Veinte minutos de partido, el resto, un pasatiempos bastante insulso. Todos sabíamos que no había nada que rascar, seamos sinceros; que podíamos estar jugando tres días y no equilibrar el partido. Impotencia absoluta. Menos mal que ellos se lo han tomado con calma, porque si van a por nosotros nos cae la del pulpo.
Durante esos primeros veinte minutos daba la sensación de que eran equipos de planetas diferentes: uno de Rapidonia y otro de Lentonia. Para muestra vale el 1-0, donde hemos perdido todas las disputas y cruces por ir a cámara lenta y con menos sangre que una colección de gusanos de la seda. Y cómo le cuesta a este equipo jugar al fútbol con algún criterio y una cierta rapidez. Mientras se siga sin armonizar y mecanizar los movimientos, seguiremos siendo un equipo vulgar, vulgar.
En lo individual, otra cagada de De Gea, que se ha jamado el segundo enterito. Francamente bien Reyes, salvo en la acción que da origen al 1-0, en la que creo que, se tire o no, sea falta o no lo sea, reincide en el grave pecado futbolístico del individualismo miope. Y flojito, de nuevo, Filipe Luis, cuya aportación ofensiva sigue siendo nula: no arriesga jamás y resuelve en plan funcioneta cada subida por la banda, con centros de trámite; una banda, por cierto, en la que Simao tampoco ha aportado nada. Los demás, salvo un par de grandes detalles de un Kun muy desasistido, en su habitual línea gris, ramplona, lo que, en algunos casos, hasta casi se agradece en días como hoy, donde estás esperando de alguno de ellos una gran cagada en cualquier momento.
El árbitro, pues sí, se ha jamado un penalty claro, pero, salvo eso y los errores del linier que cubría nuestro ataque, creo que ha estado bastante bien. Y, sinceramente, si pita el penalty y lo marcamos, no creo que hubiésemos igualado el partido.
En definitiva, ni frío ni calor. El trámite de cada año, que ya cubro casi con la misma pasión que la Declaración de la Renta.