Si dijera que la Navidad no me gusta, diría verdad. Pero, ciertamente, no toda. Porque lo que pasa no es que no me guste sino que me hace sufrir, que me defiendo de ella. No siempre fue así, pero ahora, sí. Pensaréis que es porque hay seres queridos que ya no están, porque la costumbre fuerza a promover encuentros familiares no del todo sinceros. ...