Imposible leer el título de GaN sin acordarse de El Dioni. Imagino en Miguel Ángel Gil una nostalgia: las urgentes putas, las urgentes playas, la música ondulante, una copiosa cirugía estética. Que hacérselo de esmoquin tiene esta servidumbre: la indulgencia de los tribunales a cambio de la épica del malevo. 

Se quedó mi nombre en el silencio. Lo quisieron los hados, las redes invisibles, esa extraña mecánica que otros llaman olvido. Pugné por él con la paciente espera, lo convoqué como si fuera espíritu, o forma, dejando que el azar obrase su milagro. Hélo aquí: otro nombre, tan recién nacido. No habré de reprochárselo, que el azar es a veces más ...