Domínguez, millones a costa del escudo
Tiene tan sólo 23 años y da la sensación de que al Atlético,
con su marcha, le han arrancado el trozo con vida más arraigado de su
escudo. Así son los nuevos tiempos en lo que queda de Atlético: el
sostén de su vieja identidad está en manos de los más jóvenes no de los
veteranos. En esa casa hace tiempo que todos son recién llegados. Lo era
Domínguez,
con el brazalete de capitán en el brazo casi desde que dejó la cantera.
Tan sólo unas horas después de cumplirse el 25º aniversario del
comienzo de la cuesta abajo del Atlético, del viaje hacia el lado
opuesto de su idiosincrasia, curiosa coincidencia, se va del Calderón
la enésima esperanza de implantar y contagiar valores colchoneros en
ese vestuario. Domínguez ha sido traspasado oficialmente al Borussia Moenchengladbach
por ocho millones de euros, más otros dos por objetivos. Un negocio,
sí, pero al tiempo una contradicción evidente con la prometida apuesta
por lo atlético y por la cantera.
Por sentimiento, de lo que no anda sobrado, el Atlético sufre una
nueva herida. Eso es indiscutible. Domínguez quería y entendía el
Atlético y además le querían. Pero en términos contables y hasta
futbolísticos cuesta no entender y hasta apreciar la operación. El
jugador, dos Ligas Europa y una Supercopa de Europa a sus espaldas,
protagonista estelar en el inolvidable 2010 rojiblanco como central
zurdo o incluso lateral, perdió misteriosamente peso ante su propio
descubridor (Quique Flores) y no tenía ninguno con Simeone,
al cabo el principal responsable de su marcha. El defensa no puede
gastar otro año sin muchos minutos de juego. Indiscutible con los sub
21, internacional al fin con la absoluta incluso vistiendo de
rojiblanco, necesita crecer. Y los mensajes (cinco centrales fichados
desde su aparición, el último el ‘abuelo’ Cata Díaz)
no le invitaban a pensar que el panorama iba a cambiar. Entre el
Atlético o jugar, jugar. De alguna manera se le ha empujado a irse.
Y para un club al borde de la quiebra también es comprensible la
operación. Los dueños necesitaban ocho millones de euros con urgencia. Y
en estos tiempos de máxima austeridad, sacar ese precio por un central,
suplente aunque no por voluntad propia, es casi una proeza. Desde lo
económico no caben reproches. Y más si esa venta sirve, como pregona la
excusa oficial, para conservar a futbolistas principales amenazados de
venta (Falcao y Adrián) o recuperar a Diego.
Claro que estas cuestiones están por ver. Y lo estarán hasta el último
minuto. Y más en este Atlético convertido sin disimulo en agencia de
futbolistas.