Desde luego, no sé ya lo que puedo esperar llegar a sentir con este equipo de Enriquete y Calamillo. Porque mira que es díficil que tu equipo gane, marcando 6 goles, no celebres los tres últimos y acabes totalmente encabronado.
Pero es que la astracanada de primer tiempo que ayer nos brindaron, supera cualquier límite concebible. Un equipo que no sabe defender, que no sabe qué hacer con la pelota, y al que un recién ascendido, confeccionado con desechos y un jugador menos le mete un baile de no te menees, hasta igualar un 2-0 y marcar aún un 3-3.
Defensas y portero a un lado, lo del centro del campo es lamentable. Raúl García está fundido, como patéticamente ha evidenciado la jugada del 2-1, y sin él, que es lo único que ha sostenido nuestra parcela central todo el año, somos un guiñapo de equipo. Para el chaval Camacho, esto es demasiada tela, como ha demostrado en la jugada del 2-2. Y Maxi, tras un amago de recuperación, sigue sin estar. Tras ellos, nada. Porque nada son Luis García y Reyes, que además no son ni centrocampistas. Del brasileño, mejor no hablar.
Por su parte, el entrenador, a la altura de la plantilla, o más bajo aún. Vaya vergüenza que sentiría yo hoy si fuera él.
A pesar de que casi todos han jugado para nosotros, la sensación que transmite este equipo es horrenda, porque ves que se derrumba cualquier día, contra cualquier rival. Un Betis, un Depor o un Getafe, se la pueden armar igual que ya lo han hecho Villarreal, Osasuna, Mallorca, Bilbao o Murcia.
Sigan, pues, rezando lo que sepan, que falta va a hacer.