Todo obedece a una cierta tara disfuncional extraña que no llego a entender. Hay que reconocer que los pájaros son unos linces para sus negocios e innovan e inventan fórmulas de negocios impensables alrededor del fútbol que a otros ni se les ha pasado por la cabeza. De hecho creo que están haciendo escuela y tienen alumnos aventajados, por ejemplo en Zaragoza o Braga y tantos otros lugares.
Como ya advertí hace tiempo están creando un tejido de clubs afiliados en el que tema deportivo no tiene relevancia alguna y todo consiste en el tráfico de jugadores a través de compra-venta y cesiones para su propio beneficio y el de la red de agentes. Es una golfada más que evidente, al menos a nuestros ojos, porque a los suyos es simplemente una explotación de modelos de negocios innovadores dentro del mundo del fútbol. Para hacer eso tonto no se puede ser, incluso cabe pensar que demasiado listo, al menos para lo que es la capacidad de amasar dinero ajeno.
Esto choca frontalmente, y entronco con el tema del hilo, con esa ansia desmesurada por satisfacer a la afición y a los medios con tonterías y cuidar una imagen absolutamente deteriorada y que no tiene remedio alguno. Como la rata sale como sale de repente en el Cluz surge una extrema preocupación... el uruguayo va a salir, porque tiene que salir, porque es necesario para la red de negocios pero tienen que impedir que salga mal.
Después de como se ha producido, el experpento vivido durante todo el verano, la salida de Forlán se puede resolver con una simple nota de prensa pero no, montan un paripe como si de un fichaje estrella se tratara y ponen a toda la pléyade de medios a trabajar para vender la noticia a bombo y platillo.
¿Por qué? ¿Lo necesitan? A todas luces no, salvo esa extraña preocupación por intentar dar una buena imagen, cuando realmente el resultado es patético y cuando a todas luces el computo total de cagadas e imágenes lamentables son incomparables con lo conseguido con el esfuerzo de querer hacer una sola cosa bien, y, por el camino, el esfuerzo resulta vano y el resultado supera lo subrealista. Resulta incomprensible pero sucede, continuamente. Es como si de repente pensaran que necesitan pequeñas píldoras de no se sabe qué para lavar su imagen y calmar a la afición cuando es más que evidente que su imagen no tiene detergente posible, hagan lo que hagan, y que la afición se calma por si sola, sin necesidad de ejercicios superfluos e innecesarios que además les hacen llegar nuevamente a las cotas de patetismo más alarmantes.
Un misterio que creo que ni Iker Jiménez se atrevería a plantear en su programa porque supera con creces a los extraterrestres, los fantasmas e incluso las caras de Belmez.