El libro es una delicia que nos reconcilia con el mejor periodismo: ágil de la primera línea a la última, interesante, bien documentado y con mucha literatura detrás. Algunos pasajes son de una calidad excelente. La historia es propicia para incurrir en la melancolía. Sin embargo, apenas hay de ella dos o tres gotas, las justas. Se entiende por qué: en la superficie, porque la peripecia es tan delirante que la mejor manera de tratarla es como el autor la trata: con rigor de cronista salpicado ocasionalmente de fino humor siempre piadoso; pero en el fondo porque algunas de las materias esenciales (y no solo "psíquicas" sino tan corpóreas y positivas como un estadio) de esa realidad (ese club, el Racing de Madrid) cuyo nacimiento, pujanza y extinción se nos cuenta, sobreviven de la única manera que nos es dado sobrevivir: nutriendo realidades coetáneas o futuras que gracias a ello se consolidan y llegan a ser lo que son. En este caso, el Atleti.