Costa es Historia del Atleti y eso no se lo quita nadie. Y, en parte, simboliza un poco la resurrección de este club. Os parecerá una gilipollez, pero a mí, más que sus treinta goles o sus evidentes cualidades futbolísticas, lo que más me gustó siempre de Costa es lo de salir a matar en los derbys. Después de años de contemplar auténticos bastardos con sangre de horchata, de los que se dejan meter tres goles y luego le piden la camiseta a la estrella vikinga de turno, contemplar a este salvaje pegándose con los vecinos fue una iluminación casi espiritual. Devolver el escupitajo al gitano, encararse con varios de esos cerdos en su propia cuadra, echar de la zona técnica a Pepe de un manotazo, etc, etc. Un guerrero. Lo que yo quería en el Atleti, gane o pierda.
Lástima la mancha de su papel en la final de la Champions, muy discutible y probablemente egoísta. Y esa súbita metamorfosis en burgués del establishment, que nos ha arrojado a la cara sus bromitas y confianzas con el enemigo.
Se equivoca y lo sabe. Se mete en la caverna del monstruo. Va a nadar en pa$ta, pero no va a tener amor. Y no va a estar en el Atleti, que es lo mejor que hay en el mundo. De aquí a un par de años, ya empezará a deslizar en las entrevistas que, como en el Atleti, no estuvo en ninguna parte. Pero será tarde. Él sabrá. Su cuenta corriente sabrá.