Decía Ortega y Gasset que los españoles no somos especialmente envidiosos pero sí soberbios. Del Bosque hizo ante Irlanda lo que debía, pero a regañadientes, y, en cuanto el marcador se lo permitió, reincidió en su genialidad del debut, no fuera a ser que nadie sospechase que reconocía haberse equivocado. Cesc, mohíno por la suplencia, soltó nada ...