Nunca fui muy partidario del Simeone jugador. Demasiado tremendismo, demasiada demagogia, demasiadas bravatas. Poseía buenas cualidades, entre ellas la técnica, el despliegue y el olfato de gol, pero le sobraban esa cháchara, más irreflexiva que vil, acerca de los códigos del vestuario (que son los del hampa), la bravura como pose, la ...