Boys ZGZ:
http://www.thekidtorres.com/
Que alegres son los colores de la hinchada rojiblanca (Marseille 0-Liverpool 4)
Hoy quería dedicarle estas líneas a la gente del Atleti. Pero no a la gente del Atleti que se ha creído ese desafortuna
do invento publicitario del sufrimiento, “el pupas” y el “¿por qué somos del Atleti?”. No, a esos no. Se lo quería dedicar a los que saben que el Atleti es un equipo ganador como el que más. Porque sé que todos ellos se alegran de lo que está haciendo Torres con la elástica red. Y no porque simpaticen con los rojos, que también, si no porque uno de los suyos está demostrando la grandeza de su club en uno de los mejores escenarios posibles: el Liverpool.
Sirva por tanto este texto como pequeño homenaje para los amigos de “The Kid Torres” (Red, Tgdor y Tapadillo), Fernando Sánchez Postigo y toda la comunidad bloguera rojiblanca, Cristian Sancho y sus compañeros de Señales de Humo, Álvaro García Blanes, Rosi, Miguel Ángel Campos (Spanish Kramer) y, como no, Chagüi, al que vemos en la foto que ilustra la entrada acompañando a Lover y que siempre está con nosotros en los momentos importantes. Yo me alegro por todos ellos y les doy las gracias por su contribución generosa y desinteresada a situar al Atleti en el lugar que le corresponde, el lugar reservado para los protagonistas de las noches europeas más glamourosas, en definitiva, el lugar de Fernando Torres.
Tapadillo soy yo, jeje... Intento aportarle el lado atlético al blog, aunque a veces me dejo llevar por la rabia y la tristeza, sobre todo cuando me acuerdo del árbol genealógico de los Gil, de algunos energúmenos que me encuentro en algún foro, y de que, si se hubieran hecho las cosas bien hace un par de años, Torres hubiera marcado el golazo contra el Marsella vestido a rayas rojiblancas. Alguna que otra vez me he dejado llevar por los nervios después de haber leído alguna barbaridad...
Bueno, aquí está la entrevista con Dalglish (habría que retocar algunos detalles, pero apenas he tenido tiempo):
Dos leyendas del pasado y del futuro del Liverpool con asombrosas similaridades
Gabrielle Marcotti y Guillem Balague
Sin comparaciones. El Niño lo deja muy claro. No quiere que le comparen con el Rey. “De momento, todavía no he hecho nada”, dice Fernando Torres. “Para ser sinceros, casi siento vergüenza al estar aquí. Por favor, no hagáis comparaciones”.
Y ¿qué pasa con King Kenny? ¿Cómo se siente cuando, durante gran parte de tu vida, la gente te ha llamado leyenda, y te ha tratado como una deidad del fútbol? ¿Y qué hacer cuando te encuentras frente a frente con tu supuesto heredero?
“Sólo eres una leyenda en la mente de algunas personas”, dice Kenny Dalglish. “Mientras no seas una leyenda en tu propia mente, no hay problema. Como le ocurre a Fernando, a la gente le gusta encasillarte, categorizarte, compararte. Pero lo más importante es ser uno mismo.”
Es más fácil decirlo que hacerlo, porque no puedes más que hacer comparaciones. Para apreciar algo, necesitas un contexto, un marco de referencia. Y cuando te sientas y compartes mesa con estos dos hombres de talento, no puedes más que percibir campos en común.
No es sólo que ambos sean delanteros, ambos sean Piscis, ambos fueran los fichajes más caros del Liverpool, ambos tengan la habilidad de convertirr a The Kop en una enloquecida colmena humana. Ni siquiera que, hace menos de 24 horas, contra los Bolton Wanderers, Torres haya marcado un gol misteriosamente similar al de Dalglish en la famosa victoria frente al F.C. Bruges, en la Final de la Copa de Europa de 1978: la misma carrera cronometrada, la misma caricia con el pie derecho, el mismo rebote suave justo antes de cruzar la línea de gol, el mismo portero desesperado.
Hay un obvio hilo rojo conectando a estos dos hombres, y esto es en lo que consiste un club. Los jugadores vienen y se van, pero la camiseta y la comunidad permanecen. Torres juega con Carragher, quien jugó con Robbie Fowler, que jugó con John Barnes, que jugó con Ian Rush, que jugó con Dalglish. Y Dalglish jugó con Emlyn Hughes, que jugó con Ian St John, que jugó con Roger Hunt, que jugó con Ronnie Moran, que jugó con… Bueno, puedes retroceder atrás en el tiempo hasta Malcom Mc Vean, el hombre que marcó el primer gol de la historia del Liverpool en 1892.
En ese sentido, Torres y Dalglish son portadores de la antorcha de una misma tradición de 115 años. Pueden asustarse con las comparaciones, ya sea por la modestia o las buenas maneras, pero ellos comprenden la responsabilidad. “Somos los únicos que podemos hacer realidad el sueño”, dice Dalglish, “el sueño que los aficionados nunca podrán realizar, porque ellos no pueden jugar. Por lo tanto, viven a través de nosotros”.
“Pero también tenemos sueños que no podemos realizar, añade, después de una rápida mirada a los grandes ojos de Torres. “Siempre he querido estar en The Kop. Pero nunca podré estar allí. Sólo puedo ir cuando está vacío. Es gracioso, mi hijo sí va a The Kop. Le dejo con alguien que se quede con él, lo cuide, y permanece allí durante un partido. Él puede cumplir un sueño que yo nunca haré realidad.
Las palabras te impactan. Piensas cómo es posible que un hombre como Dalglish pueda echar de menos algo tan mundano como una tarde de sábado en las gradas animando a su equipo. Y entonces Torres comienza a hablar, casi con melancolía: “He estado en The Kop. Pero también sólo cuando está vacío. Y me encantaría poder estar en The Kop cuando me retire”.
Su sonrisa es tímida, pero con un toque de travesura. ¿Y el papel de “sin comparaciones”? Se ha ido. Pero entonces él sabía demasiado bien porqué se le había citado allí aquel día.
Ambos hombres comparten el hecho de que fueron aficionados que pudieron cumplir su sueño. Quizás, el caso de Torres fue el más completo. Pudo jugar en el Atlético de Madrid, el club que había animado cuando era niño; pero Dalglish nunca jugó para sus ídolos de juventud, los Rangers. En efecto, como cuenta la historia, el día en el que el asistente de Jock Stein llamó a su puerta para llevárselo al Celtic, Dalglish arrancó frenéticamente todos los postres del Rangers de la pared de su habitación.
Cuando el fútbol se convierte en tu profesión, la lealtad al club sale por la ventana. “Cuando juegas, es difícil ser un aficionado”, dice Dalglish. “La excepción es tu país. Es por esto por los que disfruto realmente con los partidos de Escocia, porque puedo ser lo mismo que cualquier otro. Puedo ser un aficionado”.
Tus ojos se mueven hacia el rostro de Torres, e intentas averiguar en qué está pensando. La Selección Nacional. Todos luchando por su país. Y qué diferentes son las cosas en su país.
“En España, los clubs son mucho más importantes”, dice. “Cuando estaba en el Atlético, si jugaba en el Bernabeu –el estadio del Real Madrid- con la Selección, los aficionados me abucheaban, porque era del Atlético. Es un gran problema. Todos llevamos la misma camiseta, pero cuando entrenas con la selección puedes ver a los chicos del Real Madrid juntos, los chicos del Valencia juntos, los chicos del Barcelona juntos. Y les resulta difícil entrenar, como si todavía estuvieran llevando la camiseta de sus clubes”.
La voz de Torres se desvanece. Entonces interviene Dalglish: “Ya sabes, nunca ha tenido éxito un equipo que no haya tenido un buen vestuario. No quiero decir que hay que salir de copas juntos, pero el vestuario es muy importante”.
”¡Vestuario!”, Dalglish repite la palabra en castellano, para darle énfasis.
“Tenemos un gran vestuario aquí (en Liverpool), somos muy cercanos. Incluso ahora hay seis de nosotros que seguimos en contacto. Jugamos al golf, salimos con nuestras mujeres, todavía seguimos en contacto. Es especial. No es algo muy moderno, ¿verdad? Dentro de 20 años, no habrá ni seis de vosotros que todavía permanezca en Liverpool, ¿cierto?”. Las palabras cuelgan en el aire. No es una acusación. Se está constatando un hecho. El fútbol ha cambiado. Ocho del once inicial del Liverpool vienen de fuera de Gran Bretaña. Algunas cosas sólo pueden existir en cierto momento en el tiempo. El mundo se mueve.
Volvamos al fútbol. ¿Qué ocurre cuando una superestrella está teniendo un mal día?. ¿Qué ocurre cuando nada te sale bien? Quizás esperes que saquen a relucir algún cliché, como “volver a lo básico”, o que deleguen en compañeros de equipo en mejor forma. Pero no, responden con el mismo desdén. Es la indignación de aquellos que suelen acarrear con el peso de la responsabilidad. “Siempre quiero el balón, no importa lo mal que esté jugando”, dice Torres. “Incluso aunque falle diez ocasiones seguidas, siempre querré el balón. Para eso es por lo que estoy ahí. No voy a esconderme”.
Dalglish dice: “Por supuesto, debes seguir buscando y queriendo el balón. Tienes que continuar. Mira, en la posición en la que juega Fernando, él fallará más que marcará. Pero no importan los goles, sino los que fallas. Cuantos más falles, más cerca estarás de marcar el próximo. Tienes que pensar de esa manera. Y si no tienes el coraje de tener esa mentalidad, no estarías jugando a este nivel.
Buscas más similitudes, Y las encuentras. “Siempre veo al Atlético porque es mi equipo”, dice Torres. “Pero aparte de esto, no me gusta ver mucho fútbol. Aunque veo mucho, no lo hago por divertirme. Lo hago porque necesito conocer a los jugadores y los equipos rivales, necesito estudiarlos y prepararme para ellos”.
El rostro de Dalglish se ilumina. “Yo me parecía mucho a Fernando”, dice. “Yo solía ver contra quiénes iba a jugar, ver los hábitos de los porteros, las características de los defensas, ver si podía aprender algo.
Más tarde, veía si había un jugador que quería fichar, cosas como esas. Pero ahora, bueno, no me cautiva de la manera en que lo hacía cuando era niño. No me concentro realmente cuando veo fútbol.”
Habiendo estudiado el juego durante 50 años, -como aficionado, jugador y manager-, Dalglish se contenta con sentarse y dejar que el juego sea sólo eso: un juego. Y puede que sea por esto por lo que él parece estar disfrutando de su tiempo con Torres. La humildad desarmadora del español y la confianza le han dado cierta alegría. Y, quizás, siete años después de haber dejado el deporte, siente bien reconectar, aunque sólo sea por unas pocas horas.
En cuanto a Torres, hay algo más que un poco del estudiante frente a su maestro en su actitud. Él pudo haber sentido vergüenza antes de llegar, pero ahora siente la calidez de esa conexión.
“Aprendí muchas cosas hoy”, dice Torres cuando llega la hora de irse. “Me gusta la manera en la que Kenny es tan accesible, es una persona normal. Dice que no se siente una leyenda, pero el hecho es que lo es, y es por esto por lo que su “normalidad” es tan impactante para mí. Me trajisteis aquí , incluso aunque os dije que me encontraba lejos de estar cerca de su nivel. Y me siento honrado de que haya dedicado tiempo a hablarme. Ver a alguien como él me hace sentir más hambriento de continuar trabajando duro y, quizás, algún día, alcanzar su nivel”.
Sus miradas se juntan. Dalglish sabe que es su turno de impartir algo de sabiduría. “Hoy día, los futbolistas son criticados por el dinero que ganan y por sus estilos de vida”, dice. “Pero Fernando parece apreciar cada cosa que obtiene.
“Fernando, éste es un club especial, con aficionados especiales”. Dalglish habla ahora dirctamente al joven. Podrían estar solos en la habitación. “Ellos aman a la gente que ama llevar su camiseta. Pero no son tontos, ellos saben cuándo es verdad, y cuándo es sólo una postura de cara a la galería, besando el escudo y todo eso. Les encanta identificarse con la gente en el campo. Y creo que se identificarán contigo con mucha, mucha facilidad”.
Como podéis ver, se declara abiertamente del Atlético. En la otra parte de la entrevista, en vídeo, confiesa que su ídolo es Kiko Narváez, que es aficionado del Liverpool y del Atlético, y que el último derbi fue un robo... "like every time":
http://uk.youtube.com/watch?v=fBd7Q9zjU_Q