Dignidad
vie ene 08 20:31
Quique,
que se expresa con claridad y que hasta la fecha no tenía ninguna
mancha en su historial, fichó por el Atlético para sacarlo de la UVI.
Llegó, vio y firmó. Unos partidos más tarde, el Atlético no ha salido
de la UVI y Quique está a un paso de ingresar en ella. Avisó del Armaggedon con aquello de "lo peor está por venir".
Y vino. Después de la enésima cabalgada hacia el abismo, goleado en
Huelva por un Segunda con suplentes, Quique se encontró en la
encrucijada de su carrera profesional. O vosotros o yo. Y no voy a ser
yo. La receta de QSF había consistido en "discursos cortos y en vena". Pero
el enfermo no mejoró y la metástasis afloró en el Colombino. Quique
entró en combustión en el descanso, dejó pasar una calentura atómica y
finalmente, una vez completado el genocidio a la camiseta, se puso el
traje de luces para hacer faena, en los medios, en la sala de prensa. Flores
hizo el discurso más profundo, sincero y analítico que se haya hecho
del Atlético en los últimos trece años. Ese discurso que el resto de
entrenadores, pagafantas de turno y empleados obedientes, jamás se
había atrevido a insinuar por miedo a los propietarios primero y a los
futbolistas después. Más Flores que Quique, fue directo al
grano. Que deben pedir perdón a la afición. Que el barco va a la deriva
y que él se siente el primer responsable. Que muchos jugadores le han
decepcionado. Que va a tomar medidas y no sólo cuando vaya al sastre. Y
lo más importante, Quique aireó que algunos futbolistas deben
plantearse seriamente cambiar de profesión. Un discurso meditado,
pausado y con carga de profundidad. Arremetió contra algunos de estos
futbolistas que, cuando se empeñan, quitan y ponen entrenadores.
Sabiendo que, cualquier día de estos, esos mismos jugadores le pasarán
la correspondiente factura.
Quique, valiente y honesto,
sí es capaz de negarse a seguir pisoteando la imagen de un club
histórico al que un estudiante de veterinaria y un productor de cine
han convertido en una sociedad histérica. Pionero en las verdades del
barquero, el éxito y el mérito del mensaje de Quique radica en que, por
primera vez, un entrenador del Atlético del Gilifato
ha sido capaz de hablar por y para los verdaderos y legítimos dueños
soberanos de un sentimiento. A los jugadores actuales (sálvese
canteranos y Kun) nunca les ha importado demasiado el aficionado y a
los propietarios de la SAD sólo les interesa importa que renueven su
abono, sean obedientes y sirvan de terneros de engorde. Porque el
dinero del pobre va dos veces a la tienda. Ellos, egoístas de tomo y
lomo en pantalones cortos, y egoístas de tomo y lomo con corbata, nunca
se ponen en la piel de la gente. Quique, madridista de cuna, sí ha sido capaz de ponerse en la piel de los aficionados del Atlético de Madrid.
A QSF le harán un traje de pino con los resultados. Puede ser. O le
sacarán a hombros por la Puerta Cero. Puede ser. Descenderá a Segunda o
se irá con un trofeo bajo el brazo. Qué más da. Lo que la afición del
Atlético de Madrid sabe es que con Quique, con el Quique de la sala de
prensa de Huelva, se ha encontrado la dignidad extraviada de los viejos
tiempos.
Hoy el Atlético es de dos y no de todos. Por eso el Atlético debe más de lo que ingresa a corto plazo. Por eso tiene levantadas actas multimillonarias en Hacienda. Por eso los 24 millones de ingresos de televisión de las tres próximas temporadas irán íntegros a pagar deudas. Por eso paga la deuda astronómica de sus malos gestores con activos de inmovilizado. Por eso tiene comprometidos el 50% de los derechos de los jugadores. Por eso la plantilla no cobra al día. Por eso algunos hablan de suspensión de pagos. Por eso ha perdido diez millones de euros el año pasado. Por eso tiene un pasivo exigible de más de 500 millones de euros según sus últimas cuentas. Por eso Miguel Ángel Gil Marín se puso un sueldo de 1.200.000 euros durante el pasado ejercicio. Por eso Enrique Cerezo se hace cargo de la dirección deportiva, para que cambie todo sin que nada cambie. Por eso venderán al Kun y la mitad de los llevará Hacienda. Por eso lleva 14 años sin títulos.
Por eso nadie quiere jugar en el Atlético y quien juega, pone la mano y
hace el egipcio. Por eso la prensa se rasga las vestiduras y a los dos
partidos vuelve a mirar hacia otro lado. Por eso el Atlético es un
simple pasatiempo mediático, una casa de citas donde los medios de comunicación se ciscan en García Pitarch
y le lavan los pies con agua de rosas a los propietarios que cometieron
un delito prescrito de apropiación indebida. Por eso, en caso de
derrota, usan al Atlético como mal endémico, como donante de cariño,
como ONG desnortada, para volver a vender la cubertería, el chándal y la sudadera oficial si Agüero
mete un par de golitos. Por eso la prensa es cómplice, por eso los
periodistas hace tiempo que no cuentan qué pasa en el Atleti. Por eso
los mismos que maldicen a los periodistas siguen consumiendo su ración
diaria de mentiras en los diarios de mañana. Por eso los que leen
artículos comprometidos, a los cinco minutos, se apenan de que estos
artículos no tengan más repercusión, cuando ellos prefieren irse a la
competencia. Por eso no hay rigor cuando se habla del Atlético, ni
exigencia, porque sólo vende su caos, su catástrofe, su miseria. Por
eso se ha travestido a un campeón del mundo en un producto de segunda
mano, cutre, casposo, victimista y sufridor. Por eso, se dice una mentira repetida mil veces y la gente acaba por creer que es una verdad.
Por eso los pasajeros del palco siguen encantados de haberse conocido. Por eso Señales de Humo, Colchonero.com, Infierno Rojiblanco o los socios minoritarios no tienen altavoz mediático. Por eso, mientras la mayoría se queda en casa cruzada de brazos, hay un grupo de valientes en la Puerta Cero
pasando frío, para defender los colores de todos esos que dicen que lo
mejor es no hacer nada. Por eso querido lector, sea del Barcelona, el
Madrid o el Zaragoza, cuando acabe de leer estas líneas debería pensar
en que lo que le está pasando al Atlético podría pasarle a su equipo algún día. Por eso, dos manos que se perdió la agricultura, Sinama Pongolle, hizo un último servicio al Atleti cuando anunció que se marchara quien se marchara iba a seguir ahí "la misma mierda de siempre".
Y ahí sigue. Su olor lleva décadas impregnando el Calderón. Dicen que
un tonto arruina a un pueblo. Cabe imaginar que si los tontos son dos,
la ruina es doble. Que desciendan al Atlético.Que lo vendan. Que lo
asesinen. Que lo maten. Que lo entierren en el algún lugar de la
memoria. O que lo incineren y esparzan sus cenizas por el Manzanares. Y
cuando todo eso ocurra, que todos aquellos socios, es lo simpatizantes,
abonados, empresarios y periodistas recuerden que un día, antes de su
extinción, un tal Quique Sánchez Flores, madridista de cuna, se sentó en el banquillo del Atlético de Madrid. Y que, entre el honor y el dinero, no puso lo segundo lo primero.
A Flores lo echarán a los leones cuando toque, lo crucificarán por los
resultados, le pondrán la corona de espinas cuando ya no sirva a los
propietarios, no le dejarán sentar en el banquillo a según qué
jugadores, pedirá un sofá y le traerán una lámpara, pero QSF sí conoce
el significado de la palabra dignidad. Quique sabe que, cuando uno pone precio a la dignidad, uno pierde su dignidad.
Rubén Uría / Eurosport
(*)
Nota: No importa qué pase en el Valladolid-Atlético. Ni que pase en los
siguientes 20 partidos o en los últimos 20 años. Hay quien cree que
esta cuestión aflora por los resultados, pero esta es la crónica de una
muerte anunciada. Cuando el Atlético - perdón, lo que queda de
Atlético- gane un par de partidos seguidos, todo el mundo volverá a
mirar hacia otro lado. Nadie preguntará por qué tiene esa deuda, a
quién debe dinero, quién se hizo con el control del club de manera
ilegítima en su día, quién ficha jugadores y entrenadores para
despedirlos y luego volver a contratarlos, qué se mueve en la cantera,
qué era del Atlético antes y que es hoy y, por supuesto, nadie
preguntará el número de acciones que hay que tener para poder asistir a
una Junta de Accionistas de la SAD. ¿Para qué? Paraguaya. No importa la
verdad, lo que no tiene es remedio. Puerta Cero. O cero, y puerta.