La intervención de Gutiérrez se resume en tres puntos:
- Cuando llegué (1994), el club estaba en declive, con una masa de abonados muy baja, y una trayectoria deportiva renqueante. El culmen de este declive llegó con el descenso a segunda.
- Antes esta situación, no valen las estrategias mercadotécnicas al uso. Hay que aplicar lo que se llama "marketing radical". La esencia del mismo, en este caso, consiste en intentar fidelizar sentimentalmente a seguidores y simpatizantes, y no tanto en buscar una expansión en el mercado. De ahí las sucesivas campañas publicitarias que se han producido desde el año del descenso, cuya base es que el Aleti tiene una masa de seguidores y simpatizantes atípica en el fútbol español, y más parecida en sus perfiles a la del fútbol inglés.
- Ahora, sin embargo, la situación está cambiando, y es posible orientarse hacia una política comercial expansiva. La base fundamental para ello, según los estudios de mercado, es el elevado valor de la marca: es muy conocida y despierta amplias simpatías, así como escasa hostilidad. Ese mercado potencial a explotar es mundial, y la clave de la penetración en el mismo es tener futbolistas de renombre mundial (puso los ejemplos de Maxi y Agüero).
Antes esta intervención yo hice una réplica en los siguientes términos:
- El declive no es producto del azar o de agentes desconocidos, sino de la familia Gil y sus desastrosas decisiones deportivas y económicas. Si usted tiene que aplicar un "marketing radical" es porque, como consecuencia de ello, se han cepillado ochenta y tantos años de brillante historia deportiva (exposición de datos que lo documentan). El Aleti, desde el final de la Guerra Civil, nunca ha sido un equipo perdedor hasta la llegada de los Gil. Si usted tiene que explotar la imagen de un perdedor romántico, y lo hace muy bien, está haciendo del vicio virtud, no explotando una identidad forjada a lo largo de toda nuestra historia.
- Esa imagen romántica, por lo demás, es continuamente contradicha por los hechos inmediatos. Ejemplos: usan a Kiko como emblema del añito en el infierno, y ese mismo año lo hacen salir por la puerta de atrás a patadas en el culo; el año del centenario son incapaces de organizar una celebración a la altura del evento, y el único acto que sí lo estuvo, tuvo que ser realizado por un grupo de seguidores, pues ustedes lo único que hicieron ese año fue machacarse a otra leyenda viva del Aleti: Luis Aragonés.
- Lanzan en una de esas campañas la paradigmática pregunta de por qué somos del Aleti. Yo le explico por qué soy del Aleti desde el año 59: porque, como a muchísimos otros, me hizo mi padre. Y mi padre se hizo del Aleti porque cuando llegó a Madrid en el año 50, era el mejor equipo de España. A mí hoy me cuesta un horror hacer a cualquier joven familiar o allegado del Aleti, porque lo han convertido en equipo perdedor, generador de continuas desilusiones. Y si no cambian esa trayectoria, dudo que su proyecto de futuro comercial y el valor que atribuye (creo que acertadamente) a la marca, se irán al garete. Mal le irá entonces, porque como usted mismo reconoce, la imagen de perdedor romántico tiene un corto recorrido -de hecho, creo que ya lo ha terminado-, salvo para cuatro progres a lo Sabina o Almudena Grandes, buscadores de la diferencia, o algún que otro colgao.
Su contrarréplica se refugió sólo en un argumento: los problemas del Aleti vienen de la intervención judicial y de que se le obligó a convertirse en SAD, con lo que no puede disfrutar de los privilegios otorgados a los clubes que siguen siendo asociaciones deportivas (puso el ejemplo del Madrid y su pelotazo urbanístico, al que tantas dificultades tiene de acceder el Aleti por ser SAD, según él).
No pude ya replicar de nuevo, pues mi apreciado decano, presidente del acto, me dijo que no podía dar una contraconferencia.
Colorín colorado.