marianux: ¿Alguien piensa que si el equipo franquiciado hubiera sido uno de los que bordearan el descenso o incluso se hubiera decidido comenzar en primera, se iba a llenar Vista Alegre de esa manera?
Pues claro que no se hubiera llenado. Pero es que un equipo así no lo hubieran cogido. A mí la verdad es que todo esto me ha pillado a trasmano, y yo que vi muchos partidos en el Magariños se me hace raro todo esto. Pero ayer vibré y me alegré como el que más, porque eso sale del corazón y no se puede evitar. Además se da la extraña circunstancia que nunca he dejado de seguir el balonmano cuando desapareció el Aleti, porque me gusta el balonmano, me encanta, y el equipo al que me aficioné curiosamente es el Ciudad Real (no tan curioso, conozco bastantes casos, por muchos motivos diversos). El Ciudad Real heredó nuestro hueco y también creo firmemente que sin la desaparición del Aleti, Ciudad Real jamás hubiera alcanzado las cotas que ha alcanzado. No sólo por eso. Juan de Dios y Talant también tienen mucho que ver, y una afición desprovista de otros deportes que ganaran y que se volcó con el equipo, pero eso también ocurre en León, y el hueco del Aleti se fue a Ciudad Real porque gran parte del pasado rojiblanco se fue a Ciudad Real, eso es así. Sino hubieran sido un León, o menos, un Bidasoa, pero poco más.
Sí creo que el partido de ayer nunca lo debió jugar el Aleti. Ése partido debió jugarlo el Ciudad Real y debió jugarse en Ciudad Real. Al menos se le debía eso a la afición de Ciudad Real. Y a partir de ese momento, si las cosas no pueden ser de otra manera, pues empieza a vivir el Aleti y ese partido significa el cambio. Esa copa, la que se ganó ayer, se ganó gracias a la afición del Aleti, sí, seguro, que se volcó, pero esa copa, en gran medida, sino toda, es de Ciudad Real y de su afición.
Finalmente supongo que me abonaré e iré a ver partidos, porque el Aleti de fútbol tampoco es ya nuestro Aleti, el Aleti de aquél equipo que jugaba en Magariños, pero es lo que hay. Y seguiré luchando porque cambie pero eso no me impide disfrutar e intentar no amargarme, porque la vida al final consiste en eso, la birra y el abrazo con el de al lado, que también lleva la rojiblanca, por la copa levantada.