columna en ELMUNDO.ES, quien no se ha acordado de quien teniamos al lado en la ultima final???
Mi amigo Juan
Por Pedro Simón
Debió de ser porque él tenía el número 31 en la clase de 8ºC y yo tenía el 32. Porque los dos éramos bajitos. O porque siempre nos elegían los últimos cuando echaban a pies en el recreo. El caso es que, de aquel rincón de prescindibles, salimos como el cemento. Si había que recibir una toba, pondríamos juntos la colleja.
Un día le descubrí afanado –el bocata de nocilla apoyado en el suelo–, haciendo lo mismo que yo en el otro lado del árbol. Mientras unos grababan corazones en aquellas cortezas asaeteadas del patio del Calderón de la Barca, Juan Siles y yo le poníamos prosa al mundo: "Hugo, Hugo". "Aleti campeón". "Vikingos no". Del Aleti, el tipo aquel pecoso era del Aleti.
Descubrimos el Calderón juntos a los 13 años. Probamos la cerveza juntos a los 15. Nos fuimos juntos de vacaciones a San Marcial del Vino a los 20... Juan y las berenjenas que me daba su madre. Juan y el piso vacío aquel de San Nicasio. Juan los sábados, y Juan los martes. Juan con abrigo y bufanda y Juan en pantalones cortos. "Pásala, que estoy solo, Juancito, pásala...". El mundo entero, entre el Paseo de los Melancólicos y Leganés. A los 25 lloramos juntos por primera vez. Como dos tíos.
Fue cuando regresamos de la final de Zaragoza de 1996, abrazados como oseznos –Javi Mindolo al volante– y soñando con aquél remate hiperbólico de Pantic. Despertamos sin voz, con la babilla cayendo de felicidad. Eran las cuatro de la madrugada y Neptuno entero era una polka. Bailamos. Fue la última vez que le vi.
Le perdí la pista a mi amigo Juan. La vida le hizo algún requiebro que no viene al caso. Se cayó alguna vez, quién no. Siempre se levantó, sacudiéndose rápido las rodilleras, como hacía en el recreo. Todo eso lo supe luego.
El día en que eliminamos al Rácing de Santander, este febrero pasado, busqué su número y encontré polvo. Hablé con su madre, que no se acordaba de las berenjenas, ni del amigo del Calderón de la Barca, ni de nada. "Es que vive en Soria, ¿sabes?".
Marqué los nueve números del móvil. Se me vino el gol de Pantic al Barcelona y el gol del Cholo al Albacete. El corte de mangas de Stielike a Aguinaga y Futre, y Marina, y Gárate, y Aragonés, y Pizo Gómez. Habían pasado miles de años. 14, para ser exactos.
–¿Juan?
–¿Sí?
–Soy yo...
–¿Pedro...? Eres Pedro. Eres Pedro, cabrón. Estaba esperando tu llamada.
Hablamos ayer. Todos los días hablamos. Ni que fuéramos novios, Juan. Ya tenemos las entradas. Él se ocupará de las tortillas. Yo me voy a poner el gorro de lana que me hizo mi madre. Ya hemos ganado 3-0 al Fulham y al Sevilla. Qué coño sabrán los del Madrid.
No sé de quién es la frase. Aquí va, amigo. "Hay gente que dice que el fútbol no tiene nada que ver con la vida, con las cosas esenciales del hombre. No sé cuánto sabe esa gente de la vida. Pero una cosa tengo clara. No tienen ni idea de fútbol".