Ponedle a cuatro patas sobre una bandeja enorme (pero enorme), introducidle una manzana en la boca (y un palo por el culo, no vale para nada, pero mola) y metedle al horno, pero por favor, no le leáis, ni le escuchéis.
Ya os advierto, eso sí, que la corteza os va a quedar blanda, pese a la abundante grasa, el sudor hace que no tueste bien. Del cerdo hasta los andares pero, de éste en concreto, hay ciertos órganos que no deberíais aprovechar. Es más, yo en este caso promovería el canibalismo, una vez asado, dádselo de comer a sus congéneres, los cerdos.