Abel Resino da instrucciones desde el banquillo. (AFP)
8 de febrero.- Es muy posible que cualquiera se vuelva impresionable con el despegue de Abel en el Atlético, con una primera parte de película y las 'estrellas' Forlán y Agüero, otra vez en la cupúla del cielo. Pero, ¿qué es esto? ¿Un milagro de uno de los hijos de Adán, un espejismo en el desierto de una película de Cerezo o el 'gilismo' con uno de sus ajustes de cuentas?
Más bien parece una confabulación de los jugadores para declararse inocentes en el caso del Pancho Aguirre. Los atléticos corrieron como diablos saliendo del infierno. Hasta metieron la pierna para salvar su redención. Porque no se creerán ustedes que el nuevo entrenador ha revolucionado en cuatro días todos los esquemas del Atlético multiplicando los panes y los peces. No, no. Abel no es Jesucristo, si seguimos con las analogías bíblicas.
Ojalá me equivoque, pero no me creo que con un Abel llamado Resino el Atlético se convierta en Lázaro y resucite en esta Liga. Desgraciadamente, con Abel siempre habrá un Caín. Caín no hizo una buena plantilla. El mal está metido en el Atlético desde hace muchos años. El 'gilismo' es como un 'cainismo'. De hecho, Caín siempre se ha relacionado con el vampirismo y los Gil siempre han chupado la sangre rojiblanca.
El sistema de Abel en Huelva no tiene nada de revolucionario. Juntar líneas y presionar más, corriendo mucho más, sirve para unos pocos partidos y no mucho para el Manzanares, porque ese sistema no deja tanta facilidad goleadora cuando los enemigos te reducen el espacio brutalmente en tu propia casa. Que se lo pregunten al Madrid de Juande.
Pancho Aguirre había perdido el respeto del vestuario, que no ha tenido más remedio que reaccionar radicalmente para defender su inocencia. No tenía más remedio. El resto es un como un suspense en raciones. ¿Sacrificarán a Abel? ¿Aparecerá Caín? La respuesta sopla en el edén rojiblanco.
"¿Qué hay más bonito que defender tus valores hasta el final, no de ganar de cualquier manera, sino de la manera que tú quieres?" Fernando Torres.
¡ A ú p a A t l e t i !