VIERNES, 2 JUNIO 2017, 16:55
Conviene poner en antecedentes al lector menos ducho en materias rojiblancas: no hace tanto, el aficionado del Atlético se desesperaba de septiembre a mayo y se ilusionaba entre junio y agosto. El equipo daba tumbos, así que la época para la alegría era aquélla en la que se fichaba: de ahí esa expresión, la de la mejor plantilla de la historia, que, a fuerza de que el periodismo la repita año tras año, se ha trasladado hasta nuestros tiempos. Siempre es la mejor... hasta que se demuestra lo contrario.
Llegó Simeone para cambiar la tendencia, igual que ha cambiado tantas otras cosas. Con El Cholo la peor de las temporadas estaría entre las más destacadas de una historia centenaria, así que el victimismo de un sector de la hinchada se ha tenido que trasladar necesariamente a la época en la que no hay fútbol: tirando de memoria y para que se hagan una idea, el hashtag (si es que se escribe así) que titula estas líneas fue tendencia en 2014... poco después de que el equipo ganara la Liga y jugara la final de la Champions. Había quien pedía auxilio de forma desesperada porque algunos jugadores pretendían marcharse, situación por lo visto inaudita. Se marcharon, por cierto, menos de los que lo pretendían. El Atlético, por cierto, se mantuvo en lo más alto.
En ese contexto ha llegado el fallo del TAS. Terreno abonado, por escribirlo de otra manera. Uno atendía a las reacciones de las primeras horas y pareciera que al Atlético le han obligado a jugar hasta enero con el infantil. El derrotismo habitual derivó en la que como mínimo fue una absoluta falta de respeto hacia la plantilla actual, que puede y debe mejorarse, faltaría más, pero que, sin gol y con lesiones, acaba de firmar una gran campaña. Orgullosos de nuestros jugadores, sí, pero a la que se pueda hay que cambiarlos. Porque que se sepa los ínclitos jueces nada han dicho de Oblak. Ni de Godín. Ni de Filipe. Ni de Gabi. Ni de Saúl. Ni de Koke. Ni de Carrasco. Ni de Griezmann. Ni de tantos otros.
El caso del francés vale como ejemplo: más allá de la torpeza en sus formas, a muchos de los que les molestó que se fuera a ir parece molestarles ahora que se vaya a quedar. Todo molesta en el reino de la catástofe, sin atender siquiera a que hace apenas dos semanas se despidió como un héroe a quien no amenazó con irse sino que directamente se fue (para regresar cuando se estropearon los planes que tenía), situación a la que, al menos que sepamos, no ha llegado aún Antoine.
P.D.: Dicho lo cual, los habituales del Cerro saben (sabemos) que, en la época investigada por FIFA, tan importante para su futuro era lo que los menores hacían sobre el césped como lo que ciertos personajes siniestros manejaban en los locales de hostelería aledaños. Nombres no damos porque pruebas no tenemos e ir al juzgado nos apetece lo justo, pero una dosis de autocrítica le hubiera venido de perlas a la reacción oficial del Atlético.