Pues eso: enterándose, vikingos, que es gerundio:
La historia de Cibeles y Neptuno
Por Red
El
domingo pasado el Real Madrid conquistó otro título de liga. Ya van 31
trofeos nada menos. A las 3 de la mañana, la primera plantila fue a
celebrar el título de Liga a la plaza de Cibeles ante miles de
madridistas. Las nuevas generaciones, cuando oigan a los periodistas en
días como el de ayer, frases como 'La diosa Cibeles, el lugar donde tradicionalmente celebran los títulos los seguidores madridistas...'
, pensarán que esto ha sido así desde que se empezó a practicar el
fútbol de forma profesional en España. ¿Acaso los jóvenes aficionados
al fútbol han visto alguna foto de Cañoncito Pum Puskas aupando su enorme culo para subir a La Cibeles a cantar el ‘Polaco el que no bote...’? ¿Alguien tiene una foto del arisco Di Stefano la saeta rubia agarrado al cuello de los leones agitando al viento una bufanda blanca, tejida por su madre...?
Es
lógica la ignorancia entre jóvenes aficionados al fútbol porque no
tienen obligación de saber historia del fútbol. Vamos, ni siquiera
tienen obligación de aprobar la mayoría de las asignaturas, ni de
respetar a sus profesores... como para pedirles que sepan de la
historia del fútbol español.
Los que sí deberían ser rigurosos y
estar suficientemente documentados son los periodistas. Pero claro, si
vemos el ejemplo que nos dio La2, en ‘Club de Fútbol’, cuando conectan con la Plaza de Cibeles, y una supuesta periodista llamada Marta Solano nos dice que “han empezado a llegar aficionados, ya están cantando, también acaban de llegar algunas lecheras...”,
entendemos que la profesión periodística va de culo y cuesta abajo, que
diría un castizo. ¡Vaya profesional tiene la televisión pública que
utiliza el término ‘lecheras’ para referirse
a las furgonetas de la policía! Hija mía, ya no está en Aravaca
cuidando niños en casa de sus amigos los altos cargos de RTVE; ya logró
entrar en el Ente público, y la jerga de la calle está para eso, para
utilizarla en la calle.
A muchos periodistas les gusta coger la
historia con alfileres, o seguir como borregos a los inventores de
nuevos puestos en el terreno de juego como el de carrilero, o copian a esos que inventaron el palo corto y el palo largo... o repiten sin escrúpulos lo que ahora se ha puesto de moda, que es omitir el artículo: ‘Juega por banda derecha Arbeloa’. ¡Que no, que no!, que se debe decir ‘juega por LA banda derecha Arbeloa’
¿acaso decís 'Juega en portería Pepe Reina...'? ¿Por qué copiáis lo que
cualquier listillo vomita por su micrófono? ¿sois los que vais a entrenos
en vez de a entrenamientos? ¿Ya no hay correctores en las redacciones
para que tantas palabras aparezcan de cara al lector huérfanas de
acentos?
La diosa Cibeles, fue ‘bautizada’ como la fuente donde
los seguidores madridistas celebran sus títulos, a mediados de los años
90, hace ‘dos días’ como aquel que dice. Vamos a instruir a la Martita
Solano y a algunos colegas más que les gusta hablar de tradiciones antiguas inexistentes.
A finales de los años 70, más o menos año 1976/77, tras conseguir el Atlético de Madrid el título de liga, los
seguidores colchoneros, no más de un millar, espontáneamente, sin
premeditación, se bañaron en las aguas de la Cibeles para festejar un
título más de la ‘era Calderón’. Era cuando el Aleti
ganaba títulos. Entonces empezaban a forjarse peñas organizadas de
chavales que fueron el germen de lo que ahora conocemos por grupos
ultras.
Desde
entonces, Cibeles ha visto violado su territorio en algunas ocasiones.
Algunos títulos de liga por parte de ambos equipos de la capital, y
algunas pequeñas gestas de la Selección Española. Cibeles era invadida
por no más de dos millares de hinchas en dichas ocasiones. La plaza de
Cibeles era el lugar elegido para que algunos jóvenes celebrasen los
títulos del R. Madrid, At. Madrid, Estudiantes o la Selección Española de Fútbol, siempre de manera natural y espontánea. Cibeles era el marco de todas las celebraciones.
Llegan mediados de los 80, temporada 1985/86, y Ramón Mendoza, Presidente del Real Madrid, forma un gran equipo con jugadores como Maceda, Gordillo o Hugo Sánchez
entre otros. El fichaje del mexicano se hace de manera rocambolesca
para que no vaya del Atlético de Madrid directamente al Real Madrid,
pero ésa es otra historia. Ese equipazo logra ganar 5 ligas consecutivas.
Tras la consecución de cada uno de aquellos títulos, un par de millares
de aficionados madridistas, comandados entonces por el grupo de
animación Ultra Sur, se bañaban en la céntrica plaza para celebrar las
ligas conseguidas. Pero únicamente se bañaban los aficionados, los futbolistas ni aparecían por allí. Precisamente en 1985, antes del fichaje de Hugo Sánchez por el club de Concha Espina, el Atlético de Madrid gana la Copa del Rey al Athletic de Bilbao, con dos goles del mexicano en el Bernabéu. Tras el partido, unos 3.000 hinchas rojiblancos se bañan en Cibeles.
En 1990 el Real Madrid gana el último de los 5 títulos consecutivos. Unos 3.000 hinchas madridistas lo festejan bañándose en Cibeles.
En 1991 el Atlético de Madrid llega a la final de la Copa del Rey, tras 6 años sin ganar un título.
El rival era el Mallorca y el club colchonero lo presidía Jesús Gil.
Los jóvenes hinchas atléticos, en una decisión simpática y original,
manifiestan públicamente a los medios que no tienen intención de ir a
Cibeles si su equipo gana la Copa, ya que sus aguas ‘están infectadas después de que durante 5 años seguidos los madridistas hayan estado bañándose en ellas’. Los hinchas radicales rojiblancos deciden fijar su lugar de celebración para la final del 91 en la fuente de Neptuno,
a pocos metros de Cibeles. La prensa se hace eco de esta decisión, y
nace el ‘mito’ del también ‘tradicional’ marco de celebración de los
atléticos.
Al año siguiente el Atlético vuelve a repetir título, ganando esta vez la Copa del Rey al Real Madrid en el mismo estadio, en el Santiago Bernabéu. Esta vez son casi 10.000 los hinchas los que se congregan, tras levantar Paolo Futre la Copa del Rey, en la fuente madrileña. Muchos no sólo se bañaron, algunos hasta bucearon en las sucias aguas de Neptuno.
La temporada 94/95 termina con el Real Madrid como campeón de liga, y unos 12.000 hinchas madridistas lo celebran en Cibeles.
El Atlético de Madrid gana su primer doblete en la temporada 1995/1996 bajo la batuta de Radomir Antic y con Jesús Gil
como Presidente. 20 años nada menos llevaban los colchoneros sin ganar
una liga. La alegría de los atléticos es tal que se desbordan todas las
previsiones, y más de 40.000 personas abarrotan la plaza de Neptuno.
Un cordón policial acordona la zona porque el club anuncia que se va a
desplazar allí en autobús para festejar el título con sus aficionados. Es la primera vez que un club se acerca a celebrar junto a sus aficionados un título en el lugar donde suelen celebrarlo.
La temporada siguiente tiene como campeón de liga a otro equipo madrileño, en este caso al Real Madrid. Más de 50.000 aficionados madridistas esperan en una Cibeles acordonada a que llegue el autobús del equipo para celebrar el título junto a ellos.
¿Por
qué se pasa en dos años de ir 12.000 madridistas a Cibeles a ir más de
50.000? ¿Tenían razón los radicales rojiblancos en que sus vecinos les copiaban todo?
El caso es que esa temporada fue el final de estas celebraciones
espontáneas. El aumento de público en estas celebraciones, gracias al
bombo que los medios de comunicación le fueron dando, acabó con la
magia que había en ellas a cambio de organización, artificialidad y
asistencia masiva.
El domingo, en Telemadrid, Julen Lopetegui,
ex portero del Real Madrid, comentaba como anécdota, que en 1990
ganaron la liga y los jugadores no fueron a Cibeles porque entonces no
era costumbre. Ahora parece que es cita obligada. Es todo muy
artificial. ‘¿Vas a ir a Cibeles’ –comentaban muchos madridistas la semana pasada.
En todos estos años, desde la temporada 96/97, hemos visto desde las más de 300.000 personas que se dieron cita para celebrar la séptima Copa de Europa del Real Madrid,
a los daños producidos por algunos desalmados amparados en la
muchedumbre en Neptuno y Cibeles, pasando por la negativa del
Ayuntamiento de Madrid a que se suban a los monumentos de la Villa, con
la consiguiente protesta del Raúl y Hierro a Florentino Pérez
en plena cena del Asador Donostiarra, hasta la estupidez de montar una
grúa para que Raúl colocara una bufanda en el cuello de la Diosa
Cibeles.
Se
ha perdido cualquier celebración natural, alegre, simpática y
espontánea, y la marcha a Cibeles (a Neptuno por razones obvias no lo
menciono) se ha convertido en cita obligada y artificial.
Muchos periodistas dan a entender que son tradiciones casi centenarias,
desconociendo la verdadera historia, y por ende, mantienen engañado al
aficionado que cree estar obligado a pasar horas y horas restregando su
sudor contra miles de colegas de equipo, para ver durante breves
momentos a 100 metros de distancia a sus ídolos. Ya no hay equipos que no dispongan de ‘su fuente’ para celebrar títulos.
El Atlético de Madrid, dirigido desde los años 90 por personas ajenas
al mundo del fútbol, oyó que a los atléticos les llamaban ‘indios’, y sin enterarse de la connotación despectiva de tal etiqueta, llenaron el estadio Vicente Calderón de estatuas indias.
Otro ejemplo de ignorancia. La misma 'sabiduría' futbolística que los
dirigentes colchoneros tienen esos que hablan de tradiciones cuando
mencionan las celebraciones en Neptuno y Cibeles. Si mezclamos la
'sapiencia' de unos y otros, la poca profesionalidad de algunos
periodistas como la amiga Marta Solano que habla de ‘lecheras’,
y la facilidad con la que el aficionado se deja arrastrar por
tradiciones recién nacidas, obtenemos algo que sencillamente se podría
llamar ‘tontería’. Sí, en España cada vez tenemos más ‘tontería’.
No quiero transmitir una moraleja errónea. No llamo tontos a los que van a Cibeles, Neptuno o como quiera que se llame la fuente de su pueblo, válgame Dios.
Lo que quiero es que cuando uno vaya allí, que conozca la historia, que
sepa cómo empezó todo, y que cuando le diga un periodista que la
Cibeles es el monumento donde tradicionalmente los madridistas
festejaron sus logros, que sepa que está oyendo a un ignorante en la
materia, y que antes de que se dijeran estas tonterías, el aficionado
lo celebraba dónde, cuándo y como le daba la gana.
FUENTE: www.thekidtorres.com