44 años, todos de rojiblanco, sí, estoy seguro que incluso antes de enterarme de ello.
Esa foto en blanco y negro, junto a mi hermano, en el descampado frente al metro de Aluche que ahora ocupa una gasolinera y, donde vestidos de rojiblancos en algodón de verdad, íbamos con mi padre a dar patadas a esa pelota de goma desgastada soñando ser Gárate o Luis, junto con esta otra que todos podéis ver en esta página, creo que lo dicen todo:
http://sdehumo.net/photos/aficion/picture445.aspx
Pero por si el humorista aficionado que preside nuestro club necesita más datos, no hay problema.
Mi primer recuerdo borroso, la decepción con la derrota en la final de Bruselas, y más que la mía por la edad, la de mi padre y mi hermano; luego, el orgullo de plantar cara siempre a los vikingos en el colegio, ese orgullo rojiblanco que algunos no hemos perdido ni siquiera en estos últimos años de secuestro financiero e ideológico de nuestro amado Club.
Mi primer partido en el Calderón, con 7 años, contra el Rayo, tarde soleada de primaveral domingo, los alrededores, las banderas, el olor a puro, sacar las entradas en taquilla con mis padres y mi hermano, tocarlas y ver el escudo impreso, entrar y subir al anfiteatro de lateral y salir por el vomitorio y ver el cesped gris de la tele convertirse en verde por primera vez, lo enorme que era nuestro estadio, la cantidad de atléticos y el 4-0 que me regaló mi equipo esa primera vez, la timidez para cantar los goles hasta que algún vecino de localidad y mi madre me ayudaron a soltar mi primer grito de éxtasis en rojo y blanco, imborrable.
Mi novia y ahora mujer y madre de mis hijos, a la que no le gustaba el fútbol pero que, de ser algo, pues blanca ella porque era lo que había que ser ¿no?, hasta que llegué yo y empezó a ver al Aleti y entender claramente la diferencia entre la prepotencia y el orgullo, lo fácil y lo luchado, lo justo y lo robado.
Ligas, Copas, presencias europeas y mi primera gran cita, el viaje con el Frente a la final de la Recopa de Lyon, con final triste, pero que no olvidaré nunca jamás, por el viaje, el ambiente y el equipo que jugó y luchó como sólo el entrenador que tenían podía hacerles luchar por nuestra camiseta. Luego otras finales, pero especial, el 2-0 de la final de Copa en casa del vecino, con mi mujer junto á mí, diciendo al ver a Schuster poner la bola, "esto es gol", y yo, "está muy lejos".......... el resto ya lo sabéis, a los atléticos como vosotros no hace falta contárselo, y al que pide explicaciones no me sale de los mismísimos porque no lo entendería, imposible.
Desde entonces, ha habido de todo, incluso un doblete, pero no lo cambio por ver las dos finales ganadas del año pasado junto a mis hijos, que creo que pensaban que su padre estaba loco al hablarles de los títulos que habíamos levantado. Ni tampoco por la final que viví en Barcelona con otros 50.000 colchoneros, ese paseo hasta el Nou Camp con la condal de rojiblanco en luz y sonido, y ese final con derrota victoriosa. No, presidente, tampoco pienso explicárselo, pues a la vista está que, ni así, con una lección práctica de lo que este Club es y significa, aprendió nada de nada.
¿En la lucha? Pues sí, he cantado el tal y tal, pero con la mosca detrás de la oreja desde el paripé con el Ruizma para la conversión a SAD. Luego llegué a Señales hace ya la tira de tiempo y me quedó claro. Por tanto, diría que casi desde el principio, desde aquel día de verano que quedamos los primeros 40 en el Calderón y nos fotografió el MARCA para sacarnos como diciendo, estos locos son la oposición a Gil. He sido socio y abonado, pero hace ya unos años lo dejé con la promesa de no volver hasta que estos malnacidos no se vayan, bueno les echemos. El otro día estuve con muchos de vosotros en la manifestación y, con un abono de un amigo, con mi familia en el partido, donde canté con todos contra la lacra las veces que nos arrancamos.
Y ahora, si quiere o puede, dígamelo a la cara, venga, dígamelo a la cara. Se lo puedo volver a explicar "con más detalle".