexta jornada cayó su valedor, Daucik. En toda la Liga solo disputó un partido. Pero en la Copa no podían jugar los extranjeros y por fin se vio titular. El Atlético llegó a la final, contra el Real Madrid, que venía de ganar 7-3 al Eintracht de Frankfurt la quinta Copa de Europa y 8-1 al Athletic en la vuelta de semifinales. Los madridistas apostaban sobre si al Atlético le caerían nueve o no, la victoria se daba por descontada. Pero ganó el Atlético, 3-1. La delantera fue Polo, Adelardo, Jones, Peiró y Collar. Jones marcó el segundo, que era su cuarto gol en la competición. Aquel fue el primer partido que vi en mi vida. Un amigo pudiente de mi padre nos invitó a verlo en su casa, por televisión. (Tampoco había visto televisión nunca). Aquella victoria del Atlético me hizo conocer ya de primeras su capacidad innata para cosas inverosímiles.

    Jones ya quedó como titular. Vavá se fue, Mendonça ocupó el ‘9’ y Jones, aunque era un gran cabeceador, se instaló de extremo derecha, puesto libre porque el veterano Miguel se fue al Zaragoza. Jones no era habilidoso, pero tenía un buen regate en largo muy personal y una velocidad inalcanzable. Surgió una delantera formidable: Jones, Adelardo, Mendonça, Peiró y Collar. Aquel Atlético repitió título de Copa, de nuevo en el Bernabéu y ante el Madrid. El curso siguiente, la 61-62, ganó la Recopa, con 3-1 a la Fiorentina en la final de desempate. La primera había acabado 1-1 y la definitiva se jugó a la vuelta del verano, tras el Mundial de Chile. Allí no estuvo, aunque le faltó poco porque entró en una primera lista de 40. Con 23 años, estaba en su cénit. En la prensa deportiva aparecía también de cuando en cuando otro Jones, el atleta Juan Carlos Jones, primo suyo criado en Madrid, que llegó a tener el récord de España en los 100 metros.

    Marcó algún gol en San Mamés y dos, muy comentados, al Athletic en el Metropolitano, en preciosos cabezazos. El Atlético quedaba ese día segundo en la tabla y el Athletic, decimotercero. Eso dio lugar a muchos comentarios que no le gustaron. Adelardo, que llegó a tener gran amistad con él —“llegamos juntos, éramos los dos pipiolos del equipo, así que nos refugiábamos el uno en el otro”— recuerda que aquello no le gustaba: “No tenía ningún resentimiento por no haber jugado allí. Sabía de sobra que allí solo cogían a los que habían nacido allí. Luego ha cambiado algo, pero entonces eran muy estrictos”.

    De repente, en la 63-64 una lesión le complicó la vida. Llegó en mal momento, porque poco a poco fueron llegando al Atlético Cardona, Luis Aragonés, Ufarte, Gárate… Quedó como suplente para varios puestos, pero suplente al fin. En la 67-68 decidió irse a Osasuna, donde cerró su carrera con 29 años.

    Guinea había alcanzado en 1966 la independencia, con ’Don Wilwardo’ como uno de los redactores de la Ley de Autonomía y participante en la Conferencia Constitucional. El país cayó pronto en manos de un psicópata llamado Macías Ngueme, que se definió como “marxista hitleriano”, y asesinó y robó a mansalva. Los Jones lo perdieron casi todo.

    Durante 15 años, Miguel Jones fue directivo del Indautxu, el equipo que le lanzó. Poco a poco fue olvidado hasta que Luis habló de él, alegando su vieja amistad cuando fue tachado de racista tras sus despectivos comentarios sobre Henry.

    Llevaba tiempo enfermo, así que el coronavirus le pilló con la guardia baja. Descanse en paz. No fue una estrella, pero fue bastante más que un jugador más.

     

     

    Archivado en:
  • 16-04-2020 12:53 en respuesta a

    Re: DEP Miguel Jones

    AS:
    La olvidada relevancia de Miguel Jones
    Santiago Segurola

    Cualquiera que recuerde la aparición del televisor en blanco y negro en su casa, habrá interiorizado con ánimo sombrío el goteo de los jugadores muertos en los últimos días. En la educación sentimental del aficionado, los nombres de los futbolistas se adscriben principalmente al rito de iniciación en la infancia. En otra época la noticia de sus muertes estaría atenuada por el bullicio y la celeridad social que casi todo ahogan, pero en este periodo de quietud, silencio y miedo esos nombres adquieren otra magnitud.

    La muerte de Miguel Jones, Gregorio Benito, José Luis Capón o el inglés Peter Bonetti –acusado de la derrota contra Alemania en el Mundial de México 70– adquiere una particular solemnidad en estos días. Nos devuelve a otro tiempo, donde quedó fijada su importancia en cada uno de nosotros. De alguna manera, nos ayudaron a trazar nuestro libro de ruta sentimental en el fútbol. No vi jugar a Miguel Jones, pero desde chiquillo supe que su familia vivía en Bilbao, donde ocupaban una posición de cierto rango social, en virtud del cargo del padre, perteneciente a una familia patricia de Guinea Ecuatorial, desposeída de sus negocios por el régimen de Francisco Macías durante el proceso descolonizador.

    En muchos aspectos, el papel de Jones merece revisarse. Aunque nacido en Guinea Ecuatorial, residió en España desde los cuatro años. Fue el primer futbolista negro y español. Años atrás llegó el fenomenal Larbi Ben Barek al Atlético de Madrid. El ingreso de Jones en el Atlético (1959) se produjo poco después de los fichajes de los brasileños Didí (Real Madrid) y Walter (Valencia). Era un fútbol de blancos, en un régimen dictatorial y en un país que no registró el proceso migratorio que acompañó a la independencia de las colonias británicas y francesas.

    El racismo, que evidentemente pesaba como yunque en la sociedad occidental, instalada aún en las ideas imperialistas, no era objeto de debate en el fútbol. Inglaterra tuvo que esperar hasta 1978, 20 años después del debut de Jones en el Atlético de Madrid, para presenciar el debut de Viv Anderson, el primer internacional negro. En Francia, donde la presencia de norteafricanos fue corriente desde antes de la Segunda Guerra Mundial, sucedió algo parecido en los años 70 con futbolistas originarios del África ecuatorial o el Caribe.

    Jones ha muerto a los 81 años. Se sabe que fue un jugador rápido y potente, con una larga trayectoria –ocho años- en el Atlético de Madrid y dos en Osasuna–. Fue testigo de una época cambiante, en una España que pretendía ser impermeable, pero estaba infiltrada por el novedoso aire que recorría el mundo en los 60. Han pasado más de 50 años y jugadores como Iñaki Williams, también bilbaíno, de padres originarios de Sierra Leona, adquieren una magnitud referencial en el debate sobre la relación fútbol-racismo.

    Somos capaces de imaginar el grado de relevancia que habría alcanzado Miguel Jones en estos años y, sin embargo, su figura apenas ha trascendido fuera del marco anecdótico del fútbol. Pocas veces un jugador español ha ocupado una posición tan relevante, marcada por las circunstancias que presidieron su carrera. Su muerte nos recuerda el magnífico jugador que fue y el trabajo que no hicimos para profundizar en las vicisitudes de su singular trayectoria.

     

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