Fernando Llorente, un ídolo en San Mamés habitual en la selección. (Foto: EFE)
Actualizado viernes 03/04/2009 00:03
C. E. CARBAJOSA | J. ALCAIDE
MADRID.- Banderas españolas en San Mamés, aficionados animando a la Roja a medida que avanzan por la calle Licenciado Poza. Esa imagen, que parecía impensable hace algún tiempo, puede convertirse en realidad si se cumplen los deseos de los responsables de la Federación Española de Fútbol.
Su presidente, Ángel María Villar, ex jugador del Athletic y de la selección, tiene como objetivo conseguir que España juegue un partido en el País Vasco antes de la finalización de su actual mandato, que abarcará los próximos cuatro años. Villar fue elegido en noviembre de 2008 y su propósito rompería una tradición de 42 años. La selección española no juega en Euskadi desde el 31 de mayo de 1967. Fue en San Mamés, el estadio preferido para el retorno.
Hay varios aspectos que influyen en el objetivo de Villar y su junta directiva y que pueden servir como argumento ante los reacios al proyecto. El primero, estrictamente deportivo, es que el equipo español se ha convertido en un icono mundial, es campeón de Europa, primer clasificado en el ranking de la FIFA y claro candidato a ganar el Mundial después de una racha de 31 partidos consecutivos sin conocer la derrota.
La selección se ha ganado la simpatía de todos y su talento invita a pensar que sería bien recibido en cualquier campo. Incluidos los del País Vasco. Al menos, así lo creen en el seno federativo.
La idea no escapa a la realidad del rechazo que podría generar en diversas capas de la sociedad vasca. Pero la junta federativa, con su presidente a la cabeza, cree que un rasgo de normalidad sería conseguir que ese partido se jugara en cualquier campo de Euskadi con normalidad, sin ningún problema y sin que se sintiera como una muestra de frentismo español. Si pudiera ser en San Mamés, bien; si no, en cualquier otro recinto del Pais Vasco.
Villar estima que la normalidad llega por hechos tan sencillos y concretos como su condición de presidente de la Federación desde hace más de 20 años y de ex jugador del Athletic durante nueve temporadas, en las que ganó una Copa del Rey y fue finalista de la Copa de la UEFA en 1977.
Es más, la 'Roja' cuenta en la actualidad con dos jugadores convertidos en ídolos de San Mamés. Fernando Llorente es un habitual de Del Bosque y Andoni Iraola ha sido llamado en varias ocasiones. Además, es titular indiscutible el guipuzcoano y ex centrocampista de la Real Sociedad Xabi Alonso. El Athletic es el tercer equipo en número de jugadores convocados por España a lo largo de la historia.
No sólo el pasado de Villar influye en este intento. Se trata de buscar una vía de normalidad en las relaciones entre el País Vasco y España en las que ayudaría el cambio político gestado tras las recientes elecciones autonómicas. Un gobierno del PSOE apoyado por el PP será siempre más favorable a romper lo que en algunos momentos podría considerarse como un tabú. La búsqueda de esa normalidad pasaría por la presencia de la 'Roja'.
Pero las pretensiones de la Federación se amparan en otros aspectos. Recientemente, Villar convocó a los representantes de las federaciones territoriales para explicarles su proyecto de cara al Mundial de 2018, que España pretende organizar junto a Portugal. El representante de la Dirección de Deportes del Gobierno Vasco, perteneciente aún al gabinete saliente, del PNV, acudió a Madrid y admitió su deseo de que Bilbao fuera una de las ciudades candidatas, sin olvidar la opción de San Sebastián, según informa Jon Rivas. Para ello será necesaria la construcción del nuevo estadio de San Mamés, ya que el actual no reúne los requisitos exigidos por la FIFA.
Bilbao ya fue una de las sedes de España'82 y albergó uno de los grupos mas espectaculares, el que enfrentó a Inglaterra, Francia, la entonces Checoslovaquia y Kuwait.
Villar y sus colaboradores quieren ir despacio y no forzar los acontecimientos. Pero la intención ya es imparable y la decisión se tomará en breve plazo. España jugará en el País Vasco y el mundo seguirá girando. Nada se tiene que romper.