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rossobianco
- Se unió el 15-11-2007
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TXEMA:
Que placer compartir foro contigo Rosso.
Lo de las operaciones a corto, estoy totalmente de acuerdo contigo. Pero en estas operaciones tan miserable es el que apuesta a la caída de un valor como el que "presta" esas acciones. Eso debería de estar perseguido y por supuesto prohibido.
Eso si, la prohibición como hizo la CNMV de este tipo de operaciones, provocó también en un primer momento la venta masiva de títulos y el consiguiente nuevo batacazo bursatil.
Luego ya, y hablando a posteriori, que es lo más fácil, me parece increíble como las declaraciones de depende que personas puedan hacer mover los valores y la prima del rojo al verde.
Aparte de estar pendiente de los balances y los números que sacan las empresas para ver si van a caer en bolsa, hay que estar atento a las declaraciones de estos personajes. Para mi, esto demuestra que hay un estado de pánico absoluto entre los inversores, por tanto, un caldo de cultivo expepcional para los especuladores (la mayoría de la city), y la volatilidad que existe actualmente.
El placer, como bien sabes Txema, es todo mío.
Sí, lo de las posiciones cortas al descubierto es algo vergonzoso. Como ya he dicho en otra ocasión, la manipulación artificiosa y premeditada del valor de las cosas es un delito tipificado en el Código Penal, con la excepción de estas operaciones financieras. Es una infamia. Lo que también te digo es que una gran parte de los que “prestan” sus acciones no tienen ni idea de para qué van a ser utilizadas. Un operador financiero o corredor con el que tienes contratado, digamos, un fondo de inversión, te envía una carta en la que te dice: “Estimado cliente, ¿no tendrá Vd. por casualidad acciones de “X”? Si nos las “presta” durante seis meses le damos un 5% de su valor según la cotización de hoy, más los dividendos que deba percibir. Al cabo de tal período le devolveremos exactamente el número de acciones que poseía”. Si uno no tiene intención de venderlas en ese tiempo, la propuesta es más que tentadora. A mí me ha ocurrido, y si no he aceptado nunca es porque sabía el uso que harían de mis acciones. Para lo que sí me han servido tales “proposiciones indecentes” es para aguzar las orejas y estar muy atento a los movimientos del valor implicado, porque está claro que algo hosco se está cociendo.
Perdona si te corrijo, pero no estás en lo cierto por lo que respecta a la primera reacción (bajista, según comentas) del Mercado cuando la CNMV prohibió las cortas el pasado día 23 de Julio. De hecho, cuando el regulador hace el anuncio, sobre las 12 de la mañana, el Ibex estaba perdiendo los 6.000 puntos. A partir de ese momento, en una reacción inmediata, el índice se recuperó hasta un 4% al final de la sesión. La misma idéntica reacción del FTSEMIB cuando Piazza Affari hace idéntico anuncio (curiosamente a la misma hora, sobre las 12:00), aunque menos pronunciada, lo que también tiene sentido considerando que la prohibición de cortas en la Bolsa de Milán se limitaba solo a aquella semana. Si te fijas en la evolución de los restantes índices europeos, ninguno siguió las pautas del Ibex o del FTSEMIB (los únicos que prohibieron las “cortas”), esto es: el improviso y acusadísimo cambio de tendencia no podía deberse a otros factores.
Y sí, tienes toda la razón: la influencia de las declaraciones de uno u otro personaje sobre los Mercados es increíblemente alta, sobre todo en momentos de fuerte tendencia, ya sea alcista (euforia), ya sea bajista (pánico). Conocí hace unos meses a un tipo, especulador por cuenta ajena (esos que se jactan en llamarse “brokers” y que juegan –muchas veces temerariamente– con dinero ajeno como si fuera propio), que comentaba cómo la etapa más puñetera de su vida profesional había sido cuando se dedicaba a hacer de “news trader”, esto es, a especular en base a las noticias que se hacen públicas en todo el mundo y que pueden influir en la cotización de un valor o de índices al completo. Normalmente, las intervenciones de los responsables de las grandes instituciones financieras, Gobiernos, compañías, se anuncian con antelación y se suceden con una regularidad establecida. Estar pendiente de lo que se diga en estas ruedas de prensa tiene su miga, porque según el anuncio y su entidad, los Mercados pueden pegar unos bandazos de mucho cuidado. Como el que llega el último se come el marrón y este tipo de especuladores juegan a arañar por operación unos pocos "pips" o "ticks" (la variación mínima de un valor; por ejemplo, si la cotización de un valor es 12,345 €, el "pip" o "tick" será 0,001 €), compran y venden frenéticamente, según cada palabra que va saliendo de la boca del tipo que da la información y del comportamiento infinitesimal de la cotización valor o índice afectado por sus declaraciones. Trabajaba –me decía– pocos minutos al día y menos días al mes, pero la tensión de operaciones tan delirantes era devastadora. Eso sin contar que las ruedas de prensa de un Draghi, una Merkel, o un Bernanke (Presidente de la FED) pueden ser cómodas de atender como horario, pero cuando toca seguir lo que escupa por su boquita, por poner un ejemplo, Shirakawa (el Gobernador del BOJ, el Banco Central Japonés), el “trasnoche” es obligado.
Sí, la cosa de la especulación se ha desmadrado desde hace tiempo, pero es que vamos a peor. Y si no, ¿qué razón tiene la operativa del “flash trading” o HFT (High Frecuency Trading), esto es, operaciones que se cruzan en milésimas de segundo aprovechando variaciones infinitesimales de las cotizaciones detectadas por algoritmos desarrollados en ordenadores con este único propósito y siempre con la base de no dejar un céntimo en el Mercado al terminar la sesión? Bueno, para gente como Jim Simons las HFT tienen todo el sentido del mundo. No en vano, gracias a ellas este matemático que a los 40 ya había ganado el premio Oswald Veblen de Geometría, y tenía una teoría con su nombre (la Chern-Simons), hoy posee una fortuna de más de, se dice pronto, 10.000 millones de dólares. Bueno, no solamente gracias a las HFT, sino a los algoritmos y sistemas informáticos desarrollados por él mismo y su equipo de físicos y programadores (ni un economista). Habrá renunciado pasar a la historia de las Matemáticas, pero con el riñón bien forrado.
¿Con qué medios cuenta el inversor para moverse en esta locura? Casi con ninguno. Casi. Para explicarlo, aprovecharé para volver al caso de Telefónica con el que di el coñazo con múltiples mensajes el otro día, siguiendo su cotización al segundo. Pido disculpas por ello, no volverá a ocurrir, pero en primer lugar quería guiar a quien hubiera podido seguir mi sugerencia del día precedente, en cuanto a comprar las acciones de los “pardillos”, para evitar que la jornada tan positiva pudiera al final dar una sorpresa desagradable. Después resultó un caso interesantísimo, excepcional tratándose de un gran valor en una jornada extraordinariamente convulsa, para intentar ilustrar cómo se puede prever el movimiento de una cotización en tiempo real. Recapitulemos, pues:
Como quizá recordarás, había comprado las acciones de los “pardillos”, a 8,00 € en la subasta previa a la apertura del Mercado. Las cosas iban a las mil maravillas, pero temiendo que la tendencia “se volviera”, empecé con el bombardeo de mensajes para prevenir al temerario que hubiera podido seguirme. Aconsejé vender en 9,00 € al final de la sesión, y aguantando la tentación, yo no lo hice porque no soy un especulador, aún acumulando entonces una plusvalía del 12,5%. Y siguieron yendo bastante bien las sesiones posteriores, con algún “diente de sierra” que se pudo aprovechar para sacarle rendimiento, pero no lo hice porque no soy un especulador,
Y así llegamos al día 2, hace cinco días. Creo que ya has entendido que no soy un especulador, pero no serlo no implica hacer el imbécil; nadie se mete en Bolsa para hacer obras de caridad cristiana. Así que, como no me fiaba un pelo de Draghi (todo el mundo esperaba impaciente sus declaraciones, previstas en torno a las 14:00 horas, tras la reunión del BCE), quien por una parte es un cabrón con pintas y, por otra, la voz de su amo, me dije: cautelémonos, que solamente el buen Dios y los bastardos que mueven los hilos (también los del burattino –marioneta– italiano) saben lo que puede soltar el tipo en la rueda de prensa.
Si las noticias de Draghi en cuanto al amparo del BCE de las deudas soberanas de España e Italia hubieran sido positivas, ratificando su anterior comunicación, los mercados se hubieran ido a las nubes (y así empezó la sesión, optimista, esperando tales buenas nuevas). Vale, no vendo. Si por el contrario el anuncio hubiera defraudado a los Mercados, batacazo y vuelta a empezar. Ah, pues entonces vendo. Ergo: ¿vender o no vender? He ahí la cuestión.
Pues, en principio, ni una cosa ni la otra: envié a Bolsa una “orden condicionada”, en este caso de las llamadas “stop loss”. Tales órdenes consisten en establecer un “precio de activación”, de manera que solamente se ejecutan (de existir contrapartida) cuando la cotización alcanza el valor de activación prefijado. En el caso concreto, viendo que el precio de Telefónica estaba media hora antes de la comparecencia de Draghi en torno a los 9,40 € con tendencia alcista, fijé una orden condicionada de venta “a mercado” (esto es, al precio que permita y fije la demanda) para activarse en caso de que la cotización llegara a 9,20 €, lo que suponía que vendería mis acciones en caso de una caída en la cotización superior al 2% aproximadamente. Si Draghi decía lo que los Mercados esperaban, nada, a subir y basta. Si la cagaba, a vender y proteger la inversión.
Como bien sabes, el italiano efectivamente la cagó, se produjo la estampida y se ejecutó mi orden. Me las vendieron en 9,08 € (el bajonazo fue de aúpa y no había demanda para negociarlas a 9,20 €, por lo que vendiendo “a mercado” me las colocaron cuando fue absorbido todo el “papel” disponible). Teniendo en cuenta que las había comprado a 8,00 € pocos días antes, pues no estaba nada mal: 13,5% de plusvalía, prácticamente el dividendo de todo un año y el dinerito en el bolsillo. Cuando restaba como una hora y media para el final de la sesión se produjo un fuerte rebote al alza, con bastante volumen de contratación, para después volver a caer con volumen decreciente. Y, como no soy un especulador (hubiera esperado a mejor momento en cuanto a certeza), me dije que había que volver a poner el dinero en el Mercado, esperando que el descalabro hubiera tocado fondo. Di orden de compra a 8,88 €, y entró. Ni siquiera retiré beneficios, es decir, esos 20 céntimos por acción (un 2,5% respecto al precio de compra original de 8,00 €) que me había ganado con el sudor de mi frente, simplemente compré con ellos más títulos.
Hoy Telefónica ha cerrado a 10,10 € (13.74% de plusvalía respecto a la última compra, con un rendimiento acumulado para mí desde la primera a 8,00 € del 22,54%). Creo que toca ya una corrección a la baja por recogida de beneficios, quizá en la misma sesión de mañana 8 de Agosto. Pero como estoy seguro que mientras no cambien las circunstancias la acción no parará hasta, al menos, el entorno de los 12 €, no voy a mover un dedo, aunque pudiera aprovechar los “dientes de sierra” para pillar bocado. Dinero que pierdo de ganar, sí, pero no soy un especulador.
Sirva toda esta larga perorata y las precedentes como ejemplo práctico de operar en Bolsa. Quien piense que me jacto de ganar, ni me conoce ni ha entendido nada de nada (obviamente no lo digo por ti, querido Txema), porque cuando toca perder lo hago como un cretino. Y me suele suceder en momentos como los actuales, de crisis, porque por encima de todo… justo, eso, me has quitado las palabras de la boca: no soy un especulador.
A la espera de los puntos quirúrgicos necesarios tras haber parido este rollazo, te envío un gran abrazo.
P.d.: pensaba responder a Chele y a Chinasky (en otro hilo), pero lo dejaré para mañana. Pido disculpas, pero ya no tengo fuerzas.
Veritas Vincit.
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