La cantera sirve para tres cosas: hacer club, cubrir puestos en la plantilla del primer equipo y comerciar. El Atleti B (damnificado por el descenso del A) tendría que haber vuelto a subir hace años (es interesante porque en Segunda la cotización de los jugadores aumenta; aunque haya que pagarles más). Pero, ¿qué ocurre? Pues que la cantera del Atleti (como el resto del club) carece de organización, de buenos preparadores y ojeadores competentes. Un ejemplo: el pobre Pantic que, en vez de estar al frente de las secciones inferiores del Atlético de Madrid, vegeta como director de la escuela de fútbol, un mero sacacuartos ideado por el sablista mayor del reino: Gil Marín. Y por eso no es extraño que los jugadores colchoneros que provienen de las secciones inferiores tengan el nivel de Braulio, Manu, Molinero, Moreno, Vara, Pichu, Rufino, Toché y Arizmendi, los cuales están, en el mejor de los casos, para hacer caja o para abaratar un fichaje. Y hasta el Madrid o el Barça, que gustan de tirar el dinero a la basura,
han sabido promover, en los últimos años, más y mejores jugadores de la
cantera que el Atlético de Madrid; no digamos el Bilbao y otros equipos.
Aún recuerdo una época en la que jugadores tan modestos como Rubio, Quique Ramos, Míguez, Julio Prieto o Julio Alberto (sólo éste llegó lejos en el fútbol) le ayudaban a un Atleti sin fondos y de capa caída a quedar entre los dos, tres o cuatro primeros del campeonato. No es, por tanto, un problema de apreciar o no apreciar lo que uno tiene en casa. (Por casa pasaron los muy apreciables y apreciados Raúl, Baraja y Torres y no pudieron quedarse porque la casa de ... los expulsó.) Es algo estructural: el Atleti no es un club de fútbol, sino el putipredio de los Gil, y eso no va a cambiar.