Sergio
Asenjo (Palencia, 20 años) se resiste a renunciar a las costumbres que
adquirió en la estepa castellanoleonesa y que forjaron al portero del
futuro, al indiscutible arquero de las categorías inferiores de la
selección española. "Ya no cazo tanto. Me aportaba mucha paz interior.
Pero en la jungla de asfalto es imposible, claro", cuenta el fichaje
estrella del Atlético, que sólo convenció al Valladolid poniendo sobre
la mesa 4,5 millones de euros y la cesión de Diego Costa. "Espero
corresponder. Para eso, a ver si el Chelsea no nos marca, algo que sólo
hemos conseguido en toda la temporada frente al Apoel", medita el meta,
que, pese a su edad, ya cuenta 50 partidos en Primera.
Pregunta. El Barça estuvo detrás de usted, pero se decantó por el Atlético. ¿Es sadomasoquista?
Respuesta.
Mi ilusión era el Atlético. Lo dije siempre. Es difícil que equipos tan
grandes confíen en alguien tan joven. Esta casa fue la primera que
apostó por mí, incluso pese a la lesión de menisco que me tuvo en el
dique seco cuatro meses. Ser el portero del Atlético no es fácil, pero
como en los demás. La presión que se aprecia en el ambiente no me
intimida nada. Tener tantas miradas encima hace que tengas que hacer
las cosas bien sí o sí.
P. Pues es el equipo más goleado de Primera y Segunda.
R.
Se ha juntado un poco todo. No son 17 goles lo normal, pero se han dado
un cúmulo de circunstancias: los defensas han rotado de puesto por
lesiones y otros problemas; los porteros, también; yo estuve en el
Mundial sub 20... Todos esos detalles afectan a la sincronía. Con
trabajo los puliremos.
P. ¿Incluso en Stamford Bridge?
R.
Abel me pide que muestre el mismo descaro y confianza que posibilitó mi
fichaje. Lo mismo se puede decir del resto de los compañeros. Sólo de
esa forma, y evitando los goles tempraneros, sacaremos esto adelante.
P. ¿Cómo empezó?
R.
Ya de chaval quería ser portero. De vez en cuando probaba en otra
posición, pero no me llenaba. Impedir un gol lo considero una especie
de don. Es lo que mamé desde crío en el equipo de mi barrio. Jugué en
el San Juanillo hasta que fiché por el Valladolid con 13 años.
P. Mendilibar le hizo debutar en Primera con apenas 18 años.
R.
Es un técnico que no mira el DNI como hacen otros. Me dio confianza y
le estaré eternamente agradecido. También me protegió prohibiendo que
hablara durante un año con los medios, a semejanza de lo que hizo el
DKV Joventut con Ricky Rubio.
P. ¿Cuál es su principal cualidad?
R.
Nací con la virtud de la tranquilidad. No me pongo nervioso nunca. Ni
el día de mi debut, ante el Villarreal. Eso me viene muy bien.
P. ¿Cómo hace para lograr semejante calma?
R.
Cuando puedo, me dedico a cazar. Algún corzo y algún jabalí han
caído... Me sirve para desconectar y también para fortalecer la
concentración. Con la calidad que hay en la Liga y la Champions, si no estás vivo, te comen.
P. Tanto que ustedes tienen fama de raros.
R.
¡Para nada! Aunque reconozco que soy algo maniático: siempre entro en
la portería con el pie izquierdo, doy tres pasos... Por no hablar de
los guantes... Me gusta que me queden muy apretados. Tanto que me los
destrozo en una semana. Igual gasto unos ocho al mes.
P. ¿Le agobia que le señalen como el sucesor de Iker Casillas?
R.
Iker y Reina están por encima del resto y es muy bueno aprender de
ellos. Pero todavía soy muy joven. El nivel de los porteros españoles
es brutal. Son los mejores de Europa.
P. ¿Tiene algún referente?
R.
El portero perfecto no existe. Sería una mezcla de la seguridad por
alto de Buffon, el uno contra uno y saber estar de Casillas y la
potencia de Reina. Me quedo con el meta frío que sea capaz de
adelantarse a la jugada en vez de tener que adornarse con un paradón.
Eso es lo que le convierte en un portero superior al resto. Al final,
el 80% de los arqueros de la Liga paramos más o menos lo mismo, pero
los mejores son ésos a los que les llegan una vez y la paran. Hay que
ser efectivo y hacerlo fácil, aunque, bueno, de vez en cuando está bien
lucirse.
P. ¿Le alivia que Drogba no juegue esta noche? En su lugar se las verá con Anelka.
R. Sí, pero como a Raúl no he visto a ninguno. Hace muchas cosas en el campo, demasiadas. Nunca sabes por dónde te va a salir.