Quique
Flores veía la vida color de rosa a principios de noviembre. Fulminado
Abel Resino, el nuevo huésped del banquillo del Atlético se propuso la
tarea de acabar "antes del parón de Navidad entre los siete primeros".
El objetivo, "restar dos partidos a los rivales", parecía factible
viendo el almanaque de la Liga: Deportivo, Xerez y Tenerife, fuera, y
Madrid, Espanyol y Villarreal, en casa.
Seis
jornadas después, las expectativas no se han cumplido. La escuadra del
Manzanares es 15ª, ha sumado sólo siete puntos en ese periodo, totaliza
14 y está a dos del descenso. Muchísimo más lejos queda la Liga de
Campeones, el objetivo primario en los despachos, que cierra el
Valencia con 29. "Más del doble de los que tenemos... La culpa la tenía
Abel, ¿no?", dicen en el vestuario rojiblanco.
Quique insiste en
que tiene la solución: "Saldremos de ésta. Los jugadores reaccionarán
si sacan adelante los ensayos en los entrenamientos, donde fomentamos
mucho los mecanismos de repetición. Por ejemplo, a los defensas les
intentamos mentalizar de que son una conexión rápida con el resto del
equipo. No queremos responsabilizarles en tareas ofensivas, llevar el
peso del conjunto. No; ellos son jugadores que, con dos o tres
acciones, siempre en movimiento, tienen que conectar con el centro del
campo o incluso los delanteros".
"A partir de ahí, que haya
funcionamientos constantes, que se involucren todos. Cuando atacamos,
los de atrás son partícipes. Y al contrario. Es la máxima sea el nivel
que sea", prosigue el preparador del Atlético, que ha firmado su peor
arranque en medio siglo y que no contabilizaba menos puntos desde los
17 que llevaba cuando descendió en la temporada 1999-2000.
"Hace
un año, con Javier Aguirre, se lograron 27 puntos. ¿Y qué pasó? Que el
mexicano organizó una miniconcentración en Segovia que a algunos no les
sentó muy bien y en febrero se fue a la calle", dicen en el club.
"El
parón navideño nos permitirá descansar y tranquilizarnos para volver
con más fuerza. El empate en Tenerife fue justo. No pudimos ganar",
reconoce Asenjo, que salvó, con nueve paradas de diez posibles, al
Atlético. Su homólogo del equipo canario, Aragoneses, no hizo ninguna:
el único remate a puerta de nueve intentos del Atlético, el de Jurado,
fue gol.
"Nos falta la pegada necesaria. Hace un año estábamos
ahí arriba y ahora nos encontramos peleando por otras cosas.
Esperábamos ir a más, pero no es así. Ahora nos toca pasar página,
descansar y confiar en que en 2010 las cosas empiecen a cambiar ", dice
Maxi, que termina su contrato el 30 de junio y que a partir del 1 de
enero puede negociar su salida sin que el Atlético, que perdió 27
millones el pasado ejercicio, vea un euro.
Precisamente hoy la
junta de accionistas se reúne en el Calderón para aprobar las cuentas
del club, que reconoce una deuda de 200 millones, cifra que los más
críticos del Consejo de Administración elevan hasta los 340.