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El Atleti tricampeón de la Supercopa de Europa. Revista de prensa

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Venganza del Atlético en la prórroga

@hughes_hu

El Atlético le devuelve (en pequeño) al Madrid el disgusto de las prórrogas europeas. Gana por fin y sobre todo ilusiona porque gustan sus refuerzos y le aparece una forma distinta de jugar. Y todo eso sin Griezmann, que estuvo pero como si no hubiera estado. El Madrid pierde su primera final internacional desde el 2000 y deja apuntes de buen juego coral de toque y una recapacitación de Benzema, pero la sensación de que le faltan cosas: exuberancia, gol, el hambre milenaria de Cristiano. Su histórica plantilla se ha visto erosionada cada año. El coste de la vida sube para todos y lo que tiene el Madrid es menos de lo que tenía.

El partido comenzó con el gol más rápido en una final europea. 50 segundos tardó Costa en hacerlo todo ante un Ramos contemplativo.

El Atlético empezó mandando. Cinco minutos de toque, "voluntad-de-pelota" y presión arriba.

El Madrid respondió buscando a Bale y, alrededor del minuto 10, con el comienzo de un juego elaborado y dinámico que recordaba a los momentos mejores de Ancelotti y su centrocampismo. También presionaba. Los dos equipos se acercaban un poco el uno al otro: el Atlético con vislumbres de buen toque y el Madrid con arrebatos de presión organizada. El 4-3-3 se convertía en un 4-2-3-1 que retrasaba a Kroos como comienzo del juego con unos primeros pases fabulosos.

Ante la ausencia de Cristiano, los jugadores parecían asumir solidariamente una mayor responsabilidad. Lo que hacían antes y un poco más. Benzema y Marcelo organizaron, en una especie de sostenido dúo, el principal canal de juego durante la primera parte. Asensio apareció también en el 17 con un taconazo que paró Oblak.

Del 10 al 20, el Atlético sobre todo defendió, con un Lemar correoso, inteligente, instintivamente cholista por las dos bandas.

El fútbol colectivo del Madrid trajo el empate de Benzema tras una gran jugada de Bale. Dio el gol con su derecha y poco después pudo dar otro con la izquierda en una contra en la que Asensio dudó en el área por ser demasiado zurdo, un tipo de jugada en la que se le debe empezar a exigir mediante la fácil (aunque odiosa) comparación con Raúl. Debe centrarse como 7. Ser 7 posicionalmente y ser 7 como goleador. Sin Cristiano, tiene que haber exigencias concretas.

Isco, perdido en zonas muy interiores, comenzó a aparecer (bien de espaldas) y sobre todo lo hizo Casemiro, con cortes e intimidación táctica.

El Atético, sin embargo, respondió a los mejores minutos del Madrid (posesión del 70% en ese instante, aproximadamente). Subió el juego, recuperó el balón, volvió al campo ajeno y Lemar tuvo algunas buenas conducciones sin acierto en el pase. Su primer regate siempre sale airoso. Dieo Costa aparecía mucho y resultaban constantes y casi familiares, incluso entrañables, sus clásicos encontronazos con Ramos. Griezmann era un problema porque no estaba, y se vio en Rodrigo una autoridad grande y sin aspavientos que situaba a Saúl y a Koke como lugartenientes naturales.

Había sido una gran primera mitad. Hasta ese momento, el derby de fútbol quizás mejor jugado, menos trabado de los últimos años.

Tras el descanso, el Atlético alargó las jugadas. Es un equipo ya anfibio: lo de siempre pero con una mayor calidad para jugar de otra forma. El Madrid tardaba en robar.

Lopetegui cambió a Asensio por Modric y en el Atlético entró Correa por un Griezmann lejos de su forma. Antes de que se animara a combinar un Madrid repleto de medios (hubo un pase de primera clase de Isco a Bale), llegó el penalti, unas manos no del todo conscientes de Juanfran. Ramos no lo falló y redimió su pasmo del primer minuto.

El Atlético notó el golpe, se fue del partido unos minutos y en el Madrid brilló su media, que es su ventaja competitiva.

Bale pudo correr y Varane remató con peligro en un córner. En el Madrid pesaba el centrocampismo pero faltaba algo: era una app instalada, pero no ejecutada, una ballesta sin flecha, y no por Benzema, que fue el mejor con movimientos para todos. El Atlético pasaba siempre por Lemar y el Madrid se recostaba demasiado en su área, la chaise longue de Casemiro, que acabó con problemas físicos. Quizás forzó muy pronto un partido así, pero entre él y Llorente no hay color. Esos saltos de nivel son uno de los problemas del Madrid.

El Atlético siguió a lo suyo, con el liderazgo inmediato de Lemar por las bandas y también por el centro, y el Madrid se convirtió en algo blando, muy relajado o cansado. En una larga jugada con error de Marcelo, Diego Costa, el mejor del partido y sin duda el más determinante, marcó el 2-2.

La segunda parte del Madrid tuvo momentos decepcionantes. Demasiados jugadores por detrás de la pelota, Marcelo y Benzema menos brillantes, y el equipo echado atrás. Salió Lucas para darle punta al lápiz cuando el cansancio ya era general y todo se encaminaba a la prórroga. El efecto de Lucas (sin Morata, sin James...) ya no es el que era porque algo que no es solo Cristiano ha cambiado.

Tras los 90, dominó de inicio más el Madrid pero marcó el Atlético: error de Varane que remató Saúl con un golazo a su estilo. Un Costa despótico le fabricó después el cuarto a Koke. Éxtasis rojiblanco en Tallin y un Madrid yéndose a menos como hacía muchos años.

https://www.abc.es/deportes/futbol/abci-real-madrid-atletico-supercopa-europa-201808152048_directo.html

Los detalles que tiñeron la final de rojiblanco
El partido, igualado hasta la prórroga, cayó del lado atlético y dejó a los blancos sumidos en las dudas

@abc_deportes

El primer partido oficial de la temporada en las competiciones europeas deja a sus protagonistas con dos estados de ánimo diametralmente opuestos pese a que el choque, al menos hasta el inicio de la prórroga, fue bastante igualado. Para el Atlético de Madrid la victoria fue la confirmación de que el equipo no deja de crecer y optará a todos los títulos que dispute esta temporada. Para sus vecinos del Real Madrid la derrota ha hecho rebrotar las dudas sobre la pérdida de calidad de su plantilla y su reacción a la importante marcha de Cristiano Ronaldo.

A estas sensaciones enfrentadas se ha llegado después de un partido que, hasta el minuto 90, fue bastante igualado y tuvo alternancias en el marcador, y que se decidió por varias cuestiones claves.

La principal fue sin duda el derrumbe de la defensa madridista, que hizo aguas en la recta final del partido debido a varios errores individuales. Primero fue Marcelo el que, en un error icomprensible, acabó facilitando un gol del Atlético (el 2-2) en su intento de evitar un saque de banda intrascendente. Y al fallo del lateral brasileño se sumó la floja actuación del francés Raphael Varane, más evidente cuando los blancos se volcaron en ataque en los últimos minutos. Al campeón del mundo se le notó la falta de ritmo competitivo en su pugna con los atacantes rojiblancos y particularmente en los repliegues.

En ese sentido Julen Lopetegui pecó de no dar galones para el partido a los futbolistas más rodados durante la pretemporada en beneficio de otros con más nombre. Así, el técnico vasco introdujo en el once al galo con un escaso bagaje en cuanto a preparación se refiere, dejando en el banquillo a Nacho, notable en los partidos veraniegos del equipo.

Un error que no cometió Diego Pablo Simeone, al que no se le cayeron los anillos cuando decidió retirar del terreno de juego a Antoine Griezmann en el minuto 57 para dar entrada a Correa. Tras el partido, el delantero galo, uno de los últimos en incorporarse al trabajo de pretemporada tras haberse proclamado con su selección campeón del mundo, reconoció que se había sentido «un poco ahogado» desde el punto de vista físico.

A la citada mala actuación de la defensa blanca en los últimos minutos contribuyó la salida del terreno de juego de Casemiro. Sólo dos minutos después de que se retirara del terreno de juego dolorido -el brasileño es otro de los que menos partidos había jugado en pretemporada- Costa logró el empate que envió la final a la prórroga. Incluso sin estar al cien por cien el mediocentro es un ancla para el equipo blanco, cubriendo los espacios que los defensores dejan cuando se incorporan al ataque.

Tampoco fue el de otras grandes citas el guardameta Keylor Navas, que concedió un gol por su palo en el primer minuto de partido y no estuvo afortunado en el 2-2, si bien nada pudo hacer en los dos últimos goles rojiblancos. Al meta eternamente cuestionado pese a sus buenas actuaciones y sus títulos pudo pasarle factura el fichaje del belga Thibaut Courtois, que podría arrebatarle el puesto en el once.

Un Atlético brillante

Pero no los deméritos blancos inclinaron la Supercopa europea del lado rojiblanco. El equipo de Simeone demostró que mantiene su gen competitivo temporada tras temporada y no deja de crecer con fichajes que enriquecen su plantilla cada año.

Diego Costa fue el hombre del partido, y no solo por sus dos goles. El hispanobrasileño fue un constante dolor de cabeza para Sergio Ramos y Varane y un desahogo para sus compañeros.

El Atlético de Madrid esperó a su rival durante muchas fases del partido, dejándole que llevara el peso del juego, pero demostró una verticalidad y una pegada asombrosas cada vez que tuvo ocasión. El Madrid regaló en defensa, pero el Atleti hizo buenos esos fallos no dejando pasar ni uno. Únicamente Thomas desperdició una clara ocasión de gol con un desafortunado tropezón.

No logró la misma efectividad el Real Madrid, que tuvo incluso una oportunidad de sentenciar el choque en la última acción con una clara acción que terminó en un remate de Marcelo que el brasileño no supo conectar de manera precisa.

Volviendo al fallo de Thomas, el centrocampista fue sin duda uno de los acertados movimientos tácticos de Simeone durante el partido. El técnico argentino, que siguió el choque desde un palco por estar sancionado, movió sus piezas para secar a Bale cuando el galés amenazaba con comerse a la defensa rojiblanca, no temió prescindir de su estrella, Griezmann, para reforzar al conjunto, y sorprendió con Thomas en la media punta para dificultar la salida de balón blanca y robar balones como el que propició el 2-3.

https://www.abc.es/deportes/futbol/abci-supercopa-europa-detalles-tineron-final-rojiblanco-201808161118_noticia.html

AS

Un título más, un trauma menos

El Atlético se vino arriba en la prórroga y le ganó la Supercopa al Madrid. Doblete de Diego Costa y volea para la historia de Saúl. El Madrid empezó y acabó mal.

Luis Nieto

Todos los derbis europeos entre Madrid y Atlético son dramas largos, agónicos, extenuantes, estirados hasta la prórroga o más allá, un test de estrés para los futbolistas. Y todos los había ganado el Madrid menos el de Tallin, que fue y vino, pero lo decidieron Saúl con una volea para el recuerdo y un pase a la red de Koke. De Estonia vuelve rey de reyes y supera un trauma histórico, la última frontera de Simeone. Y mete al Madrid en un periodo de reflexión sobre su cicatería en el mercado.

Si coral pretende ser el Madrid para disimular su orfandad de Cristiano, coral fue el error que le hizo entrar en el partido dando vueltas de campana: un envío largo de Godín se lo ganó por arriba Diego Costa a un Sergio Ramos relajado, Varane ni fue ni esperó y Keylor se tragó por su palo el derechazo violento del hispanobrasileño. Sucedió a los 49 segundos. Un comienzo perfecto para el Atlético, al que le cunden los goles más que a nadie.

Pero fue un gol que no le aclaró este partido, porque el primer buen plan del Atlético, con Saúl sobre Kroos para hacer jugar a ciegas al Madrid, se agotó pronto. Marcelo, como tantas veces, fue metiendo al Madrid en el partido. Así comenzó a poner en marcha el posesiómetro y Lopetegui le añadió la imprevisibilidad del permanente cambio posicional de su cuarteto de violines. Isco, Bale, Benzema y Asensio fueron agitando el avispero, cansando a un Atlético que no tiene poética ni la persigue. El tanto inicial le condujo a un cautiverio consentido que condenó a Griezmann y Diego Costa. Sólo Lemar, que ofrece una buena dinámica de juego, no se sometió. Y Bale acabó por fungir de galáctico. Ahora sí, cinco años después, está para romper en gran figura. A su luz fueron creciéndose el Madrid, Asensio y Benzema. Oblak estuvo milagroso en un taconazo orientadísimo del balear y remiso después en un sensacional envío, tras sprint, de Bale que el francés cabeceó cruzado a la red. Sin Cristiano, Benzema se ha quedado sin socio y sin coartada. Y parece asimilarlo. Esta pretemporada ha decidido no perdonarse el gol, pese a que, un curso más, el club no le traerá quien le apriete.

El Atlético desapareció sin dejar rastro durante media hora y pagó por ello. Probablemente menos de lo que merecía, porque un derechazo de Asensio rozó el palo. Poco antes del descanso pareció menos acurrucado, con dos buenas salidas de Rodrigo, un centrocampista total sobre el que girará el equipo durante tiempo, y algunas correrías de Lemar, aunque se quedara en la corteza. De Griezmann no hubo señales. Anda sin piernas y se le nota. Y a Diego Costa le faltó un puntito de precisión en las contras, cuando el Madrid sobredimensionó esa superioridad en los minutos centrales de la primera mitad.

Del descanso regresaron dos equipos peores, más precavidos, más imprecisos. Aquello empezó a dejar de tener dueño y alboroto. Una fase de juego de espaldas a las áreas, a conveniencia del Atlético. Simeone quitó a su estrella, Griezmann, que resultó insignificante, y Lopetegui metió a la suya, Modric, que tampoco tenía combustible.

El penalti y la remontada atlética

Antes de que diera tiempo a nada, el Madrid se encontró un gol gratis por mano absurda de Juanfran. El lateral braceó con Benzema en un saque de esquina y cuando ambos se separaron metió el antebrazo en las barbas del árbitro para interceptar el centro. Ramos asumió lo que en tiempos fue función exclusiva de Cristiano y puso por delante al Madrid cuando más lejos andaba de mandar.

El Atlético se vio cuesta arriba en una noche que empezó cuesta abajo y le regaló espacios a Bale, pero también se abrió nuevas perspectivas con Vitolo, para convertir en simétrico su ataque. Y como el Madrid también se equivoca, volvió a alcanzar el empate. Por evitar un saque de banda le regaló Marcelo un balón a Juanfran, que mejoró la velocidad de Correa y lo mandó a la red Diego Costa. Se lo había trabajado el Atlético, que pareció mejor en el sprint aunque no pudo llegar a evitar la prórroga, un martirio en la pretemporada. Pudo sortearla Marcelo en el último suspiro con una volea fallida. La de Saúl, en el tiempo extra, en cambio, fue una obra de arte. Thomas se la puso en suerte tras quitarle la pelota a un Varane dormido. Koke, después, cerró la fiesta. El Atlético tiene un título y un proyecto. Lopetegui, varias peticiones urgentes.

https://as.com/futbol/2018/08/15/internacional/1534354432_953333.html

Un Atleti cargado de buenas noticias

Alfredo Relaño

El capitán del Atlético, Godín, levantó al cielo de Tallin una copa que entierra una vieja maldición: hasta ahora, siempre que se habían cruzado en Europa el Madrid y el Atlético habían salido ganadores los blancos. Así había venido siendo desde aquel lejano desempate en Zaragoza, en 1959, hasta el quinto penalti de la final de Milán. Eso acabó ayer en este derbi jugado el día de la Virgen de la Paloma en tierra lejana y bonita, Tallin. Es un paso más en la escala de éxitos de este Atlético al que Simeone lleva con buena mano. Pero no es sólo él. El Atlético está viviendo en todo un tiempo esplendoroso, y este título lo ratifica.

Ganó el Atlético y además gustó. Presentó novedades, lució a Rodrigo y Lemar, que llevan botas de charol, tuvo en Diego Costa un héroe desde el segundo 49, cuando les robó la cartera a Sergio Ramos y Varane, hasta que se retiró en la prórroga, con dos goles e intervención decisiva en el cuarto. Fue un gran Atlético, con la única excepción, puede decirse, de Griezmann, que acusó la corta preparación, algo natural. Pero el resto estuvo bien, y también el Cholo, con los cambios, que le sirvieron para manejar el ritmo del partido en la mayoría de las fases. Tiene un largo banquillo y lo supo utilizar muy bien. Ofrece un aspecto formidable.

Enfrente, el Madrid era el mismo de Zidane, uno a uno, menos Cristiano. Se ha dicho mucho que sin Cristiano el equipo pierde goles y es verdad, pero también pierde rebeldía. Cristiano era el gran ambicioso del Madrid, el que arrastraba al resto. Ese papel lo hizo ayer Diego Costa en el Atlético, y nadie en el Madrid. Benzema y Bale son intermitentes y conformistas. Sergio Ramos anda corto de entrenamiento y le consumió su pelea con el de Lagarto. Este ha sido el primer partido ‘serio’ del Madrid sin Cristiano y lo que habrá que ver es el efecto que produce la derrota en la afición, que quedó dolida y sin ninguna tabla a la que agarrarse.

https://as.com/opinion/2018/08/16/portada/1534370943_859453.html

El Confidencial

Diego Costa, cholismo en esencia para comerse la Supercopa de Europa

Diego Costa marcó el primero, el segundo, peleó el tercero y dio el cuarto. Su manera de entender el fútbol es el relato exacto que Simeone tiene pensado para un delantero de su batallador equipo

Gonzalo Cabeza

En la ficcionada decisión de Antoine Griezmann, ese 'docu-reality' que trataba de explicar por qué un jugador como él se quedaba en el Atlético de Madrid, el delantero francés enfatizaba la necesidad de que el equipo fuese ambicioso. Era el argumento central de la pieza, contar que para que la estrella se mantuviese vestida de rojiblanco, se requería de refuerzos de nivel para que sus ambiciones colectivas fuesen parejas a las personales, que es de esperar que sean altas en una estrella de su nivel.

Se hablaba mucho de fichajes, y los fichajes llegaron, aunque lo más importante del proyecto lo contaba estos días Simeone: mantener las piezas clave. Porque Griezmann hablaba de hacer crecer un proyecto que ya es de por sí grande. Y que, además, ha cambiado la tradición reciente del Atlético de Madrid, antes un club vendedor, incapaz de entrar dos años seguidos en Champions, ahora un grande de Europa. Dice el Cholo que ahora el entrenador no quiere marcharse, que la estrella, por más zalamero que fuese, también ha pensado que mejor de rojiblanco y que Diego Costa, en su exilio, solo quería volver.

Diego Costa, qué jugador. La pasada temporada el Atlético se la pegó en la fase de grupos de la Champions, incapaz de sobreponerse al Qarabag, un equipo minúsculo que se les subió a las barbas. Es difícil pensar que eso mismo hubiese sido posible con Costa en el campo, y esto es una cuestión de fe. El hispanobrasileño estaba entrenándose con el equipo, pero la sanción de la FIFA al club por contratar menores le mantenía fuera del campo. Y lo notó el equipo, claro que lo notó.

Porque hubo otros antes y después, algunos de ellos muy buenos como Agüero o Falcao, pero ninguno comprendía las necesidades del club, y especialmente de su técnico, como Diego Costa. No es el jugador más técnico del universo, eso se le nota a veces en la Selección, pero su derroche de energía, sus ganas incesantes, no tienen igual en el mundo del fútbol. Él es quien, con su esfuerzo, sacó petróleo de una jugada en el minuto 1. Se dio cuenta de que los centrales del Real Madrid no habían vuelto de vacaciones y, en su línea personal de actuación, entró con todo. Se escoró, sí, pero tampoco le faltan recursos para rematar, así que se sacó un sensacional derechazo pegado al palo corto con el que Keylor no supo o no pudo hacer mucho más.

Su relación con Ramos

Entre el primer gol, muy al principio, y el segundo gol, casi al final, Diego Costa hizo exactamente lo que se espera de él. Que importa poco que sea agosto que marzo, él no va a dejar de tirar desmarques y de buscarle las cosquillas a los centrales. Cerca estuvo de sacarle la expulsión a Sergio Ramos, que le tiró un codazo que, sin VAR, quedó en la nada. También es cierto que los dos son como Fred Astaire y Ginger Rogers, que si un pasito adelante, otro atrás, cuerpeamos, nos miramos, nos hablamos, nos pegamos, otra vuelta, otro pasito, otra carantoña, otro golpecito... un clásico del fútbol español.

Su continuidad estaba cerrada cuando Griezmann deshojaba la margarita mientras jugaba a los videojuegos, pero de no haber sido así el francés se hubiese pasado todo el metraje, para más gloria propia, preguntando por su amigo Costa, ese delantero que es tan solidario que se apunta los moratones que le tocarían al resto de los jugadores de su equipo. El francés, campeón del mundo, no estuvo muy brillante en Tallin. Más bien al contrario. Ya cambiará, el talento está ahí, necesita unas buenas tardes con el 'profe' Ortega para recuperar el oxígeno.

Pero esa transición, que la pasada temporada fue traumática hasta que el Principito recuperó el resuello, este año será más sencilla. Porque en el minuto 99 de partido, como ocurrió en Estonia, el delantero centro titular puede estar cansado, pero en él eso no es suficiente para no ir a intentar robar un balón. Se lo quitó a la durmiente defensa del Real Madrid, abrió su izquierda y el balón terminó en un gol sensacional de Saúl, otro que no sabe meter goles normales. También la fe suficiente para chocar con Carvajal unos minutos más tarde y abrir el camino del cuarto gol. Y así está Diego Costa, una vida entera molestando a los defensas del Madrid.

El aprendizaje del Cholo

En la lista de deseos de Griezmann, en ese documental en el que no se hablaba de dinero, como en las mesas de alta alcurnia, había la petición de que hubiese fichajes. También el francés sabía que Koke y Saúl, emblemas del equipo, renovaron tiempo antes. Es cierto también que, en el invierno pasado, el Atlético llevó a cabo una serie de ventas curiosa. Se necesitaba más gente y nunca sabremos si estaba ya en la cabeza de los dirigentes atléticos o, realmente, fue cosa del empuje de Griezmann lo que les llevó al mercado.

Allí pagaron una morterada por Lemar, se aprovecharon de las vergüenzas portuguesas para llevarse a Gelson e hicieron una adquisición que puede ser histórica con la llegada de Rodri, un mediocentro joven que lo tiene todo para ser clave en los equipos que juegue. No está de más, en todo caso, recordar que el camino no será sencillo ni el aprendizaje fácil. Es una cuestión de memoria, no hay jugador que haya llegado sin más y se haya engarzado en el mundo del Cholo Simeone. Hasta Saúl y Koke, que hoy parecen forjados en el yunque del mono Burgos, tuvieron su proceso de adaptación. Lo más probable es que los nuevos también pasen por esa fase, pues siempre ocurre.

Bueno, casi siempre. Cuando volvió Diego Costa no necesitó ni diez minutos para meterse en harina. Es cierto que lo suyo no era una novedad, pues estaba de vuelta, pero a Diego, en las mismas no le sirvió. La clave, en su caso, es que vive el cholismo, es parte de su esencia, no necesita pensar o vivir como pide Simeone, pues le sale con la naturalidad del niño que llora cuando tiene hambre.

El sueño de Griezmann se ha cumplido, el equipo de hoy es mejor que el del pasado y soñar con títulos, llámenlo Liga o la obsesión de la Champions, no es descaro, es realidad. El mundo no ha cambiado lo suficiente para que Simeone reconozca esto, por supuesto. Como tampoco cambiará las esencias de su juego, el Atlético nunca se relajará y basará su mundo en una intensidad alta, mucho más que en una querencia por el balón. Podría ser más bonito, pero no se puede reprochar a nadie ser coherente con su historia. Sobre todo si esta es una de éxito.

https://www.elconfidencial.com/deportes/futbol/2018-08-15/simeone-diego-costa-supercopa-europa-resultado_1604842/

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